Archivo de julio, 2008

Tangoterapia

Posted in notas periodísticas with tags , on julio 31, 2008 by edmolin657
por: Bertha Sola
Fuente: esmas.com
 

La tangoterapia ha demostrado que mejora la capacidad aeróbica y la coordinación, lo que lo hace muy útil en el tratamiento de algunos padecimientos cardiacos o en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson

 

Si te gusta bailar y eres admirador(a) del sensual tango, tienes que saber que se ha demostrado que bailarlo tiene grandes beneficios para la salud, ya que mejora la capacidad aeróbica y la coordinación, lo que lo hace muy útil como terapia en algunos padecimientos. 

Quienes frecuentan las milongas manifiestan que además de mucho bienestar, el ritmo del tango les ayuda a mejorar muchas de sus dolencias, y es por este motivo que algunos salones de baile en Argentina se han convertido no solamente en centros de diversión, sino también en lugares de terapia de enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer. 

Según un estudio realizado por la Universidad de Washington en Estados Unidos, bailar tango mejora el equilibrio más que otro tipo de actividad física, y es que para lograr hacer los maravillosos pasos, por supuesto se requiere de mucho equilibrio y coordinación. En este estudio los pacientes de Parkinson, se dividieron en dos grupos, uno realizó una serie de ejercicios de movimiento con sillas y el otro bailó tango, y se descubrió que si bien ambos son útiles, los bailadores del compás «dos por cuatro», aumentaron más su equilibrio. 

El médico argentino Roberto Peidro, pionero en la investigación sobre las aplicaciones terapéuticas del tango, resaltó que el ritmo del tango requiere una mayor atención a la coordinación, por lo que puede traer enormes beneficios a enfermos de Parkinson. Principio del formulario. 

Respecto a las personas que padecen Alzheimer, se ha demostrado que por ser una actividad de coordinación, obliga al paciente a ejercitar su memoria para recordar los pasos.

El también director del Centro de Vida de la argentina Fundación Favaloro, dirigió  el primer estudio sobre «tango y salud con personas sedentarias y con dolencias cardiacas», en el que se concluyó que bailar una media hora diaria repercute directamente en el aumento de la capacidad aeróbica.

Según explicó, esta es una característica que también tienen otras actividades físicas como caminar, pero el componente de coordinación que exige el tango aumenta sus beneficios, sobre todo en personas sedentarias.

Peidro matizó que el tango «no es mejor que cualquier otra actividad física» , pero sí que otros ejercicios y otros bailes menos tradicionales, que no potencian la coordinación.

Y es que al bailar otros ritmos por lo general se puede hacer cualquier movimiento, pero en el tango hay que estar pensando el paso que hay que dar.

La mejora de la capacidad aeróbica, además puede repercutir en el incremento de la actividad sexual y por lo tanto en la calidad de vida, sobre todo en enfermos cardiacos.

Pero el tango no sólo es bueno para el cuerpo, sino también para la mente.

El médico psiquiatra Federico Trossero, autor del libro Tangoterapia, sugiere y utiliza los talleres de tango en tratamientos de enfermedades que van desde la depresión, hasta las fobias sociales e incluso la esquizofrenia.

«Observando la manera de bailar, de abrazar al otro y la actitud hacia la pareja, los profesionales obtienen datos que les ayudan a interpretar mejor la psique de sus pacientes, aseguró.

Trossero destaca que «el tango por sí sólo ya es terapéutico» ya que él comenzó a investigar sobre su aplicación clínica cuando notó que sus amigos que lo bailaban comentaban que se sentían mucho mejor después de ir a la milonga, donde incluso desaparecían persistentes dolores de cabeza.

La aplicación del tango en los tratamientos vive su auge precisamente después de la publicación del trabajo de la Fundación Favaloro, que ha interesado a profesionales de Canadá, Japón, Rusia o Finlandia.

Si bien el tango no es la panacea, Peidro concretó que es «mejor bailar tango y caminar» y si no, trata de dejarte llevar por uno de los tangos de Carlos Gardel, que además de alegrar el corazón, despiertan la mente y los sentimientos.

 

El tango (nota periodística)

Posted in historia, notas periodísticas with tags on julio 31, 2008 by edmolin657

Escrita por:
J. Alberto Mariñas
 
Es difícil escribir un apunte histórico sobre el tango, pero al mismo tiempo, es muy arduo eludirlo porque son muchos los que a través de estas páginas solicitan, aunque sólo sea, una ligera orientación que les ponga en la pista de este completo fenómeno cultural – baile, música, canción, poesía – que por una u otra razón atrae a tanta gente. Aunque sobre el tango y sus figuras son muchas las cosas que se discuten y ponen en duda, es generalmente aceptado que el tango nace en Buenos Aires a finales del siglo XIX aunque algunos prefieren decir a modo conciliador, que nació a las orillas del Río de la Plata, con el fin de contentar a los uruguayos que reclaman una copaternidad del fenómeno.
En un hecho de origen popular como el tango y, por tanto, de nacimiento evolutivo resulta imposible apuntar una fecha de nacimiento. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de los estudiosos coinciden en dar por buena la década de 1880 como el punto de partida de lo que entonces no era más que una determinada manera de bailar la música. La sociedad donde nace el tango escuchaba y bailaba habaneras, polkas, mazurcas y algún vals, por lo que respecta a los blancos, mientras que los negros, un 25% de la población de Buenos Aires en el siglo XIX, se movían al ritmo del candombe, una forma de danza en la que la pareja no se enlazaba y bailaba de una manera más marcada por la percusión que por la melodía.   Puerto, 1885
Musicalmente, el tango entronca en su genealogía con la habanera hispano-cubana y es por tanto hijo del trasiego mercantil entre los puertos de lengua española de La Habana (Cuba) y Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, estos orígenes explican poco sobre su nacimiento. Inicialmente, el tango es interpretado por modestos grupos que cuentan sólo con violín, flauta y guitarra o incluso, en ausencia de ésta, el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento con la mediación de un papel de fumar y un avezado soplador que marca el ritmo. El instrumento mítico, el bandoneón, no llega al tango hasta un par de décadas después de su nacimiento, en 1900 aproximadamente, y poco a poco sustituye a la flauta. 
Inicialmente, el tango debió ser un modo de interpretar melodías ya existentes, modo sobre el que fueron creándose otras nuevas que en un inicio ni siquiera contaban con una transcripción musical, ya que a menudo sus intérpretes y creadores no sabían escribir o leer música. De hecho, con el correr de los años, algunos de los primeros tangos ya transcritos no van firmados por sus autores sino por avispados personajes que sí sabían escribir música y aprovecharon el vacío existente sobre la autoría de determinados tangos celebrados popularmente, para ponerlos a su nombre y ganar con ello unos pesos. 
Quizá a estas alturas del texto, alguno se pregunte sobre el origen del nombre. Es una buena pregunta, pero carece de respuesta, o lo que es lo mismo, hay miles. En España en el siglo XIX se empleaba la palabra tango para un palo flamenco, en la geografía africana hay algunos topónimos con ese nombre, en documentos coloniales españoles se usa el vocablo para referirse al lugar en que los esclavos negros celebraban sus reuniones festivas… algunos incluso dicen que el origen podría estar en la incapacidad de los africanos para pronunciar bien la palabra «tambor» que quedaría así transformada en «tangó». En fin, es una buena pregunta pero la irremisible falta de documentación escrita y el origen ágrafo del tango y sus primeros padres callará la respuesta para siempre.
 
Postales anónimas  Gaucho e indios patagones Argentina, hacia 1870
 
Las cifras hablan: Argentina pasó de tener dos millones de habitantes en 1870, a cuatro millones veinticinco años más tarde. La mitad de esa población se concentraba en Buenos Aires donde el porcentaje de extranjeros llegó a ser del 50 por ciento y adonde acudían también gauchos e indios procedentes del interior del país.
En este ambiente, se comienza a bailar en tugurios y lupanares el nuevo ritmo que se asocia así desde su inicio al ambiente prostibulario, ya que eran sólo prostitutas y «camareras» las únicas mujeres presentes en las academias o perigundines. 
Puesto que se trataba de féminas dedicadas en alma y, sobre todo, en cuerpo a sus accidentales acompañantes, el tango se comenzó a bailar de un modo muy «corporal», provocador, cercano, explícito… de un modo socialmente poco aceptable como se vería cuando, siendo ya un fenómeno emergente, el tango comenzó asalir del arrabal de su ciudad de origen y empezó a expandirse.
 
 
Hombres practicando  el tango en la calle
 
 
En los primeros tiempos, cuando el tango comienza a convertirse en canción, las letras que acompañan la música son obscenas y sus títulos dejan lugar a pocas dudas: «Dos sin sacarla», «Qué polvo con tanto viento», «Con qué tropieza que no dentra», «Siete pulgadas»… o incluso «El Choclo» que aunque literalmente significa mazorca de maíz, en sentido figurado y vulgar, equivale al castellano «chocho» o «coño». 
De su baja cuna a su encumbramiento como baile rey en los salones del mundo occidental, el tango recorrió un curioso camino de ida y vuelta entre el Nuevo y el Viejo Continente, con una parada decisiva y brillante en París. 
¿Cómo llegó allí? También en este punto las respuestas son  dispares y algunas vario pintas. Determinados textos, mucho más ingenuos que eruditos, dan incluso nombres y apellidos de «la» persona responsable de este viaje. La realidad, en su extensión como en su nacimiento, parece más compleja y, sobre todo, plural. 
Los «niños bien» de Buenos Aires no tenían reparos en bajar a los arrabales para divertirse, bailar y, de paso, levantarse alguna mina o alguna «milonguita» que engatusaba o se dejaba engatusar. Y para acercarse a la mujer no conocida, nada mejor que el tango. Por supuesto, el tango no era aceptable en sus casas ni bailable con las señoritas de su ambiente y por esa razón permaneció durante muchos años como algo marginal y de clase baja. 
Sin embargo, los viajes de estos patricios a Europa, especialmente a París, fueron el desencadenante. París no sólo era la capital del glamour y de la moda, sino que además era una ciudad que daba cobijo a una sociedad plural, parte de la cual era alegre y desprejuiciada. Los bailes galantes de la capital francesa venían de atrás, Louis Mercier, cronista de la vida parisina escribía en 1800: «Después del dinero, hoy en día el baile es lo que más éxito tiene entre los parisinos, sea cual sea su extracción social: aman el baile, lo veneran, lo idolatran… Es una obsesión a la que nadie escapa». Si ello era así a principios del XIX también lo era a principios del siglo XX al que llegaron con una fortalecida fama locales públicos como el Bal Bullier de Montparnasse o el Moulin de la Galette. Por añadidura, el atrevimiento, a principios de siglo, no era ajeno a las costumbres parisinas, antes al contrario, algún baile anual, como el Bal des Quat’z Arts de los estudiantes, «era célebre por lo ligero de las vestimentas y por el jolgorio sexual que reinaba siempre en él». 
En este contexto social no fue difícil que el osado baile creado en la capital del Plata encontrara un terreno abonado para florecer y convertirse en curiosidad al principio, en moda y furor después. Y una vez en París, el escaparate de Europa, la capital de la moda, la cuna del chic, su extensión al resto del continente primero, a todo el mundo después, fue algo sencillo y rápido. Curiosamente, es entonces, cuando Buenos Aires se mira en París, cuando finalmente el tango entra en sus salones más nobles avalado ahora por el bautismo europeo, el mejor de los pedigríes para una burguesía emergente que luchaba por hacer de su ciudad el París de América 
La gloria trajo también y simultáneamente el rechazo. La sempiterna dinámica social se puso nuevamente en marcha, lo antiguo frente a lo nuevo, la censura frente a la apertura, la tradición frente a la renovación. Los detractores del tango surgieron por doquier y fueron incluso ilustres y famosos. El Papa Pío X lo proscribió, el Káiser lo prohibió a sus oficiales y la revista española La Ilustración Europea y Americana hablaba del «…indecoroso y por todos conceptos reprobable ‘tango’, grotesco conjunto de ridículas contorsiones y repugnantes actitudes, que mentira parece que puedan ser ejecutadas, ó siquiera presenciadas, por quien estime en algo su personal decencia.». La cita pertenece a esa revista española, pero resultafácil encontrar otras paralelas en publicaciones inglesas, alemanas o, incluso, francesas. 
No obstante, para cuando llegó la reacción la suerte estaba ya echada: el tango había triunfado. Hubo vestidos de tango, color tango, tango-thés… el tango fue el baile rey de ese mundo de preguerra que habría de terminar muy pronto con el primer enfrentamiento armado mundial, la ascensión de Estados Unidos como potencia, el cambio de costumbres. Después, el tango siguió viviendo, nació con fuerza el tango canción que le tomó el relevo al tango baile, pero con un éxito geográficamente más restringido, el mundo, en una nueva preguerra descubrió y admiró a Carlos Gardel y al final del conflicto la supremacía de Estados Unidos desembarcó en Europa también con el swing que murió sólo para darle paso al rock. 
En todos estos años el tango tiene una brillante historia de auges limitados y declives relativos y una continuada vida a lo largo de la cual se ha desarrollado tanto el baile como la música hasta llegar a un nivel de sofisticación y depuración que dejan a las claras la madurez de esta manifestación que vive ya en las primeros décadas de su segundo siglo de vida.

Abajo el telón (cantinflas)

Posted in notas periodísticas with tags , on julio 31, 2008 by edmolin657
 
Crítica de Mario Vargas Llosa

Como el cigarrillo, el fútbol, las dupletas y los sábados ebrios, Cantinflas es una institución, celosamente conservada por los hombres habituales. Al igual que en todas sus cintas anteriores, movilizándose sobre un argumento levantado con inobjetable rusticidad, sobreponiéndose heroicamente a la dirección, a la escenografía y al cortejo de extras, en el cual, ingenuamente, han sido ubicados como innecesarios complementos cómicos, algunos danzarines amanerados, Cantinflas hace gala de habilidad y repite sus innumerables y siempre renovadas condiciones de bufo. A su lado, compite en enrevesamiento oral, aunque, con escaso efecto cómico, Christiane Martel, quien, por otras virtudes personales, gana pronto la tolerancia y la admiración del público.

VINCENT N.

[Publicado en: «Extra» – 5 de junio de 1956 – Año II, nº 72.]