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José Joaquín Pino de Icaza

Posted in poetas ecuatorianos with tags , on octubre 12, 2008 by edmolin657

JOSE JOAQUIN PINO DE ICAZA
POETA.- Nació en Guayaquil el 30 de Enero de 1.902 en la casa de su abuela Rafaela Roca Molestina ubicada en el barrio del Astillero donde hoy se levanta el edificio de «La Universal» y su crianza fue confiada a la doméstica Rufina Mazzini. Hijo legítimo de José Gabriel Pino Roca, historiador y tradicionista que realizó la trascripción paleográfica de las Actas del Cabildo de Guayaquil y de Dolores de Icaza Bustamante, guayaquileños.

Desde 1.908 ingresó al Colegio de los Hermanos Cristianos ubicado detrás de La Catedral. En 1.913 su familia se cambió al centro donde vivía la tía Dolores Icaza de Olmedo, casa de la familia Burbano, frente al Parque Seminario. Allí se zafó el brazo a consecuencia de una rodada de escaleras.

En 1.914 ingresó al Vicente Rocafuerte y tuvo de profesor de Gramática y Preceptiva Literaria a Gustavo Adolfo Lemus. Por las noches aprendía francés con su padre, que en las navidades le obsequiaba rompecabezas con mapas y escenas de la historia de Francia comprados por catálogo en los almacenes «Bond Marché» y «Galería Lafayette» de París.

En 1.916 comenzó a componer versos y su familia se cambió a una casa de madera qué aún existe en la calle Panamá casi al llegar a Junín propiedad de la familia Rohde. Entonces escribió sus primeros sonetos que publicó en las revistas «Patria» de Carlos Manuel Noboa y «Helios» de Carlos F. Granado y Guarnizo y se incorporó al grupo de poetas modernistas. Su padre no miraba con gusto estas actividades literarias que distraían la atención de su hijo de los estudios; sin embargo, tan fuerte era su vocación por la poesía, que no pudo alejarse de ella y siguió escribiendo sonetos perfectos que enviaba a las revistas «Juventud» de Quito y «Proteos» de Guayaquil.

En 1.919 se dio a conocer en «La Idea» de Quito que dirigía Alejandro Andrade Coello, profesor en el Colegio Mejía. Pino Icaza ya era «dueño de un sonetario musical y simbólico que por su anhelo de perfección evoca el gusto del Parnaso; amigo de Medardo Ángel Silva y señalado como casi todos los de esta generación, por los índices de precocidad». Ese año colaboró en la revista «Juventud Estudiosa» de Teodoro Alvarado Olea y José de la Cuadra.

Igualmente colaboró en la revista quiteña «Caricatura» que dio el comentario humorístico al decir de Augusto Arias. En la revista «La Campana» publicó una parodia del poema «Plegaria Lírica» de José María Egas, que le valió la formal reprimenda del Gobernador del Guayas, Enrique Baquerizo Moreno, aludido en la burla.

En 1.920 colaboró en «Ariel» y dirigió «Los Hermes» revista que circuló más de un año. Entonces, el panorama lírico de Guayaquil estaba formado por Francisco J. Falques Ampuero, Wenceslao Pareja, Miguel E. Neira, José Antonio Falconí Villagómez, Manuel Eduardo Castillo, Medardo Ángel Silva, Carlos F. Granado y Guarnizo, José María Egas, Ernesto Noboa y Caamaño y Miguel Ángel Barona. A este primer grupo se sumaron, justamente con «Los Hermes», Aurora Estrada y Ayala, Enrique Segovia, Alfonso A. Irigoyen, Leopoldo Benites Vinueza, Miguel Augusto Egas (Hugo Mayo) y desde Quito: Sergio Núñez, Rafael Coronel y Ricardo Alvarez; pero andaba tan ocupado en estos quehaceres, literarios que no aprobó Matemáticas en el sexto curso y no se gradúo de Bachiller. En “Los Hermes” publicó numerosas composiciones de fina factura versallesca.

En 1.921 ingresó al Banco Comercial y Agrícola por cortos meses pues prefirió trabajar en «El Telégrafo» donde alternó con lo más notable de la política y la intelectualidad guayaquileña en alegres noches de bohemia literaria y con algunos de sus compañeros se deleitó con los placeres de la fina bohemia en «El Búho» salón ubicada en Diez de Agosto, al lado de «El Telégrafo», donde probó por primera vez la morfina con Enrique Segovia y Adolfo H. Simmonds. Mientras tanto había completando su formación cultural con autores clásicos y modernos; lector incansable, llevaba libros al comedor para no perder ni siquiera esos momentos.

Para 1.924 su nombre había alcanzado una justa fama y figuró en la «Selección de Modernos Poetas y Prosistas Ecuatorianos» publicada por la Sociedad de Escritores de Quito, donde se dijo: «Nos ha dado hermosas muestras de su delicado sonetario galante y en su blasón lírico ha enredado las ramas de los jardines de Versalles con el pífano del trópico».

En 1.926 quiso publicar sus poemas en un parvo volumen titulado «Sándalo» pero varias urgencias económicas se lo impidieron. En 1.927 conoció a su vecina Carolina Cantos Cañarte y se enamoró de ella. Ese año envió varias poesías a la revista «Voluntad». Desde 1.928 comenzó a colaborar en la revista «Páginas Selectas» que se editaba en la imprenta del «El Telégrafo».

Entre 1.930 y 32 nuestro país vivió una de las etapas más pobres y tuvo que trabajar para sobrevivir en el Departamento Municipal de Catastros. En 1.932 pasó a las Aduanas; a los pocos meses el Gobierno rebajó los sueldos de los burócratas y fué comisionado por los compañeros de oficina para viajar a Quito y presentar una protesta conjunta, que le ocasionó su inmediata cancelación. Mientras tanto un amigo le había obtenido colocación en la capital y con esa promesa regresó al puerto el 19 de Enero de 1.933 contrajo matrimonio con su novia Carolina, y juntos viajaron a Quito, encontrándose con la sorpresa que el empleo prometido había sido concedido a otra persona.

En tan crítica situación el Ministro de Educación Leopoldo Izquieta Pérez lo nombró profesor de un colegio secundario de Guaranda, donde estuvo cinco meses hasta julio, que se terminó el curso lectivo de la sierra. Había cerrado su mejor etapa lírica, la modernista. Las urgencias y estrecheces de la vida acabaron con un gran poeta.

Entre 1.934 y 1.942 trabajó en labores oficinescas en el Consejo Provincial del Guayas. En 1.942 el rector del Vicente Rocafuerte le solicitó que aceptara las cátedras de Historia y Literatura Universal, que desempeñó brillantemente hasta su muerte.

En 1.944 figuró en la «Antología de Poetas Ecuatorianos» editada por el Ministerio de Educación y publicó varios relatos históricos que aparecieron en sucesivas entregas con el nombre de «Rostros antiguos y papeles viejos».

En 1.945 editó en la Revista del Vicente Rocafuerte «Dos mujeres y dos ciudades» en 16 págs. que levantó polvareda regionalista por plantear que el Mariscal de Ayacucho, al preferir a Mariana Carcelen sobre Pepita Gainza, había convertido a Quito en centro y eje de esta región, y «Algunos Hermes del Modernismo – La tragedia de nuestra generación» en 47 págs., donde analizó «el aporte de los poetas de la generación modernista y post modernista frente a la incomprensión de un medio hostil».

Entre 1.947 y 49 fue profesor de la recién fundada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil. En 1.948 salió en la misma revista del Vicente «Estudios Literarios. Poetas de Guayaquil».

En 1.949 «Romance del General Eloy Alfaro» primera de sus composiciones escritas a la nueva manera, guiado por su amor a la España peregrina, donde se mostró muy inferior a su primera etapa lírica.

En 1.951 volvió sobre el tema con «Romance de la Mamita Lola», poesía intimista y familiar, de casa adentro, fácil, ameno y juguetón, sin el Barroquismo de sus años iniciales.

En la década de los años 50 se dedicó a dictar conferencias sobre literatura francesa en un localito de la calle Chimborazo casi al llegar a 9 de Octubre, donde años atrás había funcionado el teatro Aladino. También colaboró en la revista radial «Vida Porteña» y fue uno de los fundadores de «Aliance Francaise» de Guayaquil.

En 1.951 conoció al Dr. Carlos Guevara Moreno que estaba detenido por razones políticas en la Cárcel Pública Municipal y poco después ingresó a la Concentración de Fuerzas Populares, con Rosa Borja de Ycaza se convirtieron en el soporte aristocrático y al mismo tiempo cultural de dicho partido populista.

En 1.955 editó «Una interpretación de Medardo Ángel Silva» en 30 págs. y fue electo Concejal del Cantón Guayaquil. Entre 1.955 y 57 dirigió la revista «Trópico», colaboró en el diario «La Prensa» y en el suplemento literario de «La Nación» bajo el seudónimo de José Tanensberg.

En 1.957 sorprendió a la opinión nacional con su libro ‘Tres constructores de la República» en 134 págs. que dedicó a Guevara Moreno. En esta Obra Pino Icaza manifiesta ser un conocedor de la Historia ecuatoriana al trazar los principales rasgos biográficos de Rocafuerte, Montalvo y Carbo. Ensayo escrito a la luz de un profundo y bien formado criterio, en brillantísimo estilo oratorio, vibrante, inflamado. Por este libro se situó entre los principales estilistas ecuatorianos en lo que va de este siglo. Ese año fuí su alumno de Literatura Universal en el sexto curso del Colegio Vicente Rocafuerte. Ela maestro subía lentamente al tercer piso por un pertinaz enfisema que lo acosaba.

El 28 de Junio le fueron concedidas las Palmas Literarias de la Academia Francesa. En 1.958 fue reelecto Concejal del Cantón y salió designado Diputado por la Provincia del Guayas. A principios de febrero de 1.959 se cambio a una villa propia adquirida con un préstamo al Seguro Social y como presintiendo un cercano fin exclamó: «Mi tío Pancho dice: Jaula nueva, pájaro muerto». El 25 se levantó a eso de las cinco de la mañana porque se ahogada. Su esposa lo sopló con un abanico y como se mejorara, dijo: «Voy a mi cuarto» refiriéndose a la biblioteca- pero al caminar unos cuantos pasos cayó muerto, como fulminado por un rayo, a consecuencias de un infarto; cumpliéndose lo que siempre había deseado, morir de improvisto. Se llamó entonces al Dr. Falconí Villagómez y a sus hermanos, pero todo en vano.

Fue un finísimo cincelador del soneto modernista; amigo de la parquedad, su obra poética se encuentra dispersa, sólo se le conocen 14 sonetos y 3 romances. Catedrático eminente y hombre de cultura enciclopédica. Gran orador, desde joven congregaba entusiasta auditorios cada vez que conversaba de Literatura. Aún se recuerda su improvisación en el salón de Honor de la Municipalidad de Guayaquil cuando en 1.956 se brindó el Homenaje Nacional a Monseñor Domingo Comín, Obispo Misionero de Méndez y Gualaquiza. Como dramaturgo estrenó en el teatro 9 de Octubre «Al claro sol de los recuerdos»-poemas en prosa- obra calificada de simbolista y que adecuó para la escena el joven escritor y artista, José Guerra Castillo, (a) Curro Montes.


Al tiempo de su fallecimiento aunque su aspecto denotaba un singular cansancio producto del mucho fumar cigarrillos negros, de un enfisema pulmonar bastante avanzado y de la morfina que jamás dejó, se mostraba alegre y hasta optimista, tenía pensado publicar su poemario «Sándalo», que aparecería años después -1.975- editado por mí (1) en 1.945, una autobiografía y varios ensayos históricos y hasta había ordenado algún material. De piel tostada, estatura más baja que alta, voz grave, andar lento y con bastón a causa de una úlcera varicosa; ojos, pelo y bigotes negros, mirar inteligente y cansado, hablar fluido; enemigo de las disciplinas supo inculcar a sus alumnos el amor a la belleza, el cultivo de las letras y el goce de los placeres superiores del espíritu.


(1) En la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, en 78 págs.

Jorge Enrique Adoum

Posted in poetas ecuatorianos with tags , , on octubre 12, 2008 by edmolin657
JORGE ENRIQUE ADOUM
POETA.- Nació en Ambato el 29 de Junio de 1926. Hijo legítimo de Jorge Elías Francisco Adoum, inmigrante libanés venido al Ecuador donde hizo traducciones del árabe, pintó, esculpió, compuso música, practicó la medicina naturista, escribió más de 40 volúmenes sobre ciencias ocultas y masonería firmados con el nombre de Mago Jefa, puso consultorio privado de hipnotismo, magnetismo y sugestión, realizó numerosas curaciones consideradas en su tiempo como milagrosas y en 1945 viajó a Chile, Argentina y Brasil, falleciendo en Río de Janeiro en 1958 cuya biografía puede verse en este diccionario y de Juana Auad Barciona, fallecida en 1953 (I).Inició sus estudios en el pensionado Juan León Mera de Ambato. En 1935 su familia se trasladó a Quito y allí terminó la primaria con un profesor privado, Víctor Félix Toscano. «Cuando, adolescente, comenzó mi vicio por la lectura, encontré en una librería un pequeño volumen de poemas eróticos escrito por mi maestro, lo que me sobrecogió”.

«El director de la escuela fiscal donde estudiaban mis hermanas menores me prestó Cumandá cuando yo tenía unos 12 años. La leí en dos días y no lo creyó, por lo que jamás volvió a prestarme libros. Pero un medio hermano mío, Carlos Olmedo Villamar, mayor que yo, compraba para nosotros los chicos la revista El Peneca y para él Leoplán, que traía una novela en cada número. En vacaciones, yo leía una por día».

(1) Juana Auad Barciona, casó primero con Luis Villamar, con hijos en Machala y viuda caso por segunda vez con Jorge Elias francisco Adoum.

“Por haber entrado a la escuela directamente al segundo grado, puesto que sabía leer, escribir y las operaciones fundamentales, al terminarla sólo tenía 11 años, razón por la que no fui admitido en ningún colegio, debiendo pasar tres años como oyente en el San Gabriel. Eran los años de la guerra civil española y allí nos obligaban a comprar y leer relatos falangistas, pero los amigos viejos del barrio —mecánicos, carpinteros, herreros— me explicaron lo que estaba en juego en ese conflicto. En el colegio habían concursos anuales de literatura – poesía y prosa – que ganaba con cierta frecuencia. Mi primera poesía tituló “Canto a la Dolorosa”, fue una etapa de escritura instintiva todavía tradicional. Cuando tras de los jesuitas fui alumno de Humberto Salvador en el Instituto Nacional Mejía, dicté en el teatro Sucre dos conferencias: una sobre Stefan Zweig que acababa de suicidarse en Brasil por temor a la victoria del nazismo y otra sobre Dostoievsky. Por entonces comencé a escribir ensayos sobre los temas más diversos y que conocía poco. Un día, cuando un amigo de casa expresó una opinión desfavorable sobre algún texto que se me obligó a leer, rompí cuanto había escrito. Esa noche mi padre me dijo: «Si pretendes llegar a ser escritor y ésa es tu reacción, te felicito». Jamás volvió a importarme la crítica, sea favorable o negativa».

«Hacia esa época descubrí con admiración para siempre el psicoanálisis y la filosofía marxista; quise afiliarme al Partido Comunista pero no se me aceptó entonces por ser ¡demasiado joven!. La vida en familia se me había vuelto intolerable, particularmente por la severidad de la disciplina impuesta por mi padre: éramos cinco hermanos y no se nos permitía hablar en la mesa. Un día de 1945 me enteré que un amigo íntimo preparaba viaje a Chile; me fui con él, con mi maleta llena de libros de poesía ecuatoriana. Creo que jamás saqué uno solo de ellos. En Santiago hice de todo: desde mozo de restaurante hasta periodismo. Conocí a Neruda en una cena de despedida que los intelectuales chilenos ofrecían al poeta y embajador argentino Raúl González Tuñón. Meses después, al salir de una conferencia suya «Viaje al norte de Chile», me pidió que «le hiciera de secretario». Aquella fue una experiencia enriquecedora: aprendí que un poeta, inclusive una de los mayores, también debía trabajar sus textos (aunque él corregía relativamente poco) conocí a autores del mundo entero, las ediciones raras e inencontrables. En 1947 Gabriel González Videla puso fuera de la ley a los partidos de izquierda con cuyo apoyo fue elegido Presidente y persiguió a Neruda, entonces Senador de la República, que le había acompañado por todo el país durante la campaña electoral.

Aprovechando esa coyuntura interna, el embajador Carlos Guevara Moreno pidió a las autoridades chilenas que expulsaran del país a algunos estudiantes ecuatorianos, vengándose así cobardemente de discrepancias políticas tenidas antes en Ecuador. Estuve tres meses escondido, durante los cuales Neruda me obtuvo un pasaporte y dinero para el viaje. El 8 de enero de 1948 desembarqué en Guayaquil, frustrado, pobre, desocupado: Pedro Jorge Vera y Alfredo Palacio me dieron de comer y de beber. En mayo de ese año fui nombrado prosecretario del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en octubre vine, con el mismo puesto, a la matriz de Quito». En Noviembre del 47 había fallecido en Guayaquil el gran ideólogo comunista Joaquín Gallegos Lara y su partida comisionó a Adoum para que entrevistara a su madre, a fin de recabar datos y documentos para escribir su gran biografía. Lamentablemente Adoum nunca ha sido biográfico sinó poeta pero no olvido el encargo y con el paso de los años dio a la luz un texto con personajes sobre José Gálves, personaje imaginario aunque muy parecido a Gallegos Lara.

En 1950 ocupó la dirección de la Editorial de la CCE donde se publicaba la revista Letras del Ecuador e hizo derroche de exquisito gusto editorial, desenvolvió su poderosa actitud lírica y tradujo del inglés la poesía difícil pero hermosa de T.S. Elliot, a quien siguió por algún tiempo.

Con César Dávila Andrade, Rafael Díaz Ycaza, Cristóbal Garcés Larrea, Miguel Augusto Egas Orellana, Tomás Pantaleón, Eduardo Ledesma y otros poetas más formó parte del célebre grupo «Madrugada», una antología de los cuales publicó bajo seudónimo de Ricardo Ariel.

En 1948 había contraído matrimonio con Magdalena Jaramillo Cabezas con quien tuvo dos hijas. En 1949 apareció su primer poemario bajo el título de “Ecuador amargo” que significó su revelación como gran poeta reflexivo y maduro a los veintitrés años. Hernán Rodríguez Castelo ha opinado: «Adoum rompió el verso, radicalizó la metáfora y acercó la palabra poética a la voz del habitante de la tierra. Su poemario es un canto inicial a la Patria y desgarrada y honda confesión personal. Visión poética de una realidad hecha de sombras y de gritos, de aconteceres grises, quedando solamente la protesta como vehículo de redención». Neruda le escribió de Chile: ‘Tienes que librarte de un nerudismo que no te hace falta» y Alejandro Carrión, en el Diccionario de la Literatura Latinoamericana – Ecuador, acotó: «Adoum continúo fiel al partido comunista no obstante su sensualidad, su sibaritismo y su innata actitud aristocrática que le hace reacio a toda transacción gregaria».

En 1951 editó otro poemario “Notas del hijo pródigo”, y el 52 inició su serie poético – histórica, que anunció en ocho libros, titulada Los cuadernos de la tierra, con los dos primeros a los que llamó «Los orígenes» – que trata sobre la confederación de tribus anteriores a la conquista de los Incas – y «El enemigo y la mañana», sobre los tiempos del incario.

La crítica saludó unánime a esta nueva voz metálica y obtuvo el primer premio nacional de poesía. Rodríguez Castelo ha escrito que Adoum se anuncia decisivo en su lenguaje lírico, con algo de influencia de Carrera Andrade pero con la novedad de la fuerza de sus expresiones, con sorda y apasionada cólera. El tema es el hombre emergiendo de la tierra como héroe de esos cantos que por eso están poblados de elementos telúricos.

Ese año también publicó «Carta para Alejandra» y en 1953 “Relato del extranjero”. En 1954 Neruda le invitó a Chile junto con numerosos escritores de todo el mundo a celebrar sus 50 años, pero al arribar Adoum al aeropuerto de Santiago fue detenido e interrogado por la policía durante siete horas, al cabo de las cuales fue deportado, pues aun pesaba sobre él el decreto de expulsión pedido por Guevara Moreno. En 1955 tradujo del inglés el libro de la periodista norteamericana Lilo Linke “Viaje por una revolución”, sobre la Bolivia de Víctor Paz Estensoro.

En 1957 dio a luz “Poesía del siglo XX”, recopilación de ensayos sobre diez poetas de este siglo que han influido en la poesía latinoamericana. El 59 editó su tercer Cuaderno llamado “Dios trajo la sombra”, que trata sobre la conquista española. Allí «se liberó de toda influencia anterior para llevar hasta límites estupendos la transmutación lírica y antilírica, épica y antiépica de la crónica y el mito».

 

 

El 60 obtuvo el premio de poesía del primer Concurso latinoamericano de literatura de la Casa de las Américas de Cuba, adquiriendo fama internacional. Mientras tanto había salido de la Casa de la Cultura y trabajaba como editor de literatura médica y de una revista de los Laboratorios Ufe, luego pasó a ser distribuidor de películas de la Columbia Pictures en Quito, pero por haber viajado a La Habana en 1961, a recibir su premio, fue cancelado; ese año salió su cuarto Cuaderno “El dorado y las ocupaciones nocturnas”, sobre el descubrimiento del Amazonas y la colonia, en aliento y tono sostenido, contando esa aventura hacia la muerte, presidida por un sino fatal y luego los días largos, grises y amargos, pictóricos de viejas humillaciones y dolores, que fue el coloniaje. Ese año fue designado Director del Departamento de Cultura del Ministerio de Educación, siendo ministro Gonzalo Abad Grijalva, 63 salieron sus cuatro Cuadernos recopilados en un solo tomo y merced a una beca del Programa Principal de conocimiento de los valores culturales de Oriente y Occidente de la Unesco pudo recorrer durante tres meses en misión cultural varios países de Oriente, entre ellos India y Japón, y al llegar a Jerusalén se enteró de la caída el presidente Arosemena Monroy. El presidente de la Junta Militar, Ramón Castro Jijón, que había sido amigo suyo, le hizo saber que si regresaba al Ecuador «no podría garantizar su integridad física”. Entonces radicó en París y comenzó a escribir un texto con personajes aunque varias veces abandonaría el proyecto por culpa de viajes y compromisos; aunque sin embargo, desde el 73 al 76 pudo terminarlo.

 

Remigio Romero

Posted in poetas ecuatorianos with tags on octubre 3, 2008 by edmolin657
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REMIGIO ROMERO Y CORDERO
POETA.- Nació en la hacienda Surampalti, en Déleg, Provincia de Cañar, productora de cebada, trigo y capulíes el 13 de Junio de 1.895 y fue bautizado en el Sagrario de Cuenca el día 15. El mayor de una familia de ocho hermanos donde todos serían poetas. Su padre el Dr. Remigio Romero León (1.871-1.942) sobrino del Obispo de Cuenca Miguel León Garrido, era abogado y escritor, Vicerrector y Catedrático de Derecho Internacional Público y Privado de la Universidad de Cuenca por más de treinta años, autor de numerosas obras literarias, jurídicas y biográficas. Su madre Aurelia Cordero Dávila, muy menor a él, heredó la hacienda Surampalti, regada por el río Bayandel en el Azuay, poetisa intimista y delicada que cantó al dolor de las cosas corrientes, “Tenía esta maravillosa mujer el don de ser triste y era un espíritu exquisitamente sensitivo hasta más allá de los límites, testigo de la muerte de la flor pálidamente deshojada por el viento, lloraba por la irremediable tristeza del perfume despedazado, fue apasionada de la música» y vivió afectada de una constante depresión y al final sufrió la dolencia cardiaca que terminó por llevarla al sepulcro, fue autora de poesías melancólicas que tituló «Mensajes a la hermana Tormento». Ambos cuencanos.

Tuvo nodriza, creció en la casa de patio grande y corredores anchos propiedad de sus padres en la calle Antigua cerca de San Roque y pasando los batanes coloniales. En la hacienda también hizo vida libre y de felices lecturas. Desde pequeño gozó de la admiración de sus oyentes, recitando composiciones propias y ajenas con felicísima memoria.

Su madre le mimaba, enseñó el silabario y ambos pasaban momentos inolvidables//Huertano y ribereño, con morada en la vega,/ con maizal que yo mismo sembraba en la colina,/ y el corazón colmado de una paz serraniega. // Entonces era niño.. pero ya la divina/ inspiración llegaba, del fondo de las cosas, / en alas harto débiles, como la golondrina../ Mi madre y yo, cortando por la rivera rosas/ y el oro que florecen las matas de retama,/ éramos, rumbo al río, dos vidas melodiosas /Debajo del saucedo, que verde da su llama/ el paso deteníamos; y puestos a su abrigo,/ era nuestra la alfombra natural de la grama../ Hablábamos de temas que le incumben al trigo./ que atañen al anublo, que afectan a la lluvia,/ al verdor del limón y a la caone del higo../// diría años después recordando ese mundo tan íntimo y particular. Su abuelo, el ex presidente de la República Dr. Luis Cordero, le impulsaba a continuar por esas sendas líricas.

Siguió la primaria en el Colegio de los Hermanos Cristianos y descolló como niño genio, realizó la secundaria en el Nacional San Luis llamado desde l.910 Benigno Malo. Aprendió quichua, francés, italiano, portugués y raíces latinas. Se hizo famoso por sus décimas dedicadas a compañeros y profesores. Bachiller, en 1.912, quizo ser médico pero su madre le rogó que prefiera las Leyes, ingresó a la Universidad de Cuenca, siguió esa carrera con estudios libres y se graduó de Abogado en 1.916. Por entonces tuvo tres hijos en una señora Guzmán y tradujo al español «El Cementerio Marino» de Paúl Valery, trabajo posiblemente perdido y «el poema Mireia» de Federico Mistral, versión inédita aún y en poder de sus hijas.

El 17 era considerado el joven más bello y elegante del Azuay pues acostumbraba salir a la calle con sombrero de paja, ternos de casimir inglés y lustrosos zapatos con polainas. Medía 1.77 mtrs. Era apuesto, delgado y varonil, de faz blanca rosada, pelo ligeramente ensortijado color del trigo, ojos celestes claros y compuso un Canto en la coronación de Remigio Crespo Toral.

El 18 figuró con Alfonso y Manuel Mora y Carlos Cueva Tamariz en la revista «Anatalia» que desde su segundo número se llamó «Páginas Literarias» donde aparecieron cinco sonetos suyos designados como «Otoño, solamente otoño». Fragmento.- // Desde la aldehuela blanca/ la de las tierras resecas, / al fondo de la barranca se caen las hojas secas…//, luego el «Poema de los perros». Fragmento.- // Son los perros anónimos.. profundos. / tienen los ojos que enturbió la suerte…/ después hay tres Sonetos llamados «Nocturnos», uno de ellos termina así: // Reza y canta… Y mañana, si Malena,/ Algo muerto, sin vida, frío, rígido../ Los rebaños, las flores y nosotros../poemas que se salvaron del olvido por constar en su «Romería de las CaraveIas»

De esta época es la anécdota siguiente. Se iba a coronar en Cuenca a Lola la reina de la ciudad y fue escogido el joven poeta Remigio Tamariz Crespo. Nuestro Remigio, resentido por la preterición, fue a Baños y coronó a Lola, la de esa localidad. El poema de su coronación envió a Remigio Crespo Toral para que juzgara cual de las dos composiciones era la mejor, si la de él o la de Tamariz.

En 1.919 ganó la Violeta de Oro en la primera Fiesta de la Lira con «Égloga Triste», composición bucólica y campesina, evocadora y romántica, que proclamaba el retorno al espíritu y modos de la poesía del grupo cuencano del siglo XIX. Poema sentimental de augusta sencillez sobre el paisaje claro de la serranía, que canta los amores castos y puros de un señorito con una dulce campesina de nombre Crisantema. Fragmento: // Es la moza mejor de estos lugares../ El cura de almas que estas cura/ lo dice, al verla, entre arreboles rojos,/ bajar del presbiterio, endomingada,/ con la luz de los cirios en los ojos…// amores que sin embargo no pudieron ser// Porque yo soy Señor, y los señores / no se casan con las novias de los pueblos…/ ni saben de los rústicos amores.// La Égloga fue recibida con delirantes muestras de júbilo y muchas ciudades de la sierra se disputaron el honor de ser cantadas por poeta tan bien dotado.

//Amor de aquella edad buena y florida,/ cuando, en la paz del campo, era mi vida/’ la misma soledad hecha silencio;/ mezcla de sol, de trigo, de mañana,/ de flor de hierbabuena,/ en la vejez de la ciudad lejana/ me estoy muriendo de cariño y pena../Surampalti lejano, aguas salvajes/del Bayandel, cambiadas en paisajes, / Ñamurelti que velas la llanura //Y tu, casa paterna, entre brozas, / con ventanas que dan a la espesura,/ con senderos que acaban en las chozas../

El 20 figuró en la primera Antología de la Poesía Cuencana. Su ritmo preferido era el endecasílabo y el soneto su arte predilecto y se le presentaba como poeta magnífico y artista perfecto de conciencia artística, de exigente escrúpulo estético y de vocación unívoca; y comenzó a enviar colaboraciones a las revistas literarias guayaquileñas. Sonetos broncíneos, fulgurantes, exactos, sentimentales y sonoros, imbuidos hasta cierto punto en modos modernistas, que concitaban la admiración del país pues en pocas ocasiones se había notado tal facilidad lírica.

Ese año se presentó en las puertas del Diario «El Guante» de Guayaquil sin más bagaje que un periódico editado en Cuenca y titulado «El Tren» y mostró artículos suyos escritos con el pseudónimo de «Américo Silva». Los Directores Heleodoro y Francisco de Paula Avilés Minuche le acogieron cariñosamente y desde entonces hizo una activa vida literaria en el puerto, porque cuando escribía en prosa ponía delicadezas de estilista. En Mayo salió su obra más famosa, el soneto «Elegía de las Rosas», en la revista Variedades. Igualmente en Cuenca aparecieron hermosas poesías suyas, el 21 su «Parábola del árbol en Páginas Literarias». El 22 «Nocturno XIII» en Austral, el “Elogio de Góngora» en Philelia y «En la Ruta de Ashaverus» en América Latina. El 23 «Otra Canción de Otoño en Primavera» en América Latina.

Al finalizar 1.923 viajó a Quito con un íntimo recogimiento de nostalgia al decir de Hugo Alemán en «Presencia del Pasado» y vinculado a los escritores jóvenes en plenitud de realización artística acentuó su forma de vida bohemia. Iba investido del cargo de secretario privado del Dr. Gonzalo S. Córdova, candidato oficialista a la presidencia de la República, pero como la mayor parte de los escritores eran opuestos a él, pronto se vió entre dos fuegos. La noche del 31 de Diciembre formó parte de la manifestación antioficialista que se produjo en la Plaza del Teatro y solo se libró de caer preso cuando se supo quien era.

El 24 pasó ocupado en afanes líricos y políticos, escribió «Elegía del terremoto» que mereció el elogio de su amigo Cesar E. Arroyo. Tuvo que cambiarse de la casa de huéspedes donde habitaba y fue inquilino de una dama dipsómana que hizo buena amistad con Augusto Arias, a quien solía decir cuando este visitaba a su amigo Remigio ¡Caballero Arias salud!

El 25 casó con María Plaza Cordero y tuvo dos hijas Mireya y Colla. Trabajaba en «El Guante» y en otras empresas, frecuentaba salones por su bohemia, finalmente se separaron y años después terminaron divorciados.

Ella casaría de nuevo con un ciudadano chileno y se ausentó a ese país con las niñas, que no volvieron a ver a su padre sino veinte años después, lo que le amargó enormemente.

El 27 apareció su poema «Sonetario de María» en la revista «Savia» que ocasionó la reacción de su amigo el poeta Hugo Mayo quien públicamente le invitó en el poema dadaísta «Oda Gaseosa», a formar en las filas revolucionarias de la nueva cruzada de belleza, pero por lo «independiente de su carácter, original y único por su genio, no aceptó». (1) «Libre por naturaleza, quería autonomía y su irrealidad se reveló siempre contra los cánones obsoletos» por eso no marcharía jamás de acuerdo con las corrientes estéticas y fue hasta el final una rara mezcla ecléptica de clásico, romántico y parnasiano, con ligeros atisbos modernistas. Hernán Rodríguez Castelo ha opinado que su libertad mal entendida y una facilidad para la versificación que se ha hecho proverbial – el poeta improvisaba en


(1) En tal Certamen compartió honores con «Nati» de Gonzalo Cordero Dávila y con “Salterio de Agonía» de César Dávila Córdova.
verso – siempre le mantuvo al margen de las corrientes nuevas y vivas de la Literatura del siglo XX.

Ese año fundó el Movimiento Federalista con Carlos Palacios Saenz, Efrain Alvarez Lara y Pedro Bel1olio, redactaron un proyecto de Constitución Federalista y para la Semana Santa publicaron un Manifiesto. La dictadura de Isidro Ayora los apresó. Romero y Cordero y Palacios Sáenz fueron desterrados en barco a Lima. A fines de año volvieron a Guayaquil con un salvoconducto de nuestro Plenipotenciario en el Perú Augusto Aguirre Aparicio.

Poco después pasó a Quito de Subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores con el Canciller Antonio J. Quevedo. El 28 redactó «Canto a Ambato» poemas, el 29 «Otavalo» poemas. Cada una de sus Composición era recibida con inusitada muestras de admiración, los diarios las republicaban, la crítica érale totalmente propicia. Ese año llevó a vivir a su lado a su hermana María y numerosos hijos, que acababan de quedar huérfanos de padre, protegiéndoles mientras normalizaban su situación.

El 30 alquilaba un departamento en la casa de los León Larrea del barrio de la Merced, le agradaban las tertulias de chocolate con rosquillas en familia pero también participaba de la bohemia con poetas noctámbulos y mucho alcohol. El General Ángel Isaac Chiriboga le instó a escribir la historia del ejército ecuatoriano; extenso y valioso ensayo histórico sobre la República, que apareció en la «Revista del Ejército.» Existe una segunda edición de 1.995.

De entre lo mejor de lo suyo se recuerda el soneto «Elegía de las Rosas» que dice así //¿Que pasará de noche?’ No hay mañana/que no tenga el jardín rosas difuntas. / Sobre estas cosas, cariñosa hermana. /¿Porque a Nuestro Señor no le preguntas?// Pasemos esta noche en la ventana, / los ojos fijos y las manos juntas,/para saber, mañana de mañana,/¿Porque hay en el jardín rosas difuntas? //Y velamos… las doce, luego la una… / y nada. A flor de soledad la luna,/ en paz lo muerto y en quietud lo vivo… // Más al prendernos Dios la luz del día,/ la última rosa blanca en agonía, /y las otras ya muertas… Sin motivo… //y aquel otro a medias filosófico y a medias autobiográfico, de su época de madurez, titulado «El era un hombre raro» // El era un hombre raro… Su faz tenía grietas / como – tras el hervor negro del cataclismo – / la faz de los planetas/que dejan balanceando su medio en el abismo. //Sin duda, era el más alto de todos los poetas… /Tuvo el don de si mismo.. /y conversaba a gritos con visiones secretas… / Y explicaba a la noche no sé qué catecismo.// Un día le encontraron debajo de una encina,/ completamente muerto, a la hora vespertina…/ Sus ojos entreabiertos brillaban como un faro. // Jamás durmió este insomne de las palabras bellas…/Y como se pasaba siempre de claro en claro,/él fue quien puso nombre a todas las estrellas.//