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José María Velasco Ibarra

Posted in políticos ecuatorianos, presidentes ecuatorianos with tags , on octubre 1, 2008 by edmolin657


PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.- Nació en Quito el 19 de Marzo de 1.893. Hijo legítimo del Ing. Alejandrino Velasco Sardá cuya biografía puede verse en este diccionario y de Delia Ibarra Soberón, naturales de Rioverde en Esmeraldas y de Quito, respectivamente.Sus primeros años transcurrieron pobremente en la casa que alquilaban sus padres en el centro de Quito; pues, por razones políticas, don Alejandrino sufrió persecuciones y estuvo preso en el Panóptico el 96 por guerrillero conservador. Doña Delia era enérgica y mantenía una férrea disciplina, obligando a sus hijos a estudiar para convertirse en personas de provecho. Ella fue su primera maestra, le enseñó a leer y escribir, las cuatro reglas y a los once años, temiendo por su salud, pues era demasiado alto y delgado para su edad, hasta le obligó a realizar ejercicios gimnásticos, practicar natación en las piscinas de Tesalia y ciclismo en las cuestas de Quito.

Huérfano de padre a los dieciseis años, la situación familiar se volvió aún más crítica y el Arzobispo González Suárez tuvo que ayudar con veinte pesos mensuales. Entonces entró por dos años al Seminario menor de San Luis y luego pasó al Colegio San Gabriel de los jesuitas donde amó el estudio. Después ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la U. Central y fundó la Federación Estudiantil Ecuatoriana; mas en razón de su carácter impetuoso se distanció de algunos de sus compañeros generacionales. En 1922 se incorporó como Abogado sustentando su tesis sobre “El Sindicalismo”. En 1918 colaboró en “La Revista” denunciando el anquilosamiento de la Universidad Ecuatoriana.

En 1923 contrajo matrimonio con Esther Silva Burbano, dama de origen guarandeño y propietaria de una pequeña casa en la antigua quebrada de Jerusalem, hoy calle 24 de Mayo. Velasco desempeñaba la secretaría de la Asistencia Pública y ya se distinguía por su genio y figura. Luego fue Asesor de la Municipalidad de Quito y miembro del Consejo de Estado, dándose a conocer en los medios políticos por sus vibrantes arengas que también le acarreaban enemistades y recelos en un medio tradicional que no estaba preparado para esa clase de genialidades; sin embargo, los conservadores no le perdían de vista y hasta le llegaron a considerar uno de los suyos en recuerdo a la activa militancia de su padre.

En 1926 comenzó a escribir una columna denominada “Acotaciones” para el diario El Comercio de Quito, con estilo apasionado, convincente, frase incisiva, erudicción sin igual. Su seudónimo “ Labriolé” pronto se hizo famoso en todo el país.

En 1.929 escribió “Democracia y Constitucionalismo” y al año siguiente “Meditaciones y Luchas” y “Cuestiones Americanas” donde campean sus ideas arielistas por una América Latina mejor, junto a un humanismo de tinte liberal y enciclopédico, muy dieciochesco, que supo mantener hasta el final de sus días.

En 1931 su matrimonio andaba mal pues a pesar que su esposa hablaba el francés y había viajado y conocido el viejo continente, nada más las diferencias culturales los separaban. Entonces decidió partir a Francia con el ánimo de perfeccionarse en ese idioma y conocer la ciudad luz. En Paris asistió en grave pobreza y necesidad a los cursos libres de Humanidades que se dictaban en la Sorbona y en 1933, tras la derrota de los compactados de Neptalí Bonifaz en la guerra de los cuatro días, sus amigos lanzaron su candidatura a Diputado y ganó las elecciones. Enseguida lo mandaron a llamar con el Cónsul en París Carlos de Sucre y Sotomayor, quien pudo dar con él tras intensa búsqueda, le dio dinero prestado para el pasaje de vuelta, y lo mandó al Ecuador.

En Quito combatió ardorosamente al gobierno del Presidente Juan de Dios Martínez Mera por haber surgido del fraude electoral, con numerosos votos de desconfianza contra sus gabinetes. La situación se tornó muy crítica. Martínez Mera intentó conseguir el apoyo del ejército y al no encontrarlo renunció. El nuevo Encargado del mando supremo Dr. Abelardo Montalvo convocó a elecciones y Velasco lanzó su candidatura consiguiendo un amplio apoyo popular. Ya estaba separado de su esposa y se había convertido en una de las más discutidas personalidades de la política ecuatoriana.

En las elecciones triunfó con 50.880 votos contra el socialista Carlos Zambrano Orejuela y el comunista Ricardo Paredes, entonces realizó una gira internacional y ascendió al poder el lo. de Septiembre de 1934, mas, al poco tiempo, ordenó algunas prisiones y hasta clausuró ciertas publicaciones que le hacían oposición de poca monta calificándolas de indecentes pasquines y por proclamarse dictador el 20 de Agosto de 1935, sin contar con el apoyo de la alta oficialidad, lo detuvieron y llevaron al cuartel “Chimborazo” donde fue prácticamente obligado a renunciar antes de salir deportado a Colombia. Su administración había durado once meses, después escribiría: “ Me precipité sobre las bayonetas”.

En el destierro ejerció el magisterio en la población de Sevilla y dictó varias cátedras pero su espíritu ambicionaba espacios mayores y emprendió viaje a Buenos Aires donde editó “ Conciencia o Barbarie” situándose entre los más importantes ensayistas del continente. Ya tenía un nombre internacional, era uno de los más espléndidos pensadores de latinoamérica y le fueron ofrecidas varias cátedras en los cursos libres que se dictaban en la Universidad de la Plata, pero una aguda depresión le tenía postrado, casi al borde del suicidio, cuando conoció a una de sus alumnas Corina del Parral Duran, de las más antiguas familas de Bahía Blanca y La Plata, quien sabía cantar y acompañarse al piano, leía mucho, hacía poesías con el seudónimo de “Alma Elios” y hasta había militado en las juventudes socialistas de su Patria. Pronto surgió la admiración en ella y solo después de unas vacaciones en mar del Plata Velasco logró superar su crisis y escribió a su madre: “Corina y el mar me han salvado”, planteando el divorcio a su esposa con grave escándalo nacional, pues era el primer ex presidente de la República que lo hacía.

En 1937 contrajo nupcias en Montevideo porque en la Argentina no se reconocía el divorcio y se instaló a vivir feliz y tranquilo con nueva su esposa en Buenos Aires.

En 1939 editó “Aspectos de Derecho Constitucional” que fue declarado texto en las Universidades de ese país y habiéndose convocado a elecciones presidenciales, sus partidarios le llamaron al Ecuador, interviniendo contra el liberal Arroyo del Río y el conservador Jijón y Caamaño a quienes logró derrotar pero le hicieron fraude y resultó perdedor. Entonces los aviadores se rebelaron en Quito y al ser dominados, Velasco tuvo que salir al exilio a Colombia por la frontera norte.

Nuevamente en el exterior volvió a trabajar de profesor y en 1943 editó “Lecciones de Derecho Político”, “Expresión Política Hispanoamericana”, “Experiencias Jurídicas en América” y “Derecho Internacional del Futuro”, textos que revelan la amplitud de sus conocimientos jurídicos y humanísticos. Después radicó en Santiago de Chile en abierta oposición al gobierno de Arroyo del Río v habiendo publicado un Programa que fue del agrado de Acción Democrática Ecuatoriana ADE., esta agrupación lanzó su candidatura presidencial desde Guayaquil para el período de 1944-48. Entonces Velasco dijo; “Denme un balcón y volveré a la Presidencia”, mas el gobierno, intentó hacer fraude en favor del candidato oficial Miguel Angel Albornoz y la situación se tornó tan tensa, que en la noche del 28 de Mayo de 1944 ADE alentó al pueblo guayaquileño a que saliera a las calles y se tomara el cuartel de los Carabineros y la sede de pesquisa, produciéndose escenas sangrientas que terminaron con la caída del gobierno al día siguiente.

De inmediato Velasco se movilizó por la frontera de Colombia y habiendo arribado a Quito “a fin de crear una Patria nueva” fue proclamado Presidente por Julio Teodoro Salem. Posteriormente vino a Guayaquil y recibió la aclamación de las masas. Pedro Saad dijo entonces: “Todo el poder para Velasco”.
Este segundo mandato no le fue exento de contradicciones pues si bien es cierto que fomentó la producción e inició el plan vial del país, fundó la Casa de la Cultura Ecuatoriana y aumentó el número de maestros y profesores, por temor a la oposición del Congreso viró primeramente a la derecha y luego se proclamó dictador el 30 de Marzo de 1946 a instancias de su Ministro de Gobierno Dr. Carlos Guevara Moreno, quien inició una despiadada persecución de las izquierdas. Entonces sus opositores le gritaron: “Papagayo, se te han caído las plumas rojas”. Sin embargo volvió el 47 al régimen constitucional para sostenerse en el poder y hasta alejó a Guevara del país, pero su gobierno se había debilitado y de todas maneras fue depuesto por su Ministro de Defensa, Coronel Carlos Mancheno Cajas la noche del 23 de Agosto de ese año y otra vez tuvo que partir al exilio en Colombia y luego vivió en Buenos Aires.

 

Mientras tanto había caído Mancheno y ascendido interinamente el Vicepresidente Mariano Suarez Veintimilla, quien lo hizo con la renuncia firmada para que el Congreso designara a Carlos Julio Arosemena Tola por el año que faltaba a Velasco. El 48 triunfó Plaza Lasso en las elecciones y gobernó cuatro años el país en medio de la bonanza económica que proporcionaba el banano.

En 1951 Velasco publicó “Tragedia humana y Cristianismo” y en las elecciones del 52 derrotó al conservador Ruperto Alarcón Falconí por amplio margen, asumiendo por tercera vez la presidencia y aunque soportó la ruda oposición de los políticos logró terminar su período en 1956 con gran popularidad, gracias a las condiciones económicas favorables.

En las elecciones de ese año, que manejó con criterio maquiavélico, lanzó a José Ricardo Chiriboga Villagómez de candidato chimbador y a Carlos Guevara Moreno fortaleció mediante el pacto con los Caciques, por lo cual el liberal Raul Clemente Huerta no pudo derrotar al conservador Camilo Ponce Enríquez que asumió el poder tras discutidos escrutinios, donde se habló mucho de un fraude electoral realizado en la provincia de Loja por el cura Armijos Valdivieso.

Velasco Ibarra (parte 2)

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Nuevamente en Buenos Aires, Velasco vivió en suma pobreza pero rodeado del cariño de su esposa y del respeto de la sociedad bonaerense que reconocía en él al maestro, al filósofo y al pensador continental. 

En 1960 volvió a la palestra política y derrotó al conservador, Gonzalo Cordero Crespo también por amplia mayoría, en binomio con el Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy, pero al poco tiempo estalló el grave escándalo denominado de la Chatarra, material bélico adquirido con sobreprecio por el Ministerio de Defensa. Arosemena se erigió en el fiscal de la conciencia ciudadana liderando una oposición tenaz desde el Congreso. Velasco cometió el error de clausurarlo pocos días antes de que finalizara sus labores, medida que fue rechazada por el pueblo y por la Fuerza Aérea y dio como resultado sangrientos enfrentamientos con el populacho y fue derrocado el 7 de noviembre de 1961 de manera que tuvo que regresar a Buenos Aires. Arosemena duró dos años hasta 1963 en que ascendieron los militares con el apoyo de los Estados Unidos y la central de Inteligencia Americana CIA. en 1966 subió interinamente Clemente Yerovi Indaburu, para dar paso el 67 al presidente constitucional Otto Arosemena Gómez que llamó a elecciones por el período 68-72. Velasco estaba viejo pero no anciano y en las elecciones triunfó como era su costumbre, aunque por pequeño márgen de votos contra el candidato liberal Dr. Andrés F. Córdova y empezó a gobernar sin problemas. 

El país tenía una economía más o menos estable, aunque se rumoraba las ingentes riquezas provenientes del petróleo y esto hizo que la codicia de algunos militares se alborotara y le apoyaran en un proyecto descabellado de dictadura personal que abortó exitosamente el 22 de Junio de 1970 ocasionando que el Vicepresidente de la República Dr. Jorge Zavala Baquerizo pasara a la clandestinidad por varias semanas y que el Congreso Nacional dejara de sesionar, también dispuso la destitución del Alcalde de Guayaquil Francisco Huerta Montalvo y del Prefecto Provincial Assad Bucaram, quien se había convertido en líder nacional por su honorabilidad e inteligencia. 

Su dictadura nació marcada por el sino del fracaso pues se apoyaba estrictamente en los militares. El pueblo jamás aceptó ese tipo de maniobras que en ningún caso llevaban a nada útil, ya que la constitución preveía los mecanismos legales conducentes a la superación de cualquier crisis; sin embargo, Velasco confiaba plenamente en los adulos del alto mando, el 71 devaluó la moneda y de allí en adelante los continuos abusos y desaciertos de su impulsivo sobrino y Ministro de Gobierno Jorge Acosta Velasco, le llevaron de tumbo en tumbo hasta que el 15 de Febrero de 1972 fue derrocado por el General Guillermo Rodríguez Lara, su incondicional admirador y adulón hasta la víspera. A ese golpe militar el pueblo denominó “El Carnavalzo” por haberse ejecutado en esas fiestas. 

De 79 años de edad y sin un céntimo en el bolsillo, pues la pensión mensual de ex presidente de la República la había cedido años atrás a unas monjas de Quito, Velasco viajó a Panamá y de allí nuevamente a Buenos Aires, sin retomar las cátedras por su avanzada edad. 

Vivía para sus lecturas y sus libros, hablando poco en su hogar. Su fiel y amorosa esposa lo cuidaba y protegía y juntos formaban una gentil pareja que se querían aunque sin hijos, pero la desgracia azotó ese hogar cuando la tarde del 7 de Febrero de 1979 doña Corina falleció accidentalmente atropellada por un bus y Velasco no pudo soportar tanta soledad y tristeza. 

Sus sobrinos Acosta Velasco lo trajeron el día 15 y en el aeropuerto de Quito exclamó: “Vengo a meditar y a morir” y así ocurrió pocas semanas después el viernes 30 de Marzo, a causa de una úlcera perforada, tenía 86 años de edad y las gentes dieron en decir que “había muerto de amor”. Fue el final de una romántica historia que había durado 42 años. Murió pidiendo perdón y perdonando según confidencias de su amigo el sacerdote dominicano Luis Tipan Rojas que lo ayudó en sus últimos momentos.

Alto y delgado. Blanco, pelo y bigote cano. Sus gestos violentos y teatrales pero no estudiados sino naturales, al punto que un sobrino de él los ha heredado. Viril y elegante, siempre tuvo fama de ello. Parco para el beber y el comer, a duras penas un consomé, alguna ensalada verde, una copita de vino. Sus trajes impecables y de casimir inglés, corbatas excelentemente anudadas. Buen lector, expositor y orador de salón y barricada. Amplio y generoso en sus concepciones filosóficas, creyó en el alto destino del género humano y en el fin último de la divinidad. Soñador eterno, tenía fe en la juventud y en los militares, que siempre se le portaron con gran bellaquería. Defensor de sus inmediatos colaboradores que también traicionaban sus ideales. Erró mucho por no ser un buen administrador y su vehemencia le llevaba a cometer excesos y a avasallar a los congresos, improntus que el pueblo calificaba de locuras, cuando en realidad eran actos primarios originados en su insufrible egolatría. 

Fue amado por las clases populares y las amó con igual intensidad al punto que sinceramente sufría por ellas cuando no podía hacer todo lo que ambicionaba en su beneficio. Su talento clarísimo, su erudicción europea, tuvo don de gente y de mando, caballerosidad sin límite, honradez a toda prueba; jamás poseyó apetencias económicas pues era todo espiritualidad, patriotismo, decoro, dignidad y pobreza; no aceptaba chistes ni chascarrillos, ni se supo que fuera un conquistador aunque era gentilísimo con las damas que mucho lo quisieron en secreto y en su primera magistratura mantuvo un affaire con una lejana sobrina.

Desarrolló la vialidad del país, construyó escuelas, visitó los pueblos más alejados a lomo de mula o en caballo, con frío o calor, animosamente, llevándoles un mensaje de ecuatorianidad inolvidable. Amó las obras públicas y edificó puentes, camino y edificios. Respetó a la historia y a sus figuras cimeras, veneró la memoria del Libertador, de Rocafuerte, García Moreno y González Suárez. Siempre se expresó bien de Montalvo.

No dejó partido alguno pues antes de morir declaró “El velasquismo muere conmigo” lo que revela egolatría o quizá; una humildad verdadera. Jamás ganó un centavo con su pluma pues prodigaba artículos, escribía libros y los obsequiaba. Sus libros le revelan fino estilista y pensador profundo. Un gran hombre, quizá el mayor ecuatoriano del siglo XX. Tuvo un entrañable amor a su madre y a doña Corina a quienes admiraba con vehemencia. 

Creyente sincero y cristiano espiritualista e iluminado, tradicionalista, al final de sus días llegó a extrañarse de cosas tan sencillas como ver un cura con bigotes, cosa que le produjo una sorpresa inaudita y se repetía: “ ¿Un cura con bigotes?”. 

No ha tenido un crítico ni un biógrafo, aunque sus familiares publicaron sus obras completas en varios volúmenes. 

Tiene estatuas y bustos en muchos puntos de la Patria pero nunca dialogó ni con el pueblo ni con los jóvenes, sino consigo mismo y era tan grande su poder de convicción que las gentes creían participar de un diálogo cuando solo era un monólogo. 

Sus ideales entraban siempre en contradicción con la realidad que él llamaba razones políticas y de haber tenido un ámbito mayor, un escenario mejor, hubiera brillado en el mundo. 

Lamentablemente y en forma concomitante con todos sus buenos atributos, poseía un carácter inestable, cambiante e impulsivo y más ansias locas de poder, al punto que a veces esta megalomanía adquiría la categoría de delirante y entonces erraba pues confundía el alto destino histórico de la Patria con sus obsesiones personales, siempre insatisfechas de mejor poder, por eso nunca se avino con los Congresos ni toleró a los presidenciales, pues se sentía el único llamado, el mesiánico, aparte de que su sexualidad errática de aquellas que Gregorio Marañón calificó de estados intersexuales, le llevaba a próximos y a continuos arranques y euforias que a veces se tornaban incontrolables. 

Su formación conservadora, respetuosa de las jerarquías, permaneció inmanente en su pensamiento; más la permanente revitalización de sus lecturas le hicieron superar esas fallas, aunque manteniendo siempre tensiones que se traslucían en violentas emociones cuando solo eran la prueba exterior de su genialidad que sobrevivía a los cambios de su tiempo. 

No creyó en la democracia como forma de gobierno sino como tesis filosófica y en el diario gobernar a veces se llevaba por el sentimiento y tomaba el atajo fácil de la dictadura, pues no pactaba, por principio, con la oposición. 

Esteta en lo más puro de la concepción, amaba lo bello y lo verdadero. Creía en un Dios justo, luchó por el triunfo de la verdad que para él siempre fue la equidad. Su anecdotario, entresacado del pueblo que aún lo recuerda, no tiene fin. En las exageraciones se parecía mucho a su padre a quien; sin embargo, trataba de no recordar, por sus excesos de eticismos.

Manuel Araujo Hidalgo

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MANUEL ARAUJO HIDALGO
POLITICO.- Nació en el Angel, Provincia del Carchi, el 26 de Julio de 1.920. Fueron sus padres Gonzalo Araujo Pazos, carchense que estudió en el Seminario San Luis de Ibarra a instancia de su tío Sacerdote Elíseo Araujo Padilla, pasó a Quito, vivió en el palacio Arzobispal protegido por González Suárez y estudió derecho en la Universidad Central. En 1.910 obtuvo despachos de Teniente de Reserva durante la movilización nacional.

Posteriormente se graduó de Licenciado y egresó pero no quiso ejercer la profesión prefiriendo la cátedra de Filosofía en el Colegio Bolívar de Tulcán, ya estaba casado con la quiteña Ana Maria Hidalgo Correa, a quien conoció cuando ella era estudiante del Conservatorio Nacional de Música pues tocaba muy lindo el piano.

Araujo Hidalgo creció en casa de su abuelo paterno Amable Araujo Padilla (1) Las primeras letras le fueron enseñadas por el profesor Luna de San Gabriel, luego pasó a la escuela Bolívar de El Angel, y de allí fue mandado por su abuelo Amable a estudiar para jesuita en el Colegio Loyola de Cotocollao, aprobando hasta el cuarto curso, pero sus ideas socialistas tomadas de su padre entraron en pugna con dicho ambiente y se cambió al ‘Teodoro Gómez de la Torre» de Ibarra donde rehabilitó sus estudios.

El último año lo hizo en el Mejía de Quito, se dedicó a repartir unas hojas volantes del partido socialista contra la dictadura de Páez y fue apresado por la policía. «Los pesquisas me agarraron por la cabeza y me pusieron debajo del sobaco pues siempre he sido chiquito de estatura» y el


(1) Conservador, Comandante de uno de los batallones que fueron derrotados en 1.924 en la batalla de San José de Ambi, por lo que guardó prisión, casado con Victoria Pazos Cabezas.

Intendente Virgilio Guerrero, al verme de pantalón bombacho me increpó y yo le respondí. ¡Que quiere que haga, yo lucho contra la dictadura! y debí convencerlo pues ordenó mi inmediata libertad».

Poco después se graduó de Bachiller e ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central. «En 1.939 mi profesor de Economía Política, Jaime Chávez Granja, me llevó a trabajar de corrector nocturno de pruebas al Diario El Día de Ricardo Jaramillo, con S/. 40 mensuales de sueldo. Yo estaba pobre, mi abuelo me había retirado su ayuda en razón de mis ideas políticas y mi padre vivía abrumado de hijos. Una noche ocurrió que mientras trabajaba, sintonizando una estación de radio mexicana me enteré de la invasión de Hitler a Polonia y del comienzo de la II Guerra Mundial, entonces hice parar la edición y coloqué en primera página y a ocho columnas la noticia. Al día siguiente ningún diario la traía. El Día fue peleado por las gentes. Don Ricardo me mandó a llamar muy disgustado y me dijo: eres un muchacho irresponsable, caramba. Yo le contesté: Esperemos a ver que dicen los despachos de la UPI de las 10 de la mañana y como llegó la confirmación. El Comercio sacó una edición extra a las doce, dándonos la razón y a mí me subieron el sueldo a S/. 80 y me cambiaron a las mañanas. Entonces alquilaba un cuarto en una residencial y comía con tarjeta en el restaurant Viña del Mar de la calle Manabí, propiedad de un señor Castrillón».

«El 41 los de El Comercio me llevaron como Cronista Político a la Cámara de Diputados, con S/.300 de sueldo. Arroyo gobernaba con las facultades Omnímodas y dicha Cámara se instaló en sesión secreta para resolver si se las prorrogaban o no. Yo me escondí detrás de unas cortinas gruesas y escuché los debates memorizando los nombres de los diputados que votaron a favor. Al día siguiente salió la noticia a ocho columnas en El Comercio y los de la Cámara acusaron de infidente al Secretario Wilson Vela Hervas que no había abierto la boca. Así fue como me subieron el sueldo a S/. 500 mensuales».

«El 28 de Mayo de 1.943 se produjo una manifestación en Quito y a un Capitán Lombeida se le escapó un tiro que le entró en la frente a la señorita Carmen Espinosa ocasionándole la muerte de contado. Yo estaba presente y di la noticia que salió el 29, entonces el dicho Capitán y varios Carabineros fueron a El Comercio y me tomaron preso por pocas horas en un calabozo frío y húmedo con Eduardo Chalén de El Universo, pues nos sacó en la madrugada Carlos Mantilla Ortega. Sin embargo Chalén, que no era joven, cogió una pulmonía y falleció, siendo el asunto muy comentado».

«El 28 de Mayo fui el primero en conocer la renuncia de Arroyo y llevarla a El Comercio, trasmitiéndose a través de las ondas de Radio Quito, luego fui el primer periodista ecuatoriano en entrevistar a Velasco Ibarra cuando entraba por Guayllabamba».

«Un día del 45 Velasco indagó a varios periodistas: ¿Quién es el cronista de El Comercio? y al saber que yo era me hizo entrar a su despacho y me preguntó qué dónde había estudiado. Yo le respondí: !En el Loyola, con Espinosa Pólit! y Velasco dijo: Con razón, señor, con razón. Ud. es el único que copia mis modestos discursos y declaraciones a la perfección. Lo felicito».

«Dos semanas después me mandó a llamar nuevamente para proponerme la jefatura de la Sala de Prensa de la Presidencia en reemplazo de Alejandro Carrión y como me excusé, pues en El Comercio tenía garantizada la terminación de mi carrera profesional, le pidió al Ministro de Gobierno Guevara Moreno, que me convenciera. Entonces Guevara me garantizó que estaría seguro en el cargo y acepté».

En la Sala sacaba diariamente un boletín de prensa y ocurrió un día que el corrector de pruebas se equivocó en un documento de los socialistas y lo cortó. El asunto pasó a mayores porque el Dr. Emilio Gangotena protestó a nombre de ese partido y Velasco me canceló, pero al día siguiente me mandó a llamar arrepentido y me nombró Ayudante General de la Secretaría General de la Presidencia con más sueldo, S/. 800 al mes.

En eso vino el golpe dictatorial del 30 de Marzo del 46 y se convocaron a elecciones. Los conservadores ganaron y teniendo mayoría en las Cámaras quisieron elegir presidente de la República al Dr. Manuel Elicio Flor, pero Guevara se opuso y los obligó a votar por Velasco, ganándose la enemistad de ellos, que pidieron su cancelación y Velasco lo mandó de Embajador a Chile y a mi me hizo dar una beca para que prosiguiera mis estudios en la Universidad de Buenos Aires, conjuntamente con otros como Antonio Oquendo alumno de la Facultad de Medicina de Cuenca; Manuel J. Real y Alfonso Roldós Garcés de Leyes y Medicina de Guayaquil y José Pallares de Ingeniería de Quito».