Archivo de noviembre, 2008

ACQUAFORTE

Posted in cancionero argentino, poemas with tags on noviembre 29, 2008 by edmolin657

Acquaforte (1932)

Música: Horacio Pettorossi
Letra: Juan Carlos Marambio Catán
Intérprete: Miguel Montero

Es media noche. El cabaret despierta.
Muchas mujeres, flores y champán.
Va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán.
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón:
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que otros tiempos miré con ilusión.

Las pobres milongas,
dopadas de besos,
me miran extrañas,
con curiosidad.
Ya no me conocen:
estoy solo y viejo,
no hay luz en mis ojos…
La vida se va…

Un viejo verde que gasta su dinero
emborrachando a Lulú con el champán
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en mi tiempo la reina de Montmartre
me ofrece, con sonrisa, unas violetas
para que alegren, tal vez, mi soledad.

Y pienso en la vida:
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techo ni pan,
vendiendo «La Prensa»,
ganando dos guitas…
¡Qué triste es todo esto!
¡Quisiera llorar!

Sacrificio

Posted in VALORES HUMANOS with tags on noviembre 29, 2008 by edmolin657

Siempre es posible hacer un esfuerzo extra para alcanzar una meta ¿Por qué no hacerlo para servir mejor a los demás?
El valor del sacrificio es aquel esfuerzo extraordinario para alcanzar un beneficio mayor, venciendo los propios gustos, intereses y comodidad.Debemos tener en mente que el sacrificio –aunque suene drástico el término-, es un valor muy importante para superarnos en nuestra vida por la fuerza que imprime en nuestro carácter. Compromiso, perseverancia, optimismo, superación y servicio, son algunos de los valores que se perfeccionan a un mismo tiempo, por eso, el sacrificio no es un valor que sugiere sufrimiento y castigo, sino una fuente de crecimiento personal.¿Por qué es tan difícil tener espíritu de sacrificio? Porque estamos acostumbrados a dosificar nuestro esfuerzo, y a pensar que “todo” lo que hacemos es más que suficiente. Dicho de otra forma: debemos luchar contra el egoísmo, la pereza y la comodidad. Todos somos capaces de realizar un esfuerzo superior dependiendo de nuestros intereses: las dietas rigurosas para tener una mejor figura; trabajar horas extra e incluso fines de semana para consolidar nuestra posición profesional; quitar horas al descanso para estudiar; ahorrar en vez de salir de vacaciones… El problema central, es que no debemos movernos sólo por intereses pasajeros, debemos ser constantes en nuestra actitud.Es de suponer que el guardar la dieta, hacer ejercicio, pasar las horas con una lectura de particular interés o por nuestra mano dar mantenimiento al automóvil, suponen un esfuerzo personal -y dependiendo de su naturaleza un beneficio propio-, colaboran a vivir el valor del sacrificio, pero también es sacrificio saber dejar a tempo nuestras aficiones, aplazarlas y darles su momento, para servir a los demás y no descuidar nuestras principales obligaciones.Efectivamente hay personas que cumplen con sus deberes y obligaciones de forma extraordinaria, pero pocas veces llevan ese mismo esfuerzo en todos los aspectos de su vida: Pensemos en quien sólo asiste en casa los fines de semana pero se niega a convivir con la familia, salir de paseo o dedicar un tiempo a los hijos, argumentando cansancio y deseos de liberarse de la presión del trabajo. Pese a la realidad de esta situación, su sacrificio está delimitado por la rutina de la oficina, ¿no es esto algo extraño?. El valor del sacrificio contempla dar ese “extra” también en casa, en ese horario y con esas personas que desean gozar de la compañía generalmente ausente de cualquiera de los miembros.En muchas ocasiones caemos en actitudes que restan mérito a todo lo bueno que hacemos: expresar constantemente nuestro cansancio o echar en cara lo mucho que hacemos y lo poco que los demás nos comprenden. Esta forma de ser demuestra poco carácter y fortaleza interior, cuando no, un medio para evadir algunas responsabilidades.Son muchos los ejemplos de sacrificios comunes y corrientes, pero pocas veces se notan cuando no existe la intención de demostrarlo: salir a trabajar habiendo pasado mala noche, o tal vez con ciertos síntomas de enfermedad; sonreír a pesar de nuestro estado de ánimo, sea de enojo o tristeza; colaborar en los cuidados de un enfermo; limpiar el piso de la oficina que se ensució por descuido; no asistir a la reunión semanal para llevar a los hijos a un evento deportivo.Por otra parte, algunas situaciones son bastante fáciles de prever, como el compañero que siempre hace bromas pesadas; el bebé que una vez más necesita cambio de ropa; el platillo que nos desagrada; hacer fila en el supermercado… Son muchas las cosas que nos desagradan y no podemos esperar que todo sea a nuestro gusto. El verdadero valor del sacrificio consiste en sobrellevarlas, intentando poner buena cara, sin quejas ni remilgos.Con todos lo ejemplos mencionados, podemos darnos cuenta que la mayoría de nuestros sacrificios están orientados a servir a los demás; tal vez, ni siquiera nos habíamos percatado de la importancia que tienen esos pequeños detalles para formar una personalidad firme y recia.El espíritu de sacrificio no se logra con las buenas intenciones, se desarrolla haciendo pequeños esfuerzos. Por eso es necesario que tengas en mente:- Aprende a darle un tiempo prudente a tus aficiones y descansos.- Procura no hablar de tus esfuerzos, ni poner cara de sufrimiento para que los demás se den cuenta de lo mucho que haces.- Haz un poco más de lo habitual: juega más con tus hijos; limpia y acomoda algo en casa; recoge la basura de los pasillos; convive con los compañeros de la oficina…- Controla y modera tu carácter y estados de ánimo.- Este último punto contempla de alguna manera a todos los anteriores: Haz una lista de las cosas que te desagradan y las que te cuestan más trabajo, elige tres y comienza a luchar en ellas diariamente.Todo aquello que vale la pena requiere de sacrificio, pues querer encontrar caminos fáciles para todo, sólo existe en la mente de personas con pocas aspiraciones. Quien vive el valor del sacrificio, va por un camino de constante superación, haciendo el bien en todo lugar donde se encuentre.

Desprendimiento

Posted in VALORES HUMANOS with tags on noviembre 29, 2008 by edmolin657

El valor del desprendimiento nos enseñará a poner el corazón en las personas, y no en las cosas materiales.
El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es necesario, para ponerlos al servicio de los demás.El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que hacemos y aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos sobra.El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás. En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior. A veces en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado decir de alguien: “quiere más a su coche que a (…)”, “ni se te ocurra tocar sus (…) porque tendrás problemas”, “ni se lo pidas, jamás presta lo que tiene”, “ todo su dinero lo ocupa para (…)”, etc., y todas ellas reflejan a una persona con apego inmoderado por lo que tienen. Debemos recordar que en el orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer lugar antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.Existen personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales. A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos. A esta particular forma de afecto se le llama apego y de ninguna manera se relaciona con el hecho de cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas.Cuando nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las personas, nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en su defecto lo hacemos a regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo gustosamente a los demás.No debemos confundir el desprendimiento con el hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos tan soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué los demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio?Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición de las personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades para llevarse a efecto.Nos sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin cobrar honorarios; personas que pasan los días trabajando en obras de caridad; profesores que trabajan horas extras desinteresadamente; padres de familia que se niegan gustos y diversiones personales para pensando en su familia; lo más inaudito es que muchos de ellos no viven en una condición del todo desahogada. El verdadero desprendimiento no tiene medida, sin calcular cuánto es lo indispensable para cumplir, es una entrega generosa de todo, Sí, de todo lo que tenemos.Para vivir el desprendimiento puedes:Hacer una lista de las cosas que tiene y determinar cuales realmente necesitamos y cuales son caprichos, vanidades, etc.- Ayudar a una obra de caridad haciendo una aportación significativa, de acuerdo con tus posibilidades.- Enseñar a otros algo que sepas hacer bien (sin olvidar de enseñarles los “secretos” que pudieras atesorar sobre el tema)- Regala o dona un bien al que sientas que te has apegado.- Procura decir más veces “si” cuando te pidan algo prestado sin poner pretextos.El valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al convertirnos en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor ambiente en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en personas que tienen el corazón puesto en el lugar correcto.