DAMAS DE ANTAÑO
Cuando en 1852 arribó a Guayaquil la Flota francesa al mundo del Almirante Février des Pointes vino en calidad de oficial naval Monsieur Pierre Pointel, autor de «Diario de Viaje» que publicó en París en 1866. De su lectura se desprende que las damas antiguas de Guayaquil eran hablantinas y sociables, muy dadas a las reuniones de familia en las que hacían las delicias de los convidados con numerosos manjares y refrescos, al cual más apetitoso y complicado.Blancas de piel, de tez sonrosada y bajas de cuerpo, poseían la grácil figura de las mujeres de trópico y el encanto moruno de España, unido todo en un fino deslizar de crinolinas y abanicos que soplaban aires perfumados por doquiera que ellas trajinaban.
Así las describe el caballeroso turista Pointel y así quiere grabarlas mi pluma en la imaginación del lector, y como de nada serviría una simple descripción física, estudiaremos su idiosincracia a través de algunos ejemplos que denotan sus principales rasgos de carácter.
ROSITA CAMPUZANO:
LA PROTECTORA
Se debe al inmortal Ricardo Palma autor de «Las Tradiciones Peruanas», el conocimiento que tenemos de nuestra compatriota la hermosa guayaquileña Rosita Campuzano, bautizada por la maledicencia limeña con el remoquete de «La Protectora», por ser amante del General José de San Martín, «Protector» del Perú y Libertador de Argentina y Chile.
Palma la conoció de joven hacia 1847 cuando ella era cincuentona, caminaba apoyada en una muleta de madera y vivía en extrema pobreza en unas habitaciones ubicadas en los altos del edificio de la Biblioteca Nacional de Lima, que se las había cedido el ilustre Director Dr. Francisco de Paula Vigil, casi por misericordia. En su juventud nadie había ayudado más que Rosita Campuzano a la causa libertadora, prestando valiosos servicios a la futura república peruana. Prueba de ello fue que el propio San Martín, siempre parco y meticuloso, incapaz de escandalizar a la sociedad como lo haría después Bolívar, se rindió a las evidencias y cuando fundó la Orden del Sol por decreto del 11 de enero de 1822 la designó Caballeresa, colocándola a igual nivel que las más encopetadas matronas de la época y otorgándole una banda roja y blanca, con la siguiente leyenda bordada en letras doradas: «Al patriotismo de las más sensibles».
A más de Rosita solo tres ecuatorianas alcanzaron tan alta presea: Manuelita Sáenz, la libertadora del Libertador; Mercedes Decima-Villa, que acompañó a su esposo de Almirante Juan lllingworth en el sitio naval de El Callao y María Aguirre Abad, esposa del doctor Francisco Marcos, Vice Presidente de la Gran Colombia en 1826. Bien por Guayaquil que dio tres caballeresas de las cuatro.
INICIA SUS AVENTURAS
Según se cree, porque nada hay probado en la vida de nuestra paisana, Rosita comenzó a correr el mundo de solo 19 años de edad en 1817, yéndo a Lima del brazo de un español cincuentón. En 1818 ya estaba más avispadita y cambió al peninsular por otro de más copete, el general Domingo Tristan, que la presentó a mucha gente de viso y la instaló en una lujosa mansión de la calle de San Marcelo, sitio de concurrencia obligada de lo mejorcito del intelecto y de la juventud de la ciudad virryenal.
Uno de los más interesados en ella fue el cuencano José de Lamar y Cortázar a la sazón segundo después del Virrey en el gobierno español en Perú; pero como Rosita era patriota, logró convencerlo de las ventajas del nuevo régimen que se avecinaba con la presencia de San Martín en el sur y al fin se salió con la suya y Lamar y Tristán se cambiaron al campo patriota.
Varios autores afirman que Rosita también se entendía con el Virrey La Serna y que algunos planes militares pasaron por ella a conocimiento de los patriotas que acampaban en Huaura. Luego cambió a sus anteriores amantes por el apuesto General Tomás Heres, Jefe del Batallón Numancia, logrando que Heres y 900 soldados se hicieran patriotas, con lo que el régimen español quedó herido de muerte. ¡Repámpanos! ¡Qué mujer y encima guayaca por los cuatro costados! ¿Qué es de nuestro municipio que no le ha levantado una estatua?.
CONQUISTA A SAN MARTIN
Desde 1821 puede decirse que la Campuzano es amante de San Martín, por ese año la noticia se regó en todas las calles y plazas de Lima a pesar de que jamás se los veía juntos. Ella tampoco daba qué hablar a la gente pues guardaba su sitial detrás del héroe y a su sombra. Lamentablemente San Martín no tuvo la vena romántica y salvaje que caracteriza a los seres apasionados y a los pocos meses, de una pasión que fue sol y llamas solo quedaba rescoldo y cenizas; Rosita siguió su camino, condecorada, bella y patriota, pero su hora mejor había pasado.
Palma nos cuenta que por 1860 falleció pobre en Lima, ayudada con pensión mensual que le fijó el Congreso Nacional del Perú en premio a los servicios prestados en la independencia. Se le conoce un solo hijo llamado Alejandro Weniger Campuzano, que falleció joven y soltero a consecuencia de heridas en una batalla de las muchas que hubo en el Perú durante el siglo pasado.
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