JUAN DE DIOS MORALES ESTRADA
PROCER DE LA INDEPENDENCIA.- Nació el 13 de Abril de 1767 en el pueblo de Río Negro, dentro del territorio del Virreynato de Nueva Granada (hoy República de Colombia) siendo hijo legitimo del Sargento Mayor Juan de Dios Morales y de doña Juana Leonín de Estrada.
Por su linaje materno era de la primera antigüedad de la región. Sus tíos el Presbítero Antonio y el Capitán Francisco habían despejado las montañas, talando sus corpulentos árboles para fundar la villa de Tenche y otras poblaciones. Tales parientes le facilitaron su ingreso a la U. de San Bartolomé donde vistió la beca de jurisprudencia y cánones y se graduó con honores en 1769 de escasos 22 años de edad.
Por entonces visitó Río Negro el Oidor Jubilado de la Audiencia don Juan Antonio de Mon y Velarde, que regresaba de las provincias de Antioquía y Cartagena donde había permanecido por espacio de cinco años en calidad de Juez Visitador. Morales le fue presentado y sorprendido Mon de sus dotes intelectuales le pidió que lo acompaña como Oficial Mayor de la Secretaría de la presidencia de la Audiencia de Quito. Y como la oportunidad la pintan calva, viajó con su protector a Quito ingresando al real servicio el 1° de Febrero de 1790.
Mon era Abogado en ambos Derechos y había ejercido en México y Bogotá. A Quito llegó en 1790 de Presidente de Audiencia y comenzó a gobernarla sabiamente; pocos meses después, el 5 de Marzo de 1791, fue ascendido á Consejero de Indias con residencia en Sevilla y emprendió viaje a España pero murió al llegar a Cádiz dejando a Morales sin su protección. El Nuevo Presidente Coronel Luis Muñoz de Guzmán se dio mañas para pasar por alto su buena conducta, completa dedicación al trabajo y probada capacidad para realizar las más difíciles cuestiones. Entonces se produjo el incidente de la antigüedad, a Morales le correspondía ascender a la plaza de Secretario pero Muñoz lo mantuvo relegado de Oficial Mayor por algunos años, haciéndole trabajar duro y parejo en cuanto asunto se presentaba y otros diferentes tales como la Contaduría Real de Diezmos del Obispado. Morales, mientras tanto se daba tiempo para recibirse como abogado en la audiencia y defender las causas de los pobres y los reos «con todo esmero y caridad», pero cansado de tantos desaires renunció en 1792 cuando nuevamente fue postergado por Muñoz de Guzmán, al declararse otra vez la vacancia de la secretaría, pero no le fue aceptada la renuncia y cometió el error de quejarse al Consejo de Indias, cosa que enseguida la supo Muñoz.
En 1797 fue Asesor del Cabildo de Ibarra y meses después desempeñó la comisión de abastecimiento de víveres de las poblaciones afectadas por el terremoto de Riobamba, realizando numerosas visitas y gastando su propio dinero sin otra gratificación que el agradecimiento de los pueblos.
En Riobamba llegó al colmo de dedicarse personalmente a extraer varias cargas de salitre y azufre que pertenecían al Real Tesoro y que se hallaban enterradas y perdidas entre las ruinas, lo propio hizo con algunas barricas de pólvora del Cuartel de Artillería salvando la población de una nueva posibilidad de espanto. A los funcionarios de Latacunga obligó a proveer de paja para construir casas provisionales para la custodia de los dineros provenientes de los tributos indígenas. Para el tránsito de los sobrevivientes ordenó la construcción de dos puentes sobre el río San Felipe, desenterró los archivos de la Real Hacienda y confeccionó un extenso e interesante Informe sobre la catástrofe.
De su sueldo acostumbraba sacar cincuenta pesos anuales para los gastos de la corona y cuando España declaró la guerra a Francia y luego a Inglaterra, en cada ocasión envió dieciocho pesos como ayuda para la defensa de la metrópoli.
Tan señalados servicios hubieran servido en otras épocas para empujar su carrera de burócrata , pero el presidente Muñoz lo tenía entre ojos porque sabía que había reclamado al Consejo de Indias, quejándose de sus injustas postergaciones y cuando el recurso regresó a Quito diciendo que había lugar al ascenso pero sin ordenarlo, es decir, sin haber sido considerado, pues dejaba al criterio del Presidente la suerte de Morales.
Por esta sentencia el Presidente aprovechó para hacerle objeto de diversas ofensas, que debió sufrir con la poca dignidad que le queda a los empleados subalternos para soportar los desplantes de los patronos, pero se incuvó en su pecho el rencor y la venganza contra Muñoz de Guzmán y el sistema de oprobioso discrímen que él representaba. Así fue como nació el prócer del 10 de Agosto, ante injusticia y desmanes, rebelándose en su calidad de criollo contra los godos o chapetones.
Posteriormente defendió al clérigo Juan Pablo Espejo cuando fue enjuiciado y sirvió con toda fidelidad al presidente de la Audiencia, Barón de Carondelet, quien falleció en Agosto de 1807. Entonces acompañó a su viuda a Guayaquil y tuvo que permanecer oculto por varias semanas en la hacienda Naranjito de la familia Rocafuerte donde trazó planes con el joven Vicente Rocafuerte sobre una posible revolución en Quito con ramificaciones en el puerto principal. A principios de 1809 se vio comprometida en un conato revolucionario pero el juicio se traspapeló sin consecuencias.
La noche del 9 de Agosto se reunió con los demás conjurados en casa de Manuela Cañizares Alvarez y estuvo entre los más decididos conspiradores.
El 10 de Agosto de 1809 fue designado uno de los Secretarios de la Junta de Gobierno instaurada en Quito junto a los Dres. Manuel Rodríguez de Quiroga y Juan de Larrea Villavicenció y desde esas funciones coadyuvó al éxito de la mencionada Junta.
«Activo y diligente, ambicioso y turbulento, nacido para obrar en medio de las tempestades, no habría reparado en obstáculos para salvar su opinión y bandera; y así, como aprovechándose del amparo del Marqués de Selva Alegre, vino a ser el director y el alma de la revolución y de no haberse dado tan intempestiva y precipitadamente el grito que acababa de sonar, la habría salvado»; mas, cuando el 12 de Octubre de 1809 Selva Alegre renunció la presidencia, se cometió el desacierto de no entregársela a Morales, republicano sincero, instruido en las intrigas de la Audiencia, y se perdió la revolución en manos de falsos próceres. Por ello Morales fue detenido el 14 de Diciembre con los demás próceres y guardó ominosa prisión en el Cuartel del Real de Lima donde soportó los embates del juicio criminal que se le siguió a los comprometidos.
Morales había sido de los primeros insurrectos y quizá el más activo de todos, de suerte que el Fiscal Aréchaga le señaló entre los “peligrosos criollos seductores”.
La tarde del 2 de Agosto de 1810, al ser asaltado el Cuartel por los patriotas, recibió cruel muerte a manos de la soldadesca que irrumpió en los calabozos y asesinó a los presos a mansalva.
Fue un celoso patriota, que sucumbió en su calabozo ultimado a bala con fiera saña y luego su cadáver fue repasado con bayoneta.
El historiador Oscar Efrén Reyes dijo «En todo este grupo de Gobierno, predominaba la voluntad ardiente, la inteligencia y extraordinaria fe liberal de don Juan de Dios Morales”.
Fue llamado «El Robespierre Antioqueño» por haber sido el alma de la revolución del 10 de Agosto y por su incansable empeño en el cumplimiento de las numerosas comisiones que se le encomendaron entonces.
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