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Las metáforas del Tango

Posted in cancionero argentino, poemas with tags , , on noviembre 19, 2008 by edmolin657

“Las letras de tango marcan de más en más la trascendencia de una pequeña metafísica del espíritu porteño”. Raúl Scalabríni Ortiz, “El Hombre que está solo y espera”.
Por Ricardo Bellini, revista Dinamis, 1972
La cita es elocuente y se puede decir que no es exagerado afirmar que no hay temática social, política, económica, antropológica, filosófica, sentimental, de ciencia, arte y/o cualquier otra actividad de la vida cotidiana que no haya sido tratada por una letra de tango.Esa variedad hace que las letras compongan una heterogeneidad de características especiales. A primera vista parecería que abordar temas tan dispares y complejos en un tango, daría como consecuencia un tratamiento superficial, en especial por la poca extensión que puede tener su letra. Sin embargo sucede todo lo contrario, encontrándonos frente a un análisis profundo, que trasluce a través de un proceso de síntesis -tan difícil de lograr- una poesía llena de contenido.Es justo destacar el aporte de los “letristas tangueros”, ya que si bien nadie (o casi nadie) niega la repercusión musical del tango como expresión instrumental, es común encontrarse con una opinión generalizada que adjetiva a los estribillos como cursis, chabacanos, sensibleros y otros términos despectivos indicando que las letras son simple expresión de descontento, resentimiento, inseguridad, frustración y rencor.Esa opinión revela un desconocimiento casi total y, lamentablemente, tiene como una de sus causas más importantes la escasa difusión de buenas letras, para dar cabida a otras, que sí podrían entrar en las calificaciones señaladas y que se emiten por un egoísta criterio de tipo comercial.La importancia de las letras de tango está claramente señalada por el solo hecho de que figuras de la talla de Sábato, Alfonsina Storni, Cortázar, T. Carella, L. Lugones, Borges, Macedonio Fernández, Blomberg, Carriego, Ricardo Güiraldes y muchos otros se han ocupado extensamente de ellas.Es casi imposible sintetizar todos los matices de las poesías tangueras, dado que las formas de lenguaje usadas en los tangos son en extremo variadas. Por ello, nos limitaremos a dos que aparecen como opuestas y que sin embargo y paradójicamente, tienen muchas semejanzas: la escrita en lunfardo y la que se ha dado en llamar poesía culta del tango.Ambas han sido utilizadas en forma constante. El lunfardo supo cantarle al tango y le dijo: “Chimento rantifuso y porteñero / que trabajas el corazón de paco / piropo taita, dentrador, mañero / que vas de balancín y cadenero / rumbiando para el lao del lado flaco”. Tango viejo, de la ‘Crencha engrasada’ de Carlos de la Púa. Y el tango le pagó la deuda dándole al lunfardo pasaporte de cultura. Hace muchos años Miguel Cané había augurado a esa forma de lenguaje muy escasa vida. Y nadie puede dudar que hoy es tema de estudiosos. Porque el lenguaje es creación popular y la fuerza dinámica que emerge de lo popular le da al lunfardo su institucionalización. Y de ser en sus orígenes “orillero”, idioma de delincuentes, forajidos o malandrines, pasa a través y gracias al tango, a ser uso del hombre medio y luego a ser analizado a nivel casi científico. Y el lunfardo soporta entonces, estoicamente, no solo la predicción de Cané sino también medidas gubernamentales que pretendieron abolirlo, pero continúa vigente.Es usado por el tango para cantarle a los temas más variados; a la vida “fulera”: “esta vida es puro grupo / qué me vas a hablar ‘e vida / si habré corrido la liebre / mangando pa mal comer”. Esta vida es puro grupo, de E. Carrera Sotelo y A. Tavarossi; al momento económico y social: “. . .y en medio del caos que horroriza y espanta / la paz está en yanta y el peso ha bajao” ¿Qué sapa, Señor?, de Enrique Santos Discépolo; a la pinta del varón: “era un mozo bacán y arrogante / bien peinado al coty con gomina / por el cual se trenzaban las minas / mendigando una frase de amor”. El Rey del Cabaret, de Manuel Romero y Enrique Delfino; al duelo de guapos por la mina: “… el pardo Miranda llegó con la Ester / falta un invitado de fama temida/y ese es Maldonado que está por caer / El Tano Nicola que los relojea / y que de la cita conoce el porqué / sabe que la cosa se va a poner fea / cuando llegue el otro guapo de ley. / Ni bien Maldonado se acercó al umbral /el pardo Miranda tanteó su puñal…” ‘La cosa fue en un boliche?, de O. Roma y J. Clauso. Y Esteban Celedonio Flores hará del lunfardo un juego de exquisitos, logrando metáforas de honda calidad y significación y dirá en ‘Gorriones’ para referirse al amanecer que: “la luna es la bruja fulera que raja y el sol una rubia que se suelta el pelo” y adjetivará al sol como “el poncho del pobre” o “la pilcha caliente que se pone el día”. Y en nuestros días Norberto Aroldi usará del lunfardo para expresar la condición de hombre al decir: “No me gusta ser ortiba / ni nací pa’lengua larga/y aunque me apure la yuta se ‘cayar’ en la ocasión / no le doy bola a los grasas que me miran y se amargan / conservando la distancia se engrupir con distinción”. ‘Pa que sepan cómo soy’.Pero el tango pasó a armonizar con otros ámbitos. Del suburbio se va al extranjero, llega a salones aristocráticos y el lenguaje se va afinando y llega a lo que se conoce con el nombre de “cultísimo”.Con esa forma produce obras de excepcionales valores literarios. Y le canta a los temas mas variados; así a una pintura: ‘Te compré una tarde paisaje lejano el marco dorado y el tema otoñal / Te colgué en el muro frente a su retrato / frente a su retrato que hoy ya no está más. / Es tal vez por eso que hoy recién me angustia / tu tono velado, tu sombra, tu gris / tu cielo cubierto de nubes y brumas / tu parque llorando con lluvia de abril”. ‘Paisaje’, de Homero Manzi y S. Piana; o al criminal arrepentido: “Mi drama señor Juez es una historia que puede comenzar por el final / Yo sé que en lo grotesco de mi gloria / no es fácil parecer sentimental / Yo quiero señor Juez con esta historia / de un crimen tan perverso y tan brutal / que no haya ni una mancha en su memoria / que sepan que era buena y le hice mal”. ‘Un crimen’, de Luis Rubinstein. O a la espera en la cita que no se producirá: “El cigarrillo me quemó los dedos / el ruego inútil se apagó en mi voz / y en esa esquina de los viejos sueños / quedamos solos tu recuerdo y yo. / Dolor de noches que se hicieron largas / rencor de encono que negó el perdón / después la fiebre de apurar sin pausa / la copa amarga que sirvió tu adiós”. ‘Noches largas’, de Carlos Bahr y Astor Piazzolla (primera obra de Piazzolla llevada al disco); o al que vuelve arrepentido: “Hoy, recién, recién / vuelvo otra vez a tu lado con mi vida / escondiendo los fracasos / ocultando las heridas / y hoy al encontrar la protección de tus manos tan serenas / recién siento que me apena / saber que te hice mal”. ‘Recién’, de Homero Manzi y Osvaldo Pugliese; o a un personaje de novela: “Y el octeto de tu amor que me ha quedado / verso inútil, fruto hueco / fuiste un eco sin pasado / vieja historia repetida / del amor de Pigmalión”. ‘Pigmalión’, de H. Expósito y A. Piazzolla; o al recuerdo de la adolescencia: “Nada más que tus ojos castaños / en un año perdido y marchito / nada más que un rondín pequeñito / y un pequeño poema en menor / nada más que un afán de distancia / en tu infancia feliz de novela / y tu trenza rebelde y tu espuela / nada más, nada más, nada más”. ‘Carroussel’, de Federico Silva y A. Pontier; o a un nombre de mujer: “En la evocación vuelve a soñar mi corazón / y el sueño eres tu Marión / amor de mi juventud que no se olvida / amor que llena de luz toda mi vida”. ‘Marión’, de L. Rubinstein; “¿Dónde estarás? Ivon / que en cada barrio mi amor te nombra / ¿Dónde estarás? Ivon / que en cada calle te busco alondra / Y me parece que estás huyendo de mí / sintiendo terror de mi sombra / Y con razón Ivon / y yo llorando sin tu perdón”. ‘Ivon’, de H. Sanguinetti y L. Visca; “Naná, la nieve ha vuelto a aparecer / y está tan pálida y tan gris / como ayer tu París / Naná no quieres como antaño / soñar, mirando los castaños blanquear”. ‘Naná’, de C Castillo y E. Barbato.Y también le canta el tango al idilio terminado: “Por eso es que esta estrofa al muerto idilio no es afán / de hacerlo entre los dos resucitar / Si acaso algo pretendo es por ofrenda al corazón / salvarlo del olvido y nada más”. ‘Volver a soñar’, de F. García Jiménez y A. M. Fraga; y a la vejez del gaucho: “Contemplando las tardes a la sombra del rancho / parecieras un alma que se ha puesto a fumar / arrugada la cara, retorcidos los dedos / desteñidos los ojos de mirar y mirar / Tu Jacinta descansa en la casa del cielo / tus muchachos son hombres y los hombres se van / Solo quedan tus huesos, sosteniendo recuerdos / y sobando correas, esperando el final”. ‘Sosteniendo recuerdos’, de Homero Manzi y L. Demare.El viento y la lluvia no escapan al amplio matiz: “Gime, gime el viento / y es un lánguido lamento su canción de abril / Gime y el murmullo de las hojas / trae los ecos de mi ayer feliz”. ‘Gime el viento’, de O. Rubens y A. Bruni. “Llueve y un látigo de luz me azota / relámpago de fiebre loca”. ‘Llueve otra vez’, de J. Guichandut.También se canta el agradecimiento por el amor que llegó: “Gracias porque al borde del abismo / cuando estaba ya perdido / alentaste mi esperanza / Gracias por el bien que a mi existencia, sin fortuna / trajo la ternura de tu voz”. ‘Gracias’, de C. Bahr y E. Randal.En otros casos, se canta al tango mismo: “Vengan a ver, qué traigo yo / en esta unión de música y palabras / es la emoción que me inspiró la evocación / que anoche me aquejaba”. ‘Una emoción’, de José M. Suñé y R. Kaplún; “Tango querido suena para mí /y que me arrulle tu doliente son / ayúdame a cantar y déjame soñar”. ‘Déjame soñar’, de E. Scalise y L. Bayardo. O a los amigos del pasado: “Dónde están mis amigos / mis amigos de ayer / Si me vieran llegar / como un duende rodar y llorar al volver”. ‘Mis amigos de ayer’, de José M. Contursi y F. Lomuto.Esta breve reseña culmina con aquellas letras que se refieren a la propia poesía: “Turbio sueño total / noche y deseo / se fue tu drama azul por las cenizas / anunciadas en páginas fugaces / en el roto mensaje de tu fe”. ‘Fugitiva’, de Juan C. Lamadrid y A. Piazzolla; y la máxima creación de simbolismos metafóricos -de acuerdo a nuestra particular opinión- cuando para llorar la muerte de un muchacho de veinte años Homero Expósito dice en ‘Óyeme’: “Óyeme, hablemos del adiós / tu forma de partir nos dio la sensación / de un arco de violín clavado en un gorrión / sálvame de todo mi dolor / que anoche comprendí que es corta una canción / para poder llorar la desesperación / de tanta soledad / Óyeme, me tienes que escuchar / si ayer que pude hablar pensaba de perfil / ahora que no estás, no sé pensar en ti / Fue en abril, ¿el año para qué? / la tarde estaba gris / llovía aquí también / un canto de violín y un verso de papel. ¡Basta ya! / que es fácil comprender, que abril puede volver / que el sol ha vuelto ya / que volverá a llover / y tú no volverás / Óyeme, me tienes que escuchar/ Por más que quiera más / la ausencia será más cruel / aquí todo está igual e igual te esperaré”. Posiblemente esta poesía puede constituir el símbolo de lo que intentamos mostrar; existen infinidad de excelentes tangos que no han adquirido la difusión que merecen y son suplantados por otros en los que la vulgaridad es una costumbre. Pero no puede negarse la riqueza poética del tango.Este trabajo que busca señalar la gran importancia a nivel poético de las letras de tangos, fue ejemplificado con temas muy poco conocidos para rescatarlos de su injusto olvido, tratando de hacer el desagravio que ellos se merecen.Porque es cierto que todos “nos quemamos un poco con Carlitos Gardel” (César Fernández Moreno, “Argentino hasta la muerte”) pero también que las poesías de las letras de tangos, por la belleza que encierran, merecen ser escuchadas como lo señalaba Raúl Scalabrini Ortiz: “Suena un tango, la densidad del silencio se intensifica. . . los hombres encorvan ligeramente sus testas y distraen sus ojos en el borde de la taza en que desprenden la ceniza de los cigarrillos. Meditan. Están ensimismados. Hurgan sus días irreconciliablemente distanciados de la realidad . . . Sueñan”.
Fuente: http://www.magicasruinas.com.ar

Tangoterapia

Posted in notas periodísticas with tags , on julio 31, 2008 by edmolin657
por: Bertha Sola
Fuente: esmas.com
 

La tangoterapia ha demostrado que mejora la capacidad aeróbica y la coordinación, lo que lo hace muy útil en el tratamiento de algunos padecimientos cardiacos o en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson

 

Si te gusta bailar y eres admirador(a) del sensual tango, tienes que saber que se ha demostrado que bailarlo tiene grandes beneficios para la salud, ya que mejora la capacidad aeróbica y la coordinación, lo que lo hace muy útil como terapia en algunos padecimientos. 

Quienes frecuentan las milongas manifiestan que además de mucho bienestar, el ritmo del tango les ayuda a mejorar muchas de sus dolencias, y es por este motivo que algunos salones de baile en Argentina se han convertido no solamente en centros de diversión, sino también en lugares de terapia de enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer. 

Según un estudio realizado por la Universidad de Washington en Estados Unidos, bailar tango mejora el equilibrio más que otro tipo de actividad física, y es que para lograr hacer los maravillosos pasos, por supuesto se requiere de mucho equilibrio y coordinación. En este estudio los pacientes de Parkinson, se dividieron en dos grupos, uno realizó una serie de ejercicios de movimiento con sillas y el otro bailó tango, y se descubrió que si bien ambos son útiles, los bailadores del compás «dos por cuatro», aumentaron más su equilibrio. 

El médico argentino Roberto Peidro, pionero en la investigación sobre las aplicaciones terapéuticas del tango, resaltó que el ritmo del tango requiere una mayor atención a la coordinación, por lo que puede traer enormes beneficios a enfermos de Parkinson. Principio del formulario. 

Respecto a las personas que padecen Alzheimer, se ha demostrado que por ser una actividad de coordinación, obliga al paciente a ejercitar su memoria para recordar los pasos.

El también director del Centro de Vida de la argentina Fundación Favaloro, dirigió  el primer estudio sobre «tango y salud con personas sedentarias y con dolencias cardiacas», en el que se concluyó que bailar una media hora diaria repercute directamente en el aumento de la capacidad aeróbica.

Según explicó, esta es una característica que también tienen otras actividades físicas como caminar, pero el componente de coordinación que exige el tango aumenta sus beneficios, sobre todo en personas sedentarias.

Peidro matizó que el tango «no es mejor que cualquier otra actividad física» , pero sí que otros ejercicios y otros bailes menos tradicionales, que no potencian la coordinación.

Y es que al bailar otros ritmos por lo general se puede hacer cualquier movimiento, pero en el tango hay que estar pensando el paso que hay que dar.

La mejora de la capacidad aeróbica, además puede repercutir en el incremento de la actividad sexual y por lo tanto en la calidad de vida, sobre todo en enfermos cardiacos.

Pero el tango no sólo es bueno para el cuerpo, sino también para la mente.

El médico psiquiatra Federico Trossero, autor del libro Tangoterapia, sugiere y utiliza los talleres de tango en tratamientos de enfermedades que van desde la depresión, hasta las fobias sociales e incluso la esquizofrenia.

«Observando la manera de bailar, de abrazar al otro y la actitud hacia la pareja, los profesionales obtienen datos que les ayudan a interpretar mejor la psique de sus pacientes, aseguró.

Trossero destaca que «el tango por sí sólo ya es terapéutico» ya que él comenzó a investigar sobre su aplicación clínica cuando notó que sus amigos que lo bailaban comentaban que se sentían mucho mejor después de ir a la milonga, donde incluso desaparecían persistentes dolores de cabeza.

La aplicación del tango en los tratamientos vive su auge precisamente después de la publicación del trabajo de la Fundación Favaloro, que ha interesado a profesionales de Canadá, Japón, Rusia o Finlandia.

Si bien el tango no es la panacea, Peidro concretó que es «mejor bailar tango y caminar» y si no, trata de dejarte llevar por uno de los tangos de Carlos Gardel, que además de alegrar el corazón, despiertan la mente y los sentimientos.

 

El tango (nota periodística)

Posted in historia, notas periodísticas with tags on julio 31, 2008 by edmolin657

Escrita por:
J. Alberto Mariñas
 
Es difícil escribir un apunte histórico sobre el tango, pero al mismo tiempo, es muy arduo eludirlo porque son muchos los que a través de estas páginas solicitan, aunque sólo sea, una ligera orientación que les ponga en la pista de este completo fenómeno cultural – baile, música, canción, poesía – que por una u otra razón atrae a tanta gente. Aunque sobre el tango y sus figuras son muchas las cosas que se discuten y ponen en duda, es generalmente aceptado que el tango nace en Buenos Aires a finales del siglo XIX aunque algunos prefieren decir a modo conciliador, que nació a las orillas del Río de la Plata, con el fin de contentar a los uruguayos que reclaman una copaternidad del fenómeno.
En un hecho de origen popular como el tango y, por tanto, de nacimiento evolutivo resulta imposible apuntar una fecha de nacimiento. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de los estudiosos coinciden en dar por buena la década de 1880 como el punto de partida de lo que entonces no era más que una determinada manera de bailar la música. La sociedad donde nace el tango escuchaba y bailaba habaneras, polkas, mazurcas y algún vals, por lo que respecta a los blancos, mientras que los negros, un 25% de la población de Buenos Aires en el siglo XIX, se movían al ritmo del candombe, una forma de danza en la que la pareja no se enlazaba y bailaba de una manera más marcada por la percusión que por la melodía.   Puerto, 1885
Musicalmente, el tango entronca en su genealogía con la habanera hispano-cubana y es por tanto hijo del trasiego mercantil entre los puertos de lengua española de La Habana (Cuba) y Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, estos orígenes explican poco sobre su nacimiento. Inicialmente, el tango es interpretado por modestos grupos que cuentan sólo con violín, flauta y guitarra o incluso, en ausencia de ésta, el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento con la mediación de un papel de fumar y un avezado soplador que marca el ritmo. El instrumento mítico, el bandoneón, no llega al tango hasta un par de décadas después de su nacimiento, en 1900 aproximadamente, y poco a poco sustituye a la flauta. 
Inicialmente, el tango debió ser un modo de interpretar melodías ya existentes, modo sobre el que fueron creándose otras nuevas que en un inicio ni siquiera contaban con una transcripción musical, ya que a menudo sus intérpretes y creadores no sabían escribir o leer música. De hecho, con el correr de los años, algunos de los primeros tangos ya transcritos no van firmados por sus autores sino por avispados personajes que sí sabían escribir música y aprovecharon el vacío existente sobre la autoría de determinados tangos celebrados popularmente, para ponerlos a su nombre y ganar con ello unos pesos. 
Quizá a estas alturas del texto, alguno se pregunte sobre el origen del nombre. Es una buena pregunta, pero carece de respuesta, o lo que es lo mismo, hay miles. En España en el siglo XIX se empleaba la palabra tango para un palo flamenco, en la geografía africana hay algunos topónimos con ese nombre, en documentos coloniales españoles se usa el vocablo para referirse al lugar en que los esclavos negros celebraban sus reuniones festivas… algunos incluso dicen que el origen podría estar en la incapacidad de los africanos para pronunciar bien la palabra «tambor» que quedaría así transformada en «tangó». En fin, es una buena pregunta pero la irremisible falta de documentación escrita y el origen ágrafo del tango y sus primeros padres callará la respuesta para siempre.
 
Postales anónimas  Gaucho e indios patagones Argentina, hacia 1870
 
Las cifras hablan: Argentina pasó de tener dos millones de habitantes en 1870, a cuatro millones veinticinco años más tarde. La mitad de esa población se concentraba en Buenos Aires donde el porcentaje de extranjeros llegó a ser del 50 por ciento y adonde acudían también gauchos e indios procedentes del interior del país.
En este ambiente, se comienza a bailar en tugurios y lupanares el nuevo ritmo que se asocia así desde su inicio al ambiente prostibulario, ya que eran sólo prostitutas y «camareras» las únicas mujeres presentes en las academias o perigundines. 
Puesto que se trataba de féminas dedicadas en alma y, sobre todo, en cuerpo a sus accidentales acompañantes, el tango se comenzó a bailar de un modo muy «corporal», provocador, cercano, explícito… de un modo socialmente poco aceptable como se vería cuando, siendo ya un fenómeno emergente, el tango comenzó asalir del arrabal de su ciudad de origen y empezó a expandirse.
 
 
Hombres practicando  el tango en la calle
 
 
En los primeros tiempos, cuando el tango comienza a convertirse en canción, las letras que acompañan la música son obscenas y sus títulos dejan lugar a pocas dudas: «Dos sin sacarla», «Qué polvo con tanto viento», «Con qué tropieza que no dentra», «Siete pulgadas»… o incluso «El Choclo» que aunque literalmente significa mazorca de maíz, en sentido figurado y vulgar, equivale al castellano «chocho» o «coño». 
De su baja cuna a su encumbramiento como baile rey en los salones del mundo occidental, el tango recorrió un curioso camino de ida y vuelta entre el Nuevo y el Viejo Continente, con una parada decisiva y brillante en París. 
¿Cómo llegó allí? También en este punto las respuestas son  dispares y algunas vario pintas. Determinados textos, mucho más ingenuos que eruditos, dan incluso nombres y apellidos de «la» persona responsable de este viaje. La realidad, en su extensión como en su nacimiento, parece más compleja y, sobre todo, plural. 
Los «niños bien» de Buenos Aires no tenían reparos en bajar a los arrabales para divertirse, bailar y, de paso, levantarse alguna mina o alguna «milonguita» que engatusaba o se dejaba engatusar. Y para acercarse a la mujer no conocida, nada mejor que el tango. Por supuesto, el tango no era aceptable en sus casas ni bailable con las señoritas de su ambiente y por esa razón permaneció durante muchos años como algo marginal y de clase baja. 
Sin embargo, los viajes de estos patricios a Europa, especialmente a París, fueron el desencadenante. París no sólo era la capital del glamour y de la moda, sino que además era una ciudad que daba cobijo a una sociedad plural, parte de la cual era alegre y desprejuiciada. Los bailes galantes de la capital francesa venían de atrás, Louis Mercier, cronista de la vida parisina escribía en 1800: «Después del dinero, hoy en día el baile es lo que más éxito tiene entre los parisinos, sea cual sea su extracción social: aman el baile, lo veneran, lo idolatran… Es una obsesión a la que nadie escapa». Si ello era así a principios del XIX también lo era a principios del siglo XX al que llegaron con una fortalecida fama locales públicos como el Bal Bullier de Montparnasse o el Moulin de la Galette. Por añadidura, el atrevimiento, a principios de siglo, no era ajeno a las costumbres parisinas, antes al contrario, algún baile anual, como el Bal des Quat’z Arts de los estudiantes, «era célebre por lo ligero de las vestimentas y por el jolgorio sexual que reinaba siempre en él». 
En este contexto social no fue difícil que el osado baile creado en la capital del Plata encontrara un terreno abonado para florecer y convertirse en curiosidad al principio, en moda y furor después. Y una vez en París, el escaparate de Europa, la capital de la moda, la cuna del chic, su extensión al resto del continente primero, a todo el mundo después, fue algo sencillo y rápido. Curiosamente, es entonces, cuando Buenos Aires se mira en París, cuando finalmente el tango entra en sus salones más nobles avalado ahora por el bautismo europeo, el mejor de los pedigríes para una burguesía emergente que luchaba por hacer de su ciudad el París de América 
La gloria trajo también y simultáneamente el rechazo. La sempiterna dinámica social se puso nuevamente en marcha, lo antiguo frente a lo nuevo, la censura frente a la apertura, la tradición frente a la renovación. Los detractores del tango surgieron por doquier y fueron incluso ilustres y famosos. El Papa Pío X lo proscribió, el Káiser lo prohibió a sus oficiales y la revista española La Ilustración Europea y Americana hablaba del «…indecoroso y por todos conceptos reprobable ‘tango’, grotesco conjunto de ridículas contorsiones y repugnantes actitudes, que mentira parece que puedan ser ejecutadas, ó siquiera presenciadas, por quien estime en algo su personal decencia.». La cita pertenece a esa revista española, pero resultafácil encontrar otras paralelas en publicaciones inglesas, alemanas o, incluso, francesas. 
No obstante, para cuando llegó la reacción la suerte estaba ya echada: el tango había triunfado. Hubo vestidos de tango, color tango, tango-thés… el tango fue el baile rey de ese mundo de preguerra que habría de terminar muy pronto con el primer enfrentamiento armado mundial, la ascensión de Estados Unidos como potencia, el cambio de costumbres. Después, el tango siguió viviendo, nació con fuerza el tango canción que le tomó el relevo al tango baile, pero con un éxito geográficamente más restringido, el mundo, en una nueva preguerra descubrió y admiró a Carlos Gardel y al final del conflicto la supremacía de Estados Unidos desembarcó en Europa también con el swing que murió sólo para darle paso al rock. 
En todos estos años el tango tiene una brillante historia de auges limitados y declives relativos y una continuada vida a lo largo de la cual se ha desarrollado tanto el baile como la música hasta llegar a un nivel de sofisticación y depuración que dejan a las claras la madurez de esta manifestación que vive ya en las primeros décadas de su segundo siglo de vida.