Archivo de poetisas

Aurora Estrada

Posted in Author's name, poemas with tags , on septiembre 28, 2008 by edmolin657

AURORA ESTRADA Y AYALA DE RAMÍREZ
POETA.- Nació en la casa de la hacienda «Juana de Oro» vecina al pueblo de San Juan, Cantón Puebloviejo, Provincia de los Ríos, el 17 de Noviembre de 1.901. Hija legítima de Rodolfo Estrada Ampuero, Corredor de bienes raíces y de Natalia Ayala de la Guerra, tierna y bondadosa dama, ambos guayaquileños.

La zona era por esos años un grandioso emporio de riqueza: un millón de árboles de cacao «de arriba, que era el mejor- miles de cafetos, frutales y enormes potreros que reflejaban su potente vida vegetal en el río.»

Su padre leía mucho y tenía por costumbre ingerir una poma de esencia de café todas las noches, que bebía por copitas como si fuera licor. Era inseparable compañero de Aurora, a la que mimaba porque sus primeros cinco hijos habían muerto con diversas enfermedades infantiles. Una tarde, en la que habían salido a pasear por los alrededores, encontraron un tronco caído y el grabó con su navaja las siguientes palabras «Ego sum» que en latín significa yo soy. Aurora preguntó el significado y el le contestó Algún día lo sabrás !Así modelaba su carácter! I tuvo una niñez feliz, rica en experiencias. Diariamente concurría del brazo de su madre a la escuelita de San Juan, de cinco años había aprendido a leer y a escribir así como las cuatro reglas y desde entonces su padre le obsequiaba libros infantiles y la incitaba a leer. En cierta ocasión le regaló un espejito adornado con flores, ella se emocionó, buscó un papel y escribió con mano aún temblorosa su primer poema que dedicó a las rosas. «No sé donde encontré la poesía» diría, porque la llevaba dentro.

En 1.911 regresaron a Guayaquil e ingresó a una escuela pública con su hermana Haydeé Su padre había enfermado del corazón y comenzaba a asfixiarse. Al poco tiempo murió y Aurora se hizo triste y vagarosa, leía mucho, hablaba poco, siempre con voz dulce y delicada. Entonces terminó la primaria donde la Srta. Rita Lecumberry y su madre adquirió una casita de madera en Vélez entre 6 de Marzo y Pedro Moncayo, subsistiendo con bordados y costuras y merced a la ayuda de su hermano Octavio Avala de la Guerra, que administraba en Puebloviejo la hacienda «La Cordero».

Entonces ingresó a la sección femenina del colegio Vicente Rocafuerte Aurora seguía siendo una niña especial. Rara por su modestia, invisible por su timidez, frágil por su bulto, mejorando sus poemitas iniciales con otros más elaborados hasta que el verso se le hizo algo natural.

Cuando tenia quince años enseñó su producción al gran poeta Francisco J. Falques Ampuero, primo hermano de su padre, que se deleito con ella. Esa madrugada, a las dos de la mañana, alguien tocó a la puerta. Su madre se despertó sobresaltada y abrió la ventana para inquirir qué pasaba Era el poeta que había regresado y pedía unas tijeras. Con ellas en mano cruzó la calle, cortó en el recién inaugurado parque del Centenario unas rosas y regresando dijo: «Déjame subir, quiero ser el primero en coronar a Aurora». La buena señora siguió la chanza y lo invitó a pasar Falques trenzó los tallos, sacó las espinas, confeccionó su corona y despertando a Aurora musitó ‘Te corono primero pero después lo harán otros» y se fue como había venido dejando a todos emocionados. Ese bello gesto le auguraba triunfos a la joven poetisa.

A los pocos meses ocurrió el suicidio del joven Medardo Ángel Silva y Guayaquil se interesó en conocer la producción de los poetas modernistas; sin embargo, ya existían otros valores una generación nueva que empezó a reunirse en casa de Aurora a leer y a conversar. «Cenáculo de almas tristes y locas que tomó el nombre de los Kermes y dieron vida en Octubre de 1 920 a una revista» del mismo nombre, que lamentablemente duró solo tres números. Allí se identificaron con sus producciones Sergio Núñez, José Joaquín Pino de Ycaza, Miguel Augusto Egas, Enrique Segovia Antepara, Rubén Irigoyen, Luis Albizuri, Leopoldo Benites Vinueza, Zaida Letty Castillo Pérez, Antonio del Campo, Solón y Gustavo Ramírez Olmedo del Pozo, Miguel Ángel Granado y Guarnizo, Miguel Ángel Barona, Rafael Coronel, Luis Aníbal Sánchez y Jorge Carrera Andrade que estaba de paso por Guayaquil.

Desaparecida la revista el grupo no se dispersó y después de las veladas en la casa de Aurora se iban al salón «El Búho», situado al lado de «El Telégrafo», donde formaban una peña literaria o recitaban en el cementerio frente a la tumba de Silva en noctámbulas sesiones que dieron mucho que decir. En 1.921 Miguel Augusto Egas y Rubén Irigoyen fundaron «Singulus» -uno solo- que también tuvo corta duración.

En Enero del 22 fundó y dirigió la revista mensual de artes y letras «Proteo», cuyo solo nombre acusa una decisiva influencia del uruguayo José Enrique Rodó autor de «Ariel» y de «Los motivos de Proteo». Dicha publicación no tuvo larga vida y su último número, el tercero, apareció en Julio de ese año; pero como circuló por el continente, abrióle fraternales horizontes. Ella diría después «El paso de nuestra promoción por las letras patrias significó el cumplimiento de una misión dentro del destino del arte nacional» y es que «Los Kermes» se habían propuesto como lema renovarse o morir, frase de Gabriel D’Anuncio que todos cumplieron. Más, no se crea que la lucha filé fácil. Numerosos excéticos lanzaron sus dardos azaetados y hubo uno que bajo el pseudónimo de «Mac» pidió desde diario «El Universo» el linchamiento de «Los Hermes», que respondieron con una famosa «Epístola al idiota» escrita por Remigio Romero y Cordero.


En Marzo del 22 comenzó a colaborar en «Philelia» revista mensual literaria cuencana dirigida por Rafael Romero y Cordero a) Rapha. Ese año fue presentada en «El Guante» con un artículo elogioso firmado por un escritor amigo, entonces contrajo matrimonio con Gustavo Ramírez Pérez, su compañero generacional, izquierdista sincero que estudiaba leyes en la Universidad de Guayaquil.

En 1.923 escribió para la revista «Orientación» de Buenos Aires de la que era representante y alcanzó la fama literaria en los Juegos Florales auspiciados por Federación Universitaria de Quito con sus poemas «Cuando vuelvas sin mi» y «Poema de la Casa en ruinas» que obtuvieron dos primeros premios y desde ese instante fue saludado el nacimiento de una gran poetisa.

En 1.924 ganó el Premio Único en el Concurso auspiciado por la Municipalidad de Guayaquil para el mejor articulo sobre las efemérides de Octubre Entre 1.924 y el 26, año en que fue clausurado el Diario «El Guante», dirigió su sección literaria.

En 1.925 editó el periódico semanal y universitario «La Idea» con Antonio Parra Velasco. Colón Serrano Murillo y Teodoro Alvarado Olea. Parra llegó a ocupar una concejalía del Cantón y le pidió sus poesías pata hacerlas publicar de la Municipalidad Así nació «Como el lncieso».’fiño poemano lírico de 78 págs. aparecido a fines de ese año que le valió sinceros elogios. María Piedad Castillo de Levi dijo: «Ame esta nueva poetisa las demás cedemos el paso» y generosa como era la visitó y desde entonces fueron grandes amigas, pero no faltó la critica absurda Un periodista escribió que el poemario era «un e sean da I o social porque había tratado lemas velados al buen gusto del bello sexo.»


«Como el Incieso» consta de numerosos poemas, algunos de antología «El hombre que pasa», «el divino Cáliz». «El poema de la casa en minas». «El poema del árbol» y «Yo tengo un poema pálido» de su primera producción lírica rubendariana y modernista, cantos a las fuerzas biológicas de la especie que iban contra los convencionalismo Victorianos y hasta rompían tabúes sexuales y todo eso lo hacía su autora «con la timidez propia de una adolescente modesta que odiaba la publicidad, que por su temperamento se mantenía apartada del ruido y que vivía suave, silenciosa, serenamente el matrimonio y la maternidad, además era una poetisa espiritualmente bella -su cuerpo fino lánguido, de proporciones perfectas, gustaba de la caricia del llanto de la lluvia » Era, según ella misma, una mujer y nada más Por eso se ha dicho que 1 925 fue el año de su consagración definitiva.

Entre el 25 y el 27 colaboró en la revista ilustrada «Savia» de Guayaquil. Donde escribió // Siempre fui triste/ y me senti extranjera en todas panes./ / «I vino el nuevo tiempo en que espiritual mente tenía que avanzar Su convicción artística verifica el empalme entre dos generaciones literarias, porque un día en el Ecuador los espíritus superiores tuvieron que completar su soledad y su dolor con los demás y comprender la angustia de las colectividades menesterosas.»

Ya por esas épocas había comenzado su poesía social, apartada del arielismo de sus inicios y más compenetrada con la realidad nacional, por eso Hugo Alemán ha dicho que «Su arte desembocó en el encrespado océano del canto revolucionario. Alzó la cruz de la fatalidad en su verso y la mostró sangrante y pavorosa -como un símbolo de inútil sacrificio- a las atónitas miradas de los hombres.» Aurora mujer solidaria con los sufrimientos de su pueblo, desde la década de los veinte cuando solamente tenía 17 años de edad y aún no se había realizado la matanza del 15 de Noviembre, gemía dolida. Su «Canto de las trabajadoras Navidad», punto de partida de su adhesión al proletariado, dio paso a otros más del mismo género como «J. White y Co» (1933), y “Chaco” (1937) que corresponden a su segunda época «y encierran un hondo mensaje de transformación social. Su voz rebasaba la línea de sectarismos y mediocridades y entonó el canto de la confraternidad y de la paz.»

En 1.928 obtuvo el Primer Premio en el Concurso en homenaje a la Fiesta de la Raza con su poema «España y el Ecuador» y fue coronada el 12 de Octubre en el paraninfo de la Universidad de Guayaquil como reina de la poesía por el Dr. Modesto Chávez Franco, cumpliéndose lo profetizado por Falques Ampuero. Con tal motivo «El Universo» la designó redactora de honor y colocó su retrato.

En 1.929 fue asesinado en Cuba su amigo el exiliado venezolano Francis Laguado Jaime quien tenía ocho años viviendo en la Habana, víctima de la dictadura del General Juan Vicente Gómez. Laguado y dos amigos más fueron arrojados desde lo alto de un fuerte al mar donde sirvieron de pasto a los tiburones.

Aurora estaba reponiéndose de una grave enfermedad que la tuvo tres meses en cama, escribió el poema «A Francis Laguado» y lanzó su promesa que consta en su poemario «Nuevo Canto», de luchar por la justicia y la igualdad. Entonces ocurrió que su esposo al cursar el cuarto año de Derecho fue expulsado de la Universidad de Guayaquil por su activa militancia comunista en la “fracción universitaria de Izquierda” y su participación en la «Liga Antibélica», la familia tuvo que trasladarse a Quito, donde él completó sus estudios de Jurisprudencia y trabajo en la Caja de Pensiones. Aurora dejó en Guayaquil la estela cristalina de sus mejores años, entró de profesora al «Liceo Bolívar» y comenzó a estudiar en la Facultad de Letras de la Universidad Central.

En 1.930 triunfó en el Concurso pedagógico promovido por el Día del Maestro. El 32 ganó el Concurso organizado por el Círculo «La Atalaya» de Ambato con su poema «A Montalvo». Ese año pasó al Normal «Manuela Cañizares» llamada por su amiga la Rectora María Angélica Idrovo, colaborando en las veladas artísticas con poemas recogidos en el folleto titulado «Justicia a una labor: 1.933-34» en 7 págs. El 35 compuso «Para Adolfo, en la plenitud de su recuerdo» con motivo del suicidio de su amigo Adolfo Hidalgo Nevárez.

En 1.936 escribió su tesis doctoral denominada «Veinte Gobelinos de Gabriela Mistral» pero fue cerrada la Facultad y reabierta como simple Instituto Pedagógico, por eso egresó con el título de Profesora de Lengua y Literatura, y Licenciada en Ciencias de la Educación. De esa época fue su poemario infantil «Cometas al viento», la novela «Puente», el poemario coreográfico «Evocación Shiri» cuya música se ha perdido, el libro en prosa «Retrato de Mujeres» y varios poemas sociales, todo lo cual se ha perdido.

En 1.938 regresó a Guayaquil a despedirse de su madre, gravemente enferma con arterieesclerosis. Gabriela Mistral pasó por el puerto y vivió los meses de Agosto a Octubre en casa de su amiga Adelaida Velasco Caldos. Fue a visitar a Aurora, se encontraron y de rodillas se pusieron a llorar ¡Es el retrato de mi madre cuando estaba con la misma enfermedad! – dijo Gabriela. Dña. Natalia de Estrada falleció meses después en casa de su hija Haideé.

En 1.943, tras largo madurar, pensar y escribir, publicó «Tiniebla, veinte trenos y una Canción de Cuna, poemas a mi madre que duerme en el lecho No. 1.551 del Cementerio de Guayaquil» calificado de «romancero empapado de ausencia, de gratitud y de lágrimas, dedicado en lo absoluto a la evoca0ción de las diferentes etapas de la vida. Oblación lírica un poco sagrada, entregado a las intimidades del sepulcro.»
En 1.944 leyó su poema «Canto al Veintiocho de Mayo» en el Congreso de Trabajadores en Quito al que asistió como Delegada, entre Septiembre y Noviembre realizó una gira periodística por los Estados Unidos, invitada por la oficina de Coordinación Intramericana y por la primera dama Eleanor Rooselvelt y en una velada artística por el cincuentenario de la creación de los Normales se dramatizó su poema «El Grito».

De esta época son sus composiciones líricas “Hora Cero” y “Fatum”.

En 1.950 regresó a Guayaquil con sus hijos y adquirió una casa en Avenida del Ejército y Urdaneta. El Ministerio de Educación le extendió su pase al Colegio Nacional «Aguirre Abad» y allí se mantuvo enseñando literatura por muchos años. El 51 se le unió su esposo que viajó a Guayaquil de Subgerente de la Caja de Pensiones.

Para entonces Aurora seguía siendo más que una simpatizante comunista, era lo que se dice una activista, luego se afilió y realizó una gran labor proseletista concurriendo a Sindicatos y a Congresos y dando su voz de aliento a las masas de trabajadores.

En 1.952 ingresó como profesora a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil y fundo la «Unión de Mujeres del Guayas» para defender los derechos de la mujer, el niño y la paz. El 53 viajó como Delegada a la Conferencia Latinoamericana de Mujeres celebrada en Río de Janeiro, donde resultó electa para una de las Vicepresidencias; el 55 al I Congreso Mundial de Madres en Lausana, Suiza. Ese año la Municipalidad de Puebloviejo la declaró su Hija Predilecta. El 62 recibió el homenaje de la Asociación Escuela de la Facultad de Filosofía.

En 1.963 la dictadura de Castro Jijón le arrebató su cátedra universitaria. El 64 la intelectualidad guayaquileña le ofreció «La Lira Poética» en desagravio. Leopoldo Benites Vinueza dijo entonces: «Raro temperamento el de esta mujer, tan poeta, tan artista y tan humana». Raro por sus multicidad, raro por su inquietud, raro en fin por la sensibilidad exquisita con que pule los contornos ásperos de la vida. Sufre, ama, piensa.- Ella es así, su obra es como su espíritu, múltiple, proteiforme e ilimitado. El 66 le fue devuelta la cátedra.

El 9 de Marzo de 1.967 y mientras dictaba una/Conferencia en el Café Concierto 9 de Octubre entre García Avilés y Boyacá sobre el Día Internacional de la Mujer, sufrió un derrame cerebral y perdió el conocimiento. Llevada de urgencia a la Clínica Crespo, que era la más cercana, no se recuperó y falleció el día 12. Su viejo amigo, el poeta Hugo Mayo le dedicó su «Réquiem por Aurora», bellísima despedida, canto a su dolorosa ausencia.

Tuvo una vida plena y “Cuesta trabajo comprender cómo pudo tener tanta fuerza y pasión democrática y tanta voluntad de servir. Cómo se dio tiempo para luchar donde fuere necesario defender a los golpeados por la injusticia. Benjamín Camón ha dicho «Hay en su poesía una honda preocupación por las fuerzas esenciales del hombre y de la especie y al mismo tiempo una ternura cálida y fecunda, que le ha dado la mano y le ha enseñado los caminos de la revolución, a la que ha ido primeramente sentimental, femenina, maternal, para luego enardecer el tono del campo proletario y darle médula de lucha y sonar de batalla.»

En «Yo soy» escribió»// Soy fina y pequeña tu mismo lo dijiste/ -ella es pequeña y fina como una ala en tensión-/y son mis ojos suaves, bajo mi frente triste,/ a mis labios ardientes, una contradicción.//

Eminentemente religiosa aunque sin practicar religión alguna canela, sensible, espiritual, dulce, femenina, y delicada. Pelo negro, ojos melados y boca fina; sin embargo, vivía como en guardia, pues se sentí a débil y profundamente pesimista. Se la conoce más eximo poetisa que como mujer de pensamiento y acción, de avanzada social, y fue ambas cosas al mismo tiempo, por eso Ezequiel González Más opinó de ella Pocas veces hemos visto su rostro en las veladas multicolores del arte, en la exhibiciones sonambúlicas del verso; mujer humilde y apartadiza, desdeñó la publicidad sonora del Guacamayo y los contoneos absurdos del mandril, pero ilustró la condición latente del poeta: testigo de cargo, defensor de oficio, error de la naturaleza y apunte supremo de la humanidad futura.

EL HOMBRE QUE PASA.- Es como un joven Dios de la selva fragante/ este hombre hermoso y rudo que va por el sendero; / en su carne morena se adivina pujante/ de fuerza y alegría un mágico venero,// Por entre los andrajos su recio pecho miro: /tiene labios hambrientos y brazos musculosos/ y mientras extasiada su bello cuerpo admiro/ todo el campo se llena de trinos armoniosos .// Yo, tan pálida y débil sobre el musgo tendida, /he sentido a) mirarlo una eclosión de vida/ i mi anémica sangre parece que va ahogarme. .. // Formaríamos el tronco de inextinguible casa/ si a mi raza caduca se juntara su raza, / pero el hombre se aleja sin siquiera mirarme.//

POEMA DE LA CASA EN RUINAS.- La casa en ruinas, blanca como una niña anciana/ que saliera a tomar el sol de esta mañana, /sobre el camino lacio, tristemente curvada, / se halla como de algún largo viaje cansada.// Sobre el tejado rojo inquieta enredadera/ se extiende como un verde manto de primavera/ y en la ventana un trozo de tela desteñida/ finge una mano trémula en larga despedida. //Cuelga un nido vacío de errante golondrina/ en el alero roto que a la tierra se inclina,/ i entre los corredores las pacientes arañas/ con seda fina y suave tejieron sus marañas.// En el umbral soleado sigue la negra puerta/ como pupila fija y enigmática abierta… / ascendamos, hermana, por la escala de piedra,/ por la escala que adorna, ya marchita la yedra.// Semejando el lamento del que se encuentra herido, / Cómo cruje doliente el piso carcomido// Escucha unciosamente. Como que huyeran alas/ nuestros pasos leves por las desiertas salas.// I ríes de mis palabras i el surtidor sonoro/ de tu garganta perla como fuente de oro. //La casa en ruinas, blanca como una niña anciana,/ mi sueño sin aurora, bien cobijara hermana./ /1 nos vamos al fin por la senda florida,// tú alegre y sonrosada en plenitud de vida,/ yo pálida, llevando mi primavera muerta/ como si fuera el alma de la casa desierta.//

CANTO DE LAS TABAJADORAS.- Navidad.- Vengo de las calles donde la alegría de los felices florece como un rosal de oro. / Por las calles limpias como sendas de raso, / donde las sedas y las pieles avergüenzan los harapos de los pobres./ Donde son una ironía nuestros vestidos raídos,/ nuestros rostros pálidos y el ansia de nuestras miradas./ De las calles donde todo brilla,/ donde todo canta/ donde todo ríe,/ vengo henchida de llanto como un amargo fruto.// Hija mía, Flor de carne que dejo en mis brazos el triste amor de los desheredados./ Amor hecho de rabia y de hambre: tan hondo y tan amargo, /Estrella tibia y dulce,/ lirio que palideces en el tugurio nuestro/duermes, duermes el sueño lento de los que nada esperan. /Y habrá algo más triste que un niño que no espera?…… ./Ni una muñeca rubia/ ni un trompo de colores/ni un oriental camello, cargado de presentes?/ Que no mande a los ángeles sus mensajes ingenuos?// Esta tristeza existe y no se ha escrito en versos…/ Mirándote la sien crecer en mi alma,/ Como crecen los trigos…./ Los hijos de los pobres ya no sueñan en ángeles…../ tienen solo hambre y frío y se duermen ceñudos…./ Tienen cual tú, un gesto vago en la carita pálida. /Sólo esperan el pan de las madres ausentes,/ ausentes casi siempre de sus hogares fríos.// Duerme….duerme tesoro mío…../ Traigo vacías las manos y el alma en cruz . ./Sin que ronde tus sueños ni el ala de un ensueño // No sé echar de mis ojos el llanto que me quema, /del que mi alma está llena como un amargo fruto./ Aqui en el cuarto negro donde tú eres la única blancura, /pienso en las calles claras, como un mágico día./ Y tiemblo…..Tiemblo…..Tiemblo/ Soy como un árbol bajó la tempestad. / No es el frió nocturno…./ No es el hambre trágica que roe mis entrañas…./ No es la miseria de mis ropas humildes…../ Es un recuerdo cruel como un clavo de hierro…/que se engarfia en mi carne.// Pienso en las calles claras como un mágico día,/ Lejanas como el cielo de los suburbios, donde/ los pobres nos hacíamos en racimos sufrientes…./ En tas vitrinas bellas, donde brillan tesoros/ de maravillas como de Mil y una Noches…./ Allí hay joyas de ensueño,/ cosas irreales, dignas del País de las Hadas…/ Cosas que harán trizas los niños más felices,/ esos que nada saben de las noches con hambre,/ y las manos tendidas acosas imposibles.// Duerme…. Duerme mi niña rubia,/ duerme con las manos vacías / Mientras afuera canta la navidad/ y hay rondas de alegres niños/ frente a las vitrinas claras.//

INSOMNIO- //Cuántas cosas sin nombre flotan en la tiniebla/ y qué leves rumores llenos de vaguedad. /Mis sentidos se hunden en una espesa niebla/ y sin embargo siento con mayor claridad // No sé si se proyecta -sensación indecible- / dentro de mi conciencia, la sombra inquietadora/ o es que mi ser irradia como llama imposible/ en el enigma mudo con ansia escrutadora.// Adormecen mi carne aladas ideaciones/ y en éxtasis espero el formidable grito…/ Del abismo recojo las hondas vibraciones/ como una sensitiva abierta al infinito.// Estoy lejos del mundo en un círculo extraño/ entre rostros amigos aunque nunca los vi./ Mi Psiquis está hundida en los siglos de antaño/ en esos siglos bellos en que quizá viví.// La eternidad me cerca, el tiempo no prosigue, /Sobrecoge mi espíritu un helado temor /Un esfuerzo y acaso del barróse desligue/y en (adivina Fuente apague su dolor./

 

Dolores Veintimilla de Galindo

Posted in poemas with tags on septiembre 23, 2008 by edmolin657

POETISA.-

Nació en 1.829, hija legítima de José Veintimilla y de Jerónima Carrión y Antepara, lojanos acomodados residentes en la Capital.

 

En 1.837 inició sus estudios en el Colegio «Santa María del Socorro» que funcionaba en el edificio del beaterio bajo la dirección del Sr. Isaac W. Wheelwright, pedagogo traído de Chile por el Presidente Rocafuerte, que estuvo poco tiempo en el país. De allí pasó a la escuela que las madres dominicanas mantenían en el Convento de Santa Catalina de Siena, donde aprendió a leer y a escribir, muchos villancicos, la doctrina y el catecismo y algunas granjerías en las que eran expertas las monjas, tales como bordar, tejer, coser, cocinar. Con su parienta Rosa Carrión estudiará música y aprenderá a tocar piano y vihuela. Con Antonio Salas, dibujo y pintura y entonces sus padres creyeron que le habían proporcionado todo el saber que requería una señorita de sociedad.

Crecía protegida y mimada. En «recuerdos», memoria en prosa que redactó en 1.847, dice de esta época: «Adorada de mi familia, especialmente de mi madre, había llegado a ser el jefe de mi casa; en todo se consultaba mi voluntad; todo cedía al más pequeño de mis deseos, era completamente dichosa bajo la sombra del hogar doméstico y en cuanto a mi vida social, nada me quedaba que pedir a mi fortuna…. Una figura regular, un pundonor sin límite y un buen juicio acreditado, me hicieron obtener las consideraciones de todas las personas de las distintas clases sociales de mi patria…. A la edad de 14 años un sentimiento de gratitud vino por primera vez a fijar mi atención en uno de mis amigos…. La confianza que mi madre tenía en mi me daba completa libertad, era, pues, señora de mis acciones y de mis horas y podía ver a mi amigo, que lo era también de mi madre, a mi satisfacción y estar y pasar sola con él, sin caer siquiera en cuenta que mi fortuna era una especialidad….Respetada siempre por él, uno de mis placeres más íntimos era estar tranquila a su lado. A este hombre virtuoso es a quien debo la mayor parte de mis buenos sentimientos. Las horas que pasábamos juntos las empleábamos en formar mi corazón para la virtud. Joven de 19 años, su amor le había vuelto reflexivo y prudente».

Al cumplir sus 18 años -de temprana edad como ella diría después- el 16 de Febrero de 1.847, contrajo matrimonio en Quito con el Dr. Sixto Antonio Galindo y Oroña, médico, natural de Nueva Granada, residente en el Ecuador a causa de las persecuciones políticas comunes de su patria. La dote de matrimonio se estipuló en 5.000 pesos que le fueron entregados por la novia.

El se encargó de hacerle continuar su educación literaria permitiendo la lectura de toda clase de libros hasta los que la mojigatería colonial había prohibido por diversas causas, con esto Dolores logró una sólida ilustración, completa, variada y difícil de hallar en las mujeres u hombres de su tiempo, que unida a sus dotes naturales la convirtieron en una mujer excepcional.

El 26 de Noviembre del mismo año de su matrimonio fue madre de un niño bautizado con el nombre de Santiago, siendo madrina Rosa Ascázubi, primera mujer de García Moreno, su amiga y confidente. Poco después el Dr. Galindo decidió viajar a Guayaquil llamado por su concuñado el Coronel Sebastián Medina, casado con Josefina Veintimilla, única hermana de Dolores; así pues, el matrimonio y su tierno niño se establecieron en el puerto principal donde Dolores hizo numerosas y excelentes amistades pues la sociedad le recibió con las puertas abiertas.

De ésta época son dos composiciones «A Carmen, remitiéndole un jazmín del cabo» y «A la misma amiga» ambas dirigidas a Carmen Pérez Antepara, poetisa y también espíritu selecto; y buena parte de su poesía que traduce «la insatisfacción de un corazón que no era amado a la medida de lo que amaba» y por ello escribió «Quejas», «Sufrimientos», «Aspiración», «Anhelo» y «Desencanto» dentro del género romántico tan en boga por entonces.

En mayo de 1.854 se trasladó a Cuenca con su esposo e hijo, alquilando un departamento en casa de Josefa Ordóñez, luego viajará su esposo a Centroamérica llamado por unos paisanos, con la ilusión de mejorar en el desempeño de su profesión de médico, dejándola sola y entre gente extraña; pero no la olvidará, de tal suerte que mensualmente le remesaba dinero a través de la casa Comercial «Estrada» de Guayaquil. ¿Por qué Galindo la dejó en Cuenca y no en el Puerto donde ella tenía a su hermana casada o en Quito con su madre? En ambos sitios hubiera estado Dolores bien acompañada y atendida. ¿Acaso el Dr. Galindo no se llevaba con su familia política?.

Otro aspecto importante en la conducta de este colombiano es que nunca estaba mucho tiempo en un sitio determinado. ¿Sería un inestable emocional, un dromomaníaco o simplemente un aventurero? Esta preguntas y otras más aún no las contestan los documentos.

Lo cierto es que Dolores inició en Cuenca una vida activa e intelectual rodeándose de jóvenes honestos y de personas de edad, todos ellos literatos y poetas, a quienes recibía en su departamento y con quienes charlaba y leía en inocentes tenidas. Entre los jóvenes que la visitaban anotamos a Antonio Merchán y García, Tomás Rendón Solano, Manuel A. Toral, Luis Muñoz, León Morales y Vítores y entre los de edad el Dr. Vicente Salazar y Lozano, que meses después morirá haciéndose acreedor a una «Nota Necrológica» de Dolores, amiga de sus hijas. Igualmente el Dr. Benigno Malo, el Dr. Mariano Cueva, Miguel Angel Corral y Francisco Eugenio Tamariz, es decir, lo más apreciado de la sociedad y de la intelectualidad morlaca.

En el «Album Literario» de Dolores, Benigno Malo escribió «Yo me limito a estimar en Ud. a la amiga, a la ecuatoriana que recuerda ciertos rasgos nobles de Penélope. Yo prefiero la virtud a la belleza y al genio ¿Y quien no preferiría el cielo a la tierra?» Frase que constituye el mejor certificado de su conducta viniendo de tan ilustre Repúblico. I así transcurrieron algunos meses, pero un día su casera se disgustó con ella -quiza por el atraso en los pagos del arrendamiento- y mandó a ponerle los muebles afuera. Dolores se cambió a un segundo piso en la casa de Josefa Peñafiel situada en la misma calle «Bolívar», ocurriendo entonces el fusilamiento de un indígena llamado Tiburcio Lucero, acusado del delito de parricidio.

Era el 20 de Abril de 1.857 y Lucero fué sacado con escolta, cubierto de una túnica blanca manchada de rojo, crucifijo en mano y rodeado de varios sacerdotes que recitaban preces. El patibulo se había levantado en la plaza de San Francisco, abarrotada de curiosos. Dolores había concurrido con varias amigas y ocupaba lugar preferente, desde allí vió a Lucero cuando éste trató de arrojarse sobre su esposa y cinco hijos, uno de ellos de pecho, que presenciaban la escena; pero la guardia impidió tal efusión de afectos y poco después Lucero caía fusilado, dispersándose la concurrencia.

Ya en su casa y afectadísima por lo que había presenciado tomó la pluma y escribió «‘Necrología» que apareció el día 27, en una hoja suelta, protestando contra la pena de muerte y pidiendo al «Gran Todo» que una generación más civilizada y humanitaria venga a borrar del Código de la Patria, dicha pena. El 5 de Mayo circuló otra hoja conteniendo una réplica bajo el título de «Una graciosa Necrología», suscrita por «Unos colegiales» siendo su autor el Canónigo Dr. Ignacio Marchán, religioso torpe y vehemente, discípulo de Fray Vicente Solano, a quien de paso, menciona. La hoja acusábala de ser panteísta porque al referirse a Dios escribió «El Gran – Todo».

Así las cosas alguien aconsejó a Dolores que conteste a Marchán con otra hoja que salió el 5 de Mayo, con el pomposo título de «Otro campanillazo», dándole lecciones de gramática, de cordura y buenas maneras y recordando el incidente de la campanilla suscitado años atrás en la Iglesia Catedral, cuando el Dr. Andrés Villamagán a punta de campanillazos bajó a Marchán del púlpito donde predicaba; se dijo entonces que más por ignorancia que por otra razón Marchan había lanzado ideas falsas en religión o lo que es lo mismo, herejías.

Y como Cuenca era una ciudad pequeña y falta de diversiones, esta inusitada y absurda polémica dividió al público en dos bandos, unos a favor y otros en contra de Dolores y no faltaron los espíritus innobles que mal aconsejaron a Marchán para que la siguiera vituperando con otro escrito que salió el 9 de Mayo, en hoja titulada «La defensa de Madama Zoila» donde sin rubor ni respeto a su sexo llegó a decirle «Ud. carece hasta de la lógica natural ¿Que tiene que ver el culo con las temporas?…. y para mayor abundancia el 12 sacó otra hoja suscrita por «Roepan», con el título de «‘Un curioso ratoncito» en la que dice: «Llorona». «Zoila», etc.

I aunque no está probado y solo flota como conseja o leyenda se cuenta que una tarde que Dolores subía a la Iglesia del Belén, se topó con Fray Vicente Solano que venía por la acera opuesta y al verlo, dijo: ¿Allí va el perro de toda boda! pero fue contestada con un ¿Allí va la boda de todo perro! Estas «agudezas» motivaron comentarios y el vacío social no se dejó esperar. Dolores quedó aislada, lo que unido a diversas tribulaciones de orden económico y sentimental y a varios desaires recibidos, la llevaron a un estado de depresión. Para colmos, por esos días llegó a Cuenca la noticia del suicidio de la poetisa chilena Carolina Lizardi y esto terminó por desquiciarla, se sentía humillada, deshonrada, llena de vergüenza, traicionada por la mentalidad de la época y con tales tristezas el 23 salió al comercio, adquirió unas medias blancas, crespones de seda negra, varias velas y alguna cantidad de cianuro de potasio. Esa noche se vistió de blanco, sobre una mesita dejó dos cartas, una bellísima a su madre y otra inconclusa, escrita cuatro días antes a su marido y sobre un anaquel la poesía «La noche de mi dolor» y atracando por dentro las cerraduras de su dormitorio y prendidas todas las luces, bebió parte del contenido del vaso de veneno, luego se acostó y esperó la muerte.

A la madrugada su hijo la encontró en el suelo, aún con vida pero inconciente y se puso a llorar (1) Tiempo después se apareció una sirvienta y empezó a gritar: ¿A mi niña la han envenenado! el perro lamía su cara. Vinieron varios vecinos y uno de ellos se llevó al niño, los demás miraban con curiosidad. Corríase el rumor que estaba embarazada..!

El Dr. Mariano Cueva auxiliado por el Cor. José E. Valverde y por Antonio Marchán García despejaron el dormitorio de curiosos y el Dr. Agustín Cueva, hermano del primero, practicó la autopsia de 3 cavidades (craneana, pectoral y abdominal) dictaminando que no estaba embarazada. El poeta chileno Guillermo Blest Gana, de paso por Cuenca, costeó el sepelio en la quebrada de Supay- Guayco donde se enterraba a los réprobos.

Después de muerta recibió el último manifiesto de ofensa de Solano, que en «La Escoba», el 21 de Octubre escribió «Esta mujer con tufos de ilustrada había hecho apología de la abolición de la pena de muerte…se suicidó con veneno, porque no pudo contener su cuestión con quienes había atacado.

Un año después llegó el Dr. Galindo y siguió juicio para que la Iglesia permita el entierro en sagrado, probándose que Dolores había sido católica practicante, que su confesor era el virtuoso Canónigo Dr. Vicente Cuesta y que su suicidio se había debido a una ligera enajenación mental. Obtenida la sentencia se trasladaron sus restos a la bóveda que aún ocupa, en una elegante urna que costeó el viudo.


(1) Santiago Galindo Veintimilla creció en Quito con su tía, fue secretario de la Sociedad Liberal en 1.866, contrajo matrimonio con su prima hermana Urbana Medina Veintimilla, tuvo descendencia y murió joven en 1.885, de 38 años de edad.- Nota del Autor.
Poco quedaba de su poesía porque Dolores había quemado la mayor parte, se salvaron unos sonetos casi de milagro y fueron recogidos por su amigo Antonio Marchán.

En 1.886 se editaron cuatro de ellos en «La Lira Ecuatoriana» y su autor Vicente Emilio Molestina los colocó detrás de los de Olmedo, porque generacionalmente Dolores inaguró el romanticismo en el Ecuador, cerrando el neoclasismo. En 1.874 Federico Proaño publicó dos más en Guayaquil. «La Nueva Lira Ecuatoriana» de Juan Abel Echeverría nos dio otros cuatro poemas. En 1.880 Amadeo Izquieta publicó en «La Palabra» la composición en prosa titulada «Mi fantasía». En 1.908 Celiano Monge dió la más completa versión de su producción y el escrito «Recuerdos».

Varios autores nos han dejado datos biográficos suyos: Juan León Mera, Guillermo Blest Gana; Remigio Crespo Toral la describió como «La Safo ecuatoriana», pintándola hipersensible y exaltada. Nicolás Augusto González la defendió desde Centroamérica, luego Ricardo Márquez Tapia en 1.968 dio el primer libro Biográfico y entre 1.976 y 77 G. Humberto Mata la redescubre en «Dolores Veintimilla asesinada», hasta hoy lo mejor que de ella se ha escrito. Eudófilo Alvarez tiene un drama psicológico para teatro titulado «Dolores Veintimilla de Galindo» aún inédito. Marcelino Menéndez y Pelayo la elogió desde España en el siglo pasado y la crítica nacional la ha situado entre las más elevadas voces de nuestra poesía, la mayor del romanticismo y por ser la primera mujer que luchó contra la pena de muerte en el Ecuador y en defensa de la clase indígena; pues, fue una mujer, de intuición genial, en sus ideas sociales y literarias.

 

Dolores Sucre

Posted in poemas with tags , , on agosto 22, 2008 by edmolin657

LA POTISA DEL HABLAR DIFICIL
Era Dolores Sucre y Lavayen una hermosísima doncella que desde temprana edad había dado muestras de un talento nada vulgar, de su amor a la poesía y al culto de la belleza artística» cuando aun en Guayaquil, a las llamadas niñas bien, es decir, aquellas que se pertenecían a familias antiguas y conocidas, no se les dejaba aprender a leer y a escribir, por el prudente temor de sus padres a que se carteen con enamorados. Sólo las misas, rosarios, novenarios y demás prácticas religiosas les eran permitidas en sus casas y en iglesias, combinándolas con las granjerias de cocina, que consistían en la preparación y cocción de sabrosísimos platillos y dulces, que engolosinaban el paladar de los parientes y amigos.

¡Tal el estrecho mundo de la mujer hace cien años! Pero nuestra Dolores del cuento nacida en 1837 pobre y noble, esta antinominia a veces se dá en la realidad, sobrina lejana del Gran Mariscal de Ayacucho, se sentía atraída por los gloriosos hechos que oía relatar en su hogar y quiso emularlos conservando su sitial de mujer, por el atajo de la poesía, de las sonoras estrofas que escribía para distraerse “dejando adivinar que en su pecho se agitaba Minerva y presagiando para después una verdadera sacerdotisa consagrada al templo de la Diosa» como expresó un crítico ramplón.

Primero fue discípula del gran poeta español Fernando Velarde que recorrió el continente americano y le enseñó a expresarse en lenguaje castizo y brillante. Aquel bardo le dedicó esta hermosa poesía/ También padeces y también deliras/ sensiblemente, americana hermosa/y en tus insomnios lúgubres suspiras/ por la futura libertad gloriosa!/

Numa Pompilio Liona la quería con amor de hermano. Hermanos de letras eran ambos y cuando ella viajaba al Perú era acogida en los mejores círculos intelectuales con notorio entusiasmo. Ricardo Palma, Teobaldo Corpancho y Carlos Amézaga la cantaron. Clorinda Matto de Turner y Lastenia Larriba de Liona la tuvieron por sus iguales. Con el tiempo Dolores Sucre publicó varios poemarios, con tarjetas postales a amigos y parientes y versos de compromiso. Luego envejeció distinguida como una reliquia de tiempos mejores. Su ciudad la consideraba y apreciaba y los literatos porteños la querían por su don de gentes, por su natural emotividad. Habla colaborado en casi todos los periódicos y revistas de su época. En «La Esperanza» y en «Los Andes» tuvo columna propia dedicada a la mujer. Fue una avanzada del feminismo en el Ecuador.

Gustaba expresarse en difícil, como si con inútiles retruécanos obtuviera algún mágico efluvio que ella admiraba y perseguía. Para pedir un vaso de leche en el desayuno decía: «Mucama. Pasadme el líquido perlático que nos proporciona la consorte del toro». Para que le den un vestido negro. «Mucama. Tomad el acero (la llave) hundidlo en el madero (la cerradura del ropero) y sacadme el de luto vestir». Dicen que un día pasó un carbonero y lo llamó así: «Buen hombre. ¿Cuánto reporta actualmente un saquillo del producto del fuego sobre el madero?». En otra ocasión pidió un huevo duro en el almuerzo con las palabras siguientes: «Por favor, deseo un ovólo gallináceo afectado por el fluído acuoso. Bueno, esto es lo que le sacaban los chuscos, hay que ver si era verdad.

Sus hermanas Carmen y Obdulia, que eran preceptoras y ya le conocían su forma de hablar, dizque le entendían todo, pero no ocurría lo mismo con el común de la gente, que a veces se quedaba en babia, sin saber que contestarle.

El 9 de Octubre de 1904 fue escogida para coronar al poeta Llona en el Teatro Olmedo y al año siguiente se formó un comité de jóvenes intelectuales redactores del «Guayaquil Artístico» que pidieron la apoteosis de la poetisa del hablar difícil» y le entregaron una Lira de Oro y brillantes en una ceremonia triunfal donde tomó la palabra Nicolás Augunto González Tola.

Años después moría en Guayaquil la «insigne poetisa de cabellos blancos. A las 5 y 20 minutos de la tarde del 5 de junio de 1917 y su sepelio fue numeroso, saliendo de la casa del duelo, ubicada en Vélez entre García Aviles y Boyacá, donde la Municipalidad mandó a poner Guardia de Honor. Así terminó la sobrina segunda de un gran hombre y ella misma, gran mujer, adelantada del feminismo guayaquileño de todos los tiempos.