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Fray Vicente Solano

Posted in poemas with tags , on octubre 7, 2008 by edmolin657

Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
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FRAY VICENTE SOLANO MACHUCAESCRITOR.- Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.

Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel

Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
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FRAY VICENTE SOLANO MACHUCAESCRITOR.- Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.

Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel

Atahualpa

Posted in historia with tags on octubre 4, 2008 by edmolin657
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ATAHUALPA
INCA.- Nació posiblemente en el Cusco en 1497 aunque este punto de su vida aún se presta a discusión y fueron sus padres el Inca Huayna Cápac, quien había tomado por concubina a la princesa Paccha, hija de los Caciques de la confederación Quitu-Puruhá. (1) 

Su educación transcurrió en el Cusco hasta que tuvo edad suficiente, gozando siempre del amor y la confianza ilimitada de su padre que lo llevó consigo cuando viajó hacia el norte a debelar la sublevación de varias tribus. En Tomebamba hizo el Inca un alto y delegó a sus hijos Atahualpa, Ninankuychi y Auki Toma para que sometieran a los aguerridos Pastos. 

(1) El sitio de su nacimiento constituye un intrincado problema debido a las diferentes opiniones emitidas por los cronistas indios y españoles. 1) Alonso de Borregán en su Crónica de la Conquista del Perú publicada en Sevilla en 1949 indica que Atahualpa nació en el valle que se decía Otavalo, pero es el único en afirmarlo. Borregán fue un aventurero español que estuvo en el Cusco en 1535 y debió redactar su relato por el año de 1565. Su Crónica permaneció inédita hasta que la descubrió el coleccionista peruano Rafael Loredo, que la dio a la luz publica. 2) Las declaraciones de los cuatro quipucamayos —hechas separadamente y luego de poner en orden sus quipus— que fueron llevados a presencia del presidente Vaca de Castro entre 1541 y el 44, indican que Huáscar fue el único hijo legitimo del Inca Huayna Cápac pero no hablan del lugar del nacimiento de Atahualpa, aunque le reconocen heredero de una parte del reino con sede en Quito. 3) Agustín de Zárate le hace quiteño, pero como su Historia fue copiada de la de Francisco López de Gómara, no tiene mayor valor 4) Miguel Cabello Balboa en su Miscelánea Austral concluida en 1586, después de haber permanecido en Quito hasta el 78, dice que Atahualpa fue llevado del Cusco a Quito. 5) Pedro Sarmiento de Gamboa en su Historia Indica publicada en México en 1942, es taxativo al afirmar que Atahualpa arribó a Quito cuando era mozo, en el segundo viaje de su padre el Inca Huayna Cápac. 6) Pedro Cieza de León, joven e instruido soldado en la Crónica del Perú escribió que ambos hermanos, Huáscar y Atahualpa, nacieron en el Cusco y no en Quito, y que éste último fue llevado a Quito, por su padre el Inca Huayna Cápac, cuando ya era mozo. Y como Cieza de León estuvo personalmente en todas esas comarcas y sus dos obras conocidas son las más completas en su género, creemos que lo afirmado por él tiene mayor peso. En sus Crónicas del Perú declaró que Huayna Cápac era casado con una princesa de Caranqui. 7) Luis Andrade Reimers, en la Pág. 147 de su obra La Campaña de Atahualpa contra el Cusco, ha indicado que bien pudo Atahualpa nacer en Caranqui o en el complejo administrativo de las faldas del Pichincha, Quito, al final de la guerra contra los Pastos—Caranquis—Cayambes, a no
Terminada esta guerra volvieron a Tomebamba donde Huayna Cápac tenía su palacio y allí permanecieron hasta 1522 en que falleció el Inca aquejado de un mal misterioso antes no conocido en América y que ahora se sabe que fue la viruela y atormentado por oscuros presentimientos por la llegada de unos misteriosos hombres barbados. En su testamento designó a Atahualpa, Incaprantin del Quitu y sus comarcas, es decir Inca asociado al principal del Cusco y por lo tanto secundario.
 

Atahualpa imaginó que su designación no iba a agradar a Huáscar y por eso se negó a acompañar el cadáver de su padre al Cusco. Siguió pues en el Quítu, posiblemente en Tomebamba y gobernó desde allí. Huáscar, efectivamente se disgustó muchísimo y en sus iras llegó al extremo de hacer ajusticiar a algunos Capitanes acusándoles de haber sido débiles con Atahualpa, pues ya sospechaba de la lealtad de Atahualpa, pero respetando la voluntad de su padre (e mantuvo como Incaprantin. (2) 

ser que el victorioso Emperador, para efectuar su entrada triunfal en la Ciudad Sagrada del Imperio, quisiera llevar consigo a la princesa Caranqui junto a él, como un brillante espejo de hermosura de las tierras que había enseñoreado. Agregando luego, lo que sí parece mucho más probable y de lo cual quizá nació la fama de que Atahualpa hubiese nacido en el Cusco, es que su padre, el gran Emperador Huayna Cápac, hubiese decidido dejar al niño recién nacido y a su madre en la Ciudad Sagrada de los incas para su crianza y educación. Al final manifiesta que obviamente el príncipe Atahualpa y su bella madre estaban por encima de la nobleza extranjera en el Cusco, por su calidad de miembros de la familia imperial; sin embargo, el orgullo de la sangre inca había llegado a un apogeo despótico en la corte imperial del Cusco, y a pesar de la deslumbrante hermosura de la madre y las prendas varoniles y distinguidas de su hijo. en las fiestas cortesanas, en la vida privada dentro de la minúscula residencia real y aún en las calles de la ciudad. aquella madre joven y su hijo en desarrollo, debieron ser constantemente motejados con el calificativo despectivo de quilacos o quiteños. Por todo lo expuesto opinamos que es indudable que Atahualpa vivió algún tiempo en el Cusco al lado de su madre. 8) El Cronista Fernando de Montesinos ha dicho que su madre encontró en el Cusco una muerte prematura, que Huayna Cápac regresó a esa capital y le recogió posiblemente de 17 ó 18 años de edad. ¿Hacia 1518? viajando a Quito con él, con su hermana y mujer legítima Rava Ocllo, madre de Huáscar, quien quedó de Administrador en el Cusco, por ser mayor de edad.

(2) La momia de Huayna Cápac fue enviada al Cusco en un cortejo compuesto por su viuda Rava Ocllo, y altos funcionarios y parientes de esas panakas imperiales.
En 1529 murió Chamba, Cacique mitimae de los indios Cañaris y le sucedió su heredero Urco Kolla, hombre intrigante y malicioso, y como Atahualpa, de paso hacia el norte, tras pacificar a las alzadas tribus de la costa, aprovechó la magnificencia de Tomebamba para coronarse como Incaprantin de los territorios del norte del Tahuantinsuyo, ciñiendo las insignias reales del llauto de oro y carmesí con borla, lo que fue considerado un sacrilegio, dada su condición de mestizo.

Este episodio sirvió de detonante para la declaración de guerra entre ambos hermanos. Empero Edmundo Guillen en su «Historia Incaica» ha escrito: «que aunque es posible que ésta pudiera ser una de las causas, evidentemente la rebelión de Atahualpa obedeció a otros motivos más complejos, posiblemente de carácter religioso e ideológico, acerca de lo que debía ser el imperio que asumía Huáscar, lo cual va más allá de una simple rivalidad entre el centro administrativo de Tomebamba y la capital imperial del Cusco, como se ha venido creyendo». (3) 

(3) El mismo Andrade Reimers, que es quien más ha estudiado en el Ecuador estos aspectos, en la Pág. 158 y siguientes de su obra ya citada, ha escrito. Tomebamba era sin lugar a dudas la ciudad más populosa y opulenta en el norte del Tahuantinsuyo. Cieza de León, que la había visto al cabo de quince años de haber sido destruida parece no hallar palabras adecuadas para describir la magnificencia de sus edificios y la suntuosidad de sus monumentos. Después de afirmar que sus aposentos eran de los más soberbios y ricos que hubo en el Perú y describir la incomparable belleza de sus templos y de sus palacios, concluye: En fin, no puedo decir tanto, que no quede corto en querer engrandecer la riqueza, que los incas tenían en estos, sus palacios reales. Aquella ciudad Cañari había comenzado su apogeo desde el día en que Huayna Cápac, el más grande de los emperadores del Tahuantinsuyo, había nacido en ella. Coronado de monarca a los veinte años, a pesar de sus largas visitas al Cusco y a todos los rincones de sus vastos dominios, en ella vio siempre su casa propia y trató de decorarla con lo más moderno y refinado dentro de los adelantos urbanísticos de su tiempo. Además, formó en ella, como nos lo ha dicho Sarmiento de Gamboa, un linaje propio suyo por medio de hijos y de hijas propios suyos, que nacieron o inmigraron para vivir en la encantadora Ciudad de los cuatro ríos de montaña. Igual cosa pasó con los funcionarios reales del Cusco cercanos al trono, los cuales se trasladaron allá en forma prácticamente definitiva. Todo esto incrementado a lo largo de medio siglo había hecho de Tomebamba una especie de segunda y modernísima Ciudad Sagrada del Imperio, induciendo obviamente a sus habitantes a mirar hacia abajo a los demás pueblos y ciudades del norte. Más aún, dado el grado de inyección de sangre incaica pura en su población y el orgullo ancestral que esto producía, el mestizo Atahualpa, originario de alguna de aquellas poblaciones
Huáscar envió a Tomebamba a su embajador Yupanqui, quien secretamente entró en conversaciones con los Cañaris y consiguió levantarlos con la promesa de que estaban llegando dos mil orejones del
inferiores del norte, no era considerado como digno sucesor de Huayna Cápac, el inca tomebambino más ilustre de la historia del Tahuantinsuyo. Consciente de tal repudio secreto que experimentaba al visitar esa ciudad y deseoso de ganar simpatías entre sus habitantes, a raíz de la partida al Cusco de la Emperatriz Rava Ocllo con la momia de su esposo, Atahualpa dio los pasos conducentes a construir un gran palacio, a donde poder venir con sus mujeres de ellos (Cieza de León). Más aun, después de haber terminado la pacificación de los Huancavilcas en 1528, de paso hacia el complejo administrativo del Pichincha, se detuvo con su ejercito triunfante en Tomebamba y, según Cabello de Balboa, quizo aprovecharl a magnificencia de aquella gran ciudad para llevar acabo las solemnes ceremonias tradicionales de su coronación como Inca legítimo del territorio septentrional del Tahuantinsuyo. De esa forma ahí fue donde en medio de ritos religiosos de vieja tradición, en la gran plaza central de Tomebamba, se ciñó el llauto de oro y carmesí, con borla diseñada para caer sobre la frente. Después de esta ceremonia partió hacia el reino de Quito, vistiendo desde entonces las insignias reales legadas por el testamento de su padre. Asentando su dominio tanto en las tierras de los cañaris y paltas como en los territorios de la confederación quiteña hasta los pastos, volvía a reunir bajo su cetro toda la tierra a las órdenes de sus abuelos maternos antes de la amenaza de los ejércitos incásicos de Tupac Yupanqui. Pero la fastuosa coronación del bastardo en Tomebamba había herido en lo más profundo los sentimientos de la aristocracia incaica radicada en la ciudad, unánime con el criterio de Huáscar en el Cusco, de que era un sacrilegio de que la borla imperial del Tahuantinsuyo fuese ceñida en la cabeza de un mestizo. Así, pues, el propio Gobernador de la provincia, Apu Inga Ullco Colla, despachó al punto, mensajeros al Inca Huáscar, para hacerle conocer sobre el sacrilegio y el escándalo. Cabello Balboa no halla palabras para pintar la indignación que causó en el ánimo de Huáscar y mucho más en el de la Emperatriz Rava Ocllo, la noticia de la coronación de Atahualpa en la lejana ciudad de Tomebamba. De inmediato reunió a su Consejo de Estado para denunciar el sacrilegio, aunque después se hizo sordo para escuchar las amonestaciones que le dieron de prudencia. El, por su cuenta, mandó a dar muerte a los embajadores-rehenes de Quito, residentes en el Cusco, así como a sus amigos y a los parientes que habían llegado de allá con el cuerpo embalsamado de Huayna Cápac (excepción hecha de la madre y de la esposa principal de Atahualpa que todavía no había regresado y presumiblemente se escondieron a tiempo) Este paso equivalía a una declaración formal de guerra. Por último puso al General Atoc al frente de un cuerpo de dos mil oficiales orejones (los cuales debían ser de sangre Inca ciento por ciento pura) con la orden perentoria de salir de inmediato y hacer levas entre los guayacundos, paltas y cañaris. La marcha de estos oficiales fue tan rápida y los reclutamientos tan silencioso, que aquel nuevo ejército acampó cerca de Tomebamba, antes de que Atahualpa hubiese recibido la más remota noticia de la invasión.
Cusco para auxiliarles. Entonces sobrevino la sorpresa de los Cañaris que atacaron a las tropas de Atahualpa y lo tomaron prisionero en su propio palacio; pero él, hábilmente logró escapar y se preparó con Quisquís, Calicuchima, Rumiñahui y Zota Urco y luego de dos sangrientos enfrenta mientos, el último a las orillas del río Naxichi, derrotaron al General cusqueño Atoc y al Cacique Urco Kolla de los Cañaris los hizo matar a flechazos. (4)

La noticia se regó en el imperio y dándose cuenta Huáscar de lo peligroso de su situación, salió del Cusco con su hermano Huanca Auqui y se produjo un enfrentamiento armado en el que llevó la mejor parte Atahualpa, que contaba con el grueso de los generales de su padre – todos ellos guerreros experimentados y hábiles estrategas. Huáscar se retiró al Cusco a rehacer sus fuerzas, mientras Atahualpa ordenaba a Quisquís que tomara cuarenta mil hombres y fuera por la cordillera y a Calicuchima para que con otros tantos fuera por la costa, pacificando a las tribus insurrectas contra su autoridad, pues los Cañaris habían logrado un levantamiento general en todo el norte. El, por su cuenta, con doce mil hombres, atacó por mar a los indómitos punáes y los venció en una batalla muy difícil, en la que fue malamente herido en un muslo.

Después de ello pasó a Túmbez invitado por el Cacique de esa región y de allí siguió a las aguas termales de Cuñug cercanas a Cajamarca. Mas no queriendo seguir adelante con sus conquistas, pues ya había recuperado los territorios que consideraba propios y tenía algunos ajenos, le mandó a proponer a Huáscar la devolución de lo suyo, siempre y cuando se fijaran definitivamente los límites entre ambas regiones, sin ambiciones ni amenazas.(4) Entonces Atahualpa destruyó Tomebamba hasta no dejar piedra sobre piedra, al punto que sus ruinas fueron sepultadas por los siglos y fue recién en el siglo XX, que el arqueólogo alemán Max Uhle pudo descubrirlas, donde hoy se levanta la ciudad de Cuenca, capital de la provincia del Azuay

 

Huáscar, mal aconsejado por su madre, rechazó tan generosa oferta y se aprestó a continuar la lucha, sucediéndose varias acciones militares que favorecieron a su hermano rebelde, hasta que a mediados de 1532 ambos ejércitos se aprestaron a dar la batalla final en Cotapampa, casi a las puertas del Cusco, donde los generales de Atahualpa tomaron hacia la izquierda del camino real para que pudieran pasar las descuidadas tropas de Huáscar, a las que atacaron en forma sorpresiva y con movimiento de tenaza, sin darles tiempo a realizar ninguna maniobra, pues formaban una compacta masa humana y se dejaban acuchillar a mansalva.

Huáscar seguía a la retaguardia con su escolta de honor y apenas opuso resistencia, cayó prisionero y ordenó a los suyos que depusieran las armas. Unos cuantos veteranos del glorioso ejército de Huayna Cápac, casi todos ellos orejones, pretendieron organizarse y resistir, pero al recibir la orden del Inca se abatieron sin ánimos y acabaron por entregarse a la discreción del vencedor.

Mientras eso sucedía en el Cusco, en Cajamarca Atahualpa recibía a los pocos emisarios de Francisco Pizarro, a quienes atendió a sabiendas de las tropelías que venían provocando desde meses atrás cuando habían arribado a las costas de San Mateo, pues era su plan atraer a los barbudos a su campamento, para pedirles cuentas y castigarles como se merecían.

Empero esa confianza le perdió en la tarde del 16 de Noviembre de 1532 cuando fue sorprendido por el ruido de los cañones y mosquetes, la carga mortífera de la caballería y todo lo demás. Los españoles realizaron esa tarde una memorable acción: «Testigos presenciales relatan la actitud altiva de Atahualpa, pues al precipitarse los españoles al ataque, lejos de amilanarse les conminó a depositar en la plaza todo lo que habían robado, con la amenaza de matarlos si no lo hacían de inmediato».

Luego, ya cautivo, fue víctima de las extorsiones de los hermanos Pizarro para que les entregara oro y plata a fin de pagar a sus soldados, pactándose por escritura la entrega de los metales a cambio de la libertad del cautivo; sin embargo, el contrato fue incumplido y hubo notoria mala fe de parte de los españoles, pues luego de recibir grandes cantidades de oro y plata hasta donde señalaba la mano levantada del Inca en una pieza de grandes dimensiones, rodaron la calumnia de que estaba conspirando y le condenaron a sufrir la pena de muerte en la hoguera.

La investigación sumaria se probó con el testimonio de ellos mismos, que pasaron de jueces a testigos y luego actuaron como verdugos. El Inca comprendió que estaba perdido y con gran entereza de ánimo aceptó el bautizo que le ofrecían, que no tenía significado alguno para su mentalidad primitiva y era una forma afrentosa de injuriarlo aún más, pues quería preservar la integridad de su cabeza para que al momento de morir pudiera tocar la tierra y traspasara su espíritu al siguiente Inca, conforme la antigua creencia del mesianismo andino que aún sobrevive en los altos riscos montañosos. Así pues, murió como todo un hombre, el 26 de Julio de 1533, tras ocho meses y diez días de cautiverio, en la plaza pública de Cajamarca y bajo el ridículo nombre de Francisco que le fuera impuesto por sus enemigos, soportando la pena del garrote vil o estrangulamiento.

Tenía como todos los soberanos antiguos muchísimos hijos, unos legítimos y otros ilegítimos según las leyes de esos tiempos, pero la historia solo ha recogido los nombres de los siguientes: Puca Cisa que murió tierno. Hualpa Cápac o Toparca, que llegó a ser coronado por Pizarro y duró un poco más. Diego Hilaquita, Francisco Ninancoro, Juan Quispe Túpac, Francisco Túpac Atauchi que vivió muchos años en Quito conocido y reverenciado por todos como el Auqui o heredero, Carlos Felipe Atahualpa y María Isabel Atahualpa.

El Cronista Francisco de Xeres le describió así: «Hombre de treinta años -posiblemente tenía 37- bien apersonado y dispuesto, algo grueso; el rostro grande, hermoso y feroz; los ojos encarnizados en sangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor, hacía muy vivos razonamientos y entendidos por los españoles conocían ser hombre sabio; era hombre alegre, aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto y no mostraba alegría».

“De ingenio agudo y perpicaz, fácil para comprender todo lo que se le enseñaba, extremado en castigar, severo con sus súbditos, cariñosos y lleno de ternura para con sus hijos, parco en palbras, taciturno y hasta reservado, sabía dar a su continente magestad y señorío, querido de los suyos, respetado y hasta temido de los contrarios.

Durante su cautiverio ordenó el asesinato de su medio hermano Huáscar, a quien mantenía por los caminos, en situación precaria, ya que le habían perforado cerca de las clavículas para traspasarle dos cuerdas para jalarle, pues temía que pudiera fugarse y retomar el mando. Igualmente dispuso el sacrificio de las panakas imperiales del Cusco, esto es, de las familias principales de esa capital que estaban ligadas por la sangre con los Incas, de suerte que la memoria de Atahualpa fue aborrecida en el Perú por esos crímenes y aun hoy, después de más de cuatro siglos, se le continúa odiando. El Inca Garcilaso de la Vega le trató de usurpador y díjole lindezas. Parece, por otra parte, que Atahualpa debió haber recibido algunos desplantes en su juventud debido a su condición de ilegítimo. En el Ecuador se le considera el fundador de nuestra nacionalidad y aunque no fue ni lo uno ni lo otro, sino un hombre de su tiempo, viviendo en una cultura aislada por las moles de los Andes, tuvo la suficiente personalidad para hacerse respetar de sus captores, a algunos de los cuales hizóles sus amigos, demostrando en todo momento un fuerte carácter, la majestad de su rango y una no menor inteligencia, pues se dice que hasta llegó a entender el idioma español y a jugar el ajedrez con notable pericia y todo ello sin maestro, simplemente viendo, oyendo y pensando.(5) En el expediente del Conquistador Juan Arias Maldonado que se conserva en Madrid y es del siglo XVI, se dice que su madre – hermana entera del Inca Atahualpa— habrá nacido en Cusco, lo que abre amplias posibilidades para que el Inca también fuere cusqueño, al igual que ella.

 

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ATAHUALPA
INCA.- Nació posiblemente en el Cusco en 1497 aunque este punto de su vida aún se presta a discusión y fueron sus padres el Inca Huayna Cápac, quien había tomado por concubina a la princesa Paccha, hija de los Caciques de la confederación Quitu-Puruhá. (1) 

Su educación transcurrió en el Cusco hasta que tuvo edad suficiente, gozando siempre del amor y la confianza ilimitada de su padre que lo llevó consigo cuando viajó hacia el norte a debelar la sublevación de varias tribus. En Tomebamba hizo el Inca un alto y delegó a sus hijos Atahualpa, Ninankuychi y Auki Toma para que sometieran a los aguerridos Pastos. 

(1) El sitio de su nacimiento constituye un intrincado problema debido a las diferentes opiniones emitidas por los cronistas indios y españoles. 1) Alonso de Borregán en su Crónica de la Conquista del Perú publicada en Sevilla en 1949 indica que Atahualpa nació en el valle que se decía Otavalo, pero es el único en afirmarlo. Borregán fue un aventurero español que estuvo en el Cusco en 1535 y debió redactar su relato por el año de 1565. Su Crónica permaneció inédita hasta que la descubrió el coleccionista peruano Rafael Loredo, que la dio a la luz publica. 2) Las declaraciones de los cuatro quipucamayos —hechas separadamente y luego de poner en orden sus quipus— que fueron llevados a presencia del presidente Vaca de Castro entre 1541 y el 44, indican que Huáscar fue el único hijo legitimo del Inca Huayna Cápac pero no hablan del lugar del nacimiento de Atahualpa, aunque le reconocen heredero de una parte del reino con sede en Quito. 3) Agustín de Zárate le hace quiteño, pero como su Historia fue copiada de la de Francisco López de Gómara, no tiene mayor valor 4) Miguel Cabello Balboa en su Miscelánea Austral concluida en 1586, después de haber permanecido en Quito hasta el 78, dice que Atahualpa fue llevado del Cusco a Quito. 5) Pedro Sarmiento de Gamboa en su Historia Indica publicada en México en 1942, es taxativo al afirmar que Atahualpa arribó a Quito cuando era mozo, en el segundo viaje de su padre el Inca Huayna Cápac. 6) Pedro Cieza de León, joven e instruido soldado en la Crónica del Perú escribió que ambos hermanos, Huáscar y Atahualpa, nacieron en el Cusco y no en Quito, y que éste último fue llevado a Quito, por su padre el Inca Huayna Cápac, cuando ya era mozo. Y como Cieza de León estuvo personalmente en todas esas comarcas y sus dos obras conocidas son las más completas en su género, creemos que lo afirmado por él tiene mayor peso. En sus Crónicas del Perú declaró que Huayna Cápac era casado con una princesa de Caranqui. 7) Luis Andrade Reimers, en la Pág. 147 de su obra La Campaña de Atahualpa contra el Cusco, ha indicado que bien pudo Atahualpa nacer en Caranqui o en el complejo administrativo de las faldas del Pichincha, Quito, al final de la guerra contra los Pastos—Caranquis—Cayambes, a no
Terminada esta guerra volvieron a Tomebamba donde Huayna Cápac tenía su palacio y allí permanecieron hasta 1522 en que falleció el Inca aquejado de un mal misterioso antes no conocido en América y que ahora se sabe que fue la viruela y atormentado por oscuros presentimientos por la llegada de unos misteriosos hombres barbados. En su testamento designó a Atahualpa, Incaprantin del Quitu y sus comarcas, es decir Inca asociado al principal del Cusco y por lo tanto secundario.
 

Atahualpa imaginó que su designación no iba a agradar a Huáscar y por eso se negó a acompañar el cadáver de su padre al Cusco. Siguió pues en el Quítu, posiblemente en Tomebamba y gobernó desde allí. Huáscar, efectivamente se disgustó muchísimo y en sus iras llegó al extremo de hacer ajusticiar a algunos Capitanes acusándoles de haber sido débiles con Atahualpa, pues ya sospechaba de la lealtad de Atahualpa, pero respetando la voluntad de su padre (e mantuvo como Incaprantin. (2) 

ser que el victorioso Emperador, para efectuar su entrada triunfal en la Ciudad Sagrada del Imperio, quisiera llevar consigo a la princesa Caranqui junto a él, como un brillante espejo de hermosura de las tierras que había enseñoreado. Agregando luego, lo que sí parece mucho más probable y de lo cual quizá nació la fama de que Atahualpa hubiese nacido en el Cusco, es que su padre, el gran Emperador Huayna Cápac, hubiese decidido dejar al niño recién nacido y a su madre en la Ciudad Sagrada de los incas para su crianza y educación. Al final manifiesta que obviamente el príncipe Atahualpa y su bella madre estaban por encima de la nobleza extranjera en el Cusco, por su calidad de miembros de la familia imperial; sin embargo, el orgullo de la sangre inca había llegado a un apogeo despótico en la corte imperial del Cusco, y a pesar de la deslumbrante hermosura de la madre y las prendas varoniles y distinguidas de su hijo. en las fiestas cortesanas, en la vida privada dentro de la minúscula residencia real y aún en las calles de la ciudad. aquella madre joven y su hijo en desarrollo, debieron ser constantemente motejados con el calificativo despectivo de quilacos o quiteños. Por todo lo expuesto opinamos que es indudable que Atahualpa vivió algún tiempo en el Cusco al lado de su madre. 8) El Cronista Fernando de Montesinos ha dicho que su madre encontró en el Cusco una muerte prematura, que Huayna Cápac regresó a esa capital y le recogió posiblemente de 17 ó 18 años de edad. ¿Hacia 1518? viajando a Quito con él, con su hermana y mujer legítima Rava Ocllo, madre de Huáscar, quien quedó de Administrador en el Cusco, por ser mayor de edad.

(2) La momia de Huayna Cápac fue enviada al Cusco en un cortejo compuesto por su viuda Rava Ocllo, y altos funcionarios y parientes de esas panakas imperiales.
En 1529 murió Chamba, Cacique mitimae de los indios Cañaris y le sucedió su heredero Urco Kolla, hombre intrigante y malicioso, y como Atahualpa, de paso hacia el norte, tras pacificar a las alzadas tribus de la costa, aprovechó la magnificencia de Tomebamba para coronarse como Incaprantin de los territorios del norte del Tahuantinsuyo, ciñiendo las insignias reales del llauto de oro y carmesí con borla, lo que fue considerado un sacrilegio, dada su condición de mestizo.

Este episodio sirvió de detonante para la declaración de guerra entre ambos hermanos. Empero Edmundo Guillen en su «Historia Incaica» ha escrito: «que aunque es posible que ésta pudiera ser una de las causas, evidentemente la rebelión de Atahualpa obedeció a otros motivos más complejos, posiblemente de carácter religioso e ideológico, acerca de lo que debía ser el imperio que asumía Huáscar, lo cual va más allá de una simple rivalidad entre el centro administrativo de Tomebamba y la capital imperial del Cusco, como se ha venido creyendo». (3) 

(3) El mismo Andrade Reimers, que es quien más ha estudiado en el Ecuador estos aspectos, en la Pág. 158 y siguientes de su obra ya citada, ha escrito. Tomebamba era sin lugar a dudas la ciudad más populosa y opulenta en el norte del Tahuantinsuyo. Cieza de León, que la había visto al cabo de quince años de haber sido destruida parece no hallar palabras adecuadas para describir la magnificencia de sus edificios y la suntuosidad de sus monumentos. Después de afirmar que sus aposentos eran de los más soberbios y ricos que hubo en el Perú y describir la incomparable belleza de sus templos y de sus palacios, concluye: En fin, no puedo decir tanto, que no quede corto en querer engrandecer la riqueza, que los incas tenían en estos, sus palacios reales. Aquella ciudad Cañari había comenzado su apogeo desde el día en que Huayna Cápac, el más grande de los emperadores del Tahuantinsuyo, había nacido en ella. Coronado de monarca a los veinte años, a pesar de sus largas visitas al Cusco y a todos los rincones de sus vastos dominios, en ella vio siempre su casa propia y trató de decorarla con lo más moderno y refinado dentro de los adelantos urbanísticos de su tiempo. Además, formó en ella, como nos lo ha dicho Sarmiento de Gamboa, un linaje propio suyo por medio de hijos y de hijas propios suyos, que nacieron o inmigraron para vivir en la encantadora Ciudad de los cuatro ríos de montaña. Igual cosa pasó con los funcionarios reales del Cusco cercanos al trono, los cuales se trasladaron allá en forma prácticamente definitiva. Todo esto incrementado a lo largo de medio siglo había hecho de Tomebamba una especie de segunda y modernísima Ciudad Sagrada del Imperio, induciendo obviamente a sus habitantes a mirar hacia abajo a los demás pueblos y ciudades del norte. Más aún, dado el grado de inyección de sangre incaica pura en su población y el orgullo ancestral que esto producía, el mestizo Atahualpa, originario de alguna de aquellas poblaciones
Huáscar envió a Tomebamba a su embajador Yupanqui, quien secretamente entró en conversaciones con los Cañaris y consiguió levantarlos con la promesa de que estaban llegando dos mil orejones del
inferiores del norte, no era considerado como digno sucesor de Huayna Cápac, el inca tomebambino más ilustre de la historia del Tahuantinsuyo. Consciente de tal repudio secreto que experimentaba al visitar esa ciudad y deseoso de ganar simpatías entre sus habitantes, a raíz de la partida al Cusco de la Emperatriz Rava Ocllo con la momia de su esposo, Atahualpa dio los pasos conducentes a construir un gran palacio, a donde poder venir con sus mujeres de ellos (Cieza de León). Más aun, después de haber terminado la pacificación de los Huancavilcas en 1528, de paso hacia el complejo administrativo del Pichincha, se detuvo con su ejercito triunfante en Tomebamba y, según Cabello de Balboa, quizo aprovecharl a magnificencia de aquella gran ciudad para llevar acabo las solemnes ceremonias tradicionales de su coronación como Inca legítimo del territorio septentrional del Tahuantinsuyo. De esa forma ahí fue donde en medio de ritos religiosos de vieja tradición, en la gran plaza central de Tomebamba, se ciñó el llauto de oro y carmesí, con borla diseñada para caer sobre la frente. Después de esta ceremonia partió hacia el reino de Quito, vistiendo desde entonces las insignias reales legadas por el testamento de su padre. Asentando su dominio tanto en las tierras de los cañaris y paltas como en los territorios de la confederación quiteña hasta los pastos, volvía a reunir bajo su cetro toda la tierra a las órdenes de sus abuelos maternos antes de la amenaza de los ejércitos incásicos de Tupac Yupanqui. Pero la fastuosa coronación del bastardo en Tomebamba había herido en lo más profundo los sentimientos de la aristocracia incaica radicada en la ciudad, unánime con el criterio de Huáscar en el Cusco, de que era un sacrilegio de que la borla imperial del Tahuantinsuyo fuese ceñida en la cabeza de un mestizo. Así, pues, el propio Gobernador de la provincia, Apu Inga Ullco Colla, despachó al punto, mensajeros al Inca Huáscar, para hacerle conocer sobre el sacrilegio y el escándalo. Cabello Balboa no halla palabras para pintar la indignación que causó en el ánimo de Huáscar y mucho más en el de la Emperatriz Rava Ocllo, la noticia de la coronación de Atahualpa en la lejana ciudad de Tomebamba. De inmediato reunió a su Consejo de Estado para denunciar el sacrilegio, aunque después se hizo sordo para escuchar las amonestaciones que le dieron de prudencia. El, por su cuenta, mandó a dar muerte a los embajadores-rehenes de Quito, residentes en el Cusco, así como a sus amigos y a los parientes que habían llegado de allá con el cuerpo embalsamado de Huayna Cápac (excepción hecha de la madre y de la esposa principal de Atahualpa que todavía no había regresado y presumiblemente se escondieron a tiempo) Este paso equivalía a una declaración formal de guerra. Por último puso al General Atoc al frente de un cuerpo de dos mil oficiales orejones (los cuales debían ser de sangre Inca ciento por ciento pura) con la orden perentoria de salir de inmediato y hacer levas entre los guayacundos, paltas y cañaris. La marcha de estos oficiales fue tan rápida y los reclutamientos tan silencioso, que aquel nuevo ejército acampó cerca de Tomebamba, antes de que Atahualpa hubiese recibido la más remota noticia de la invasión.
Cusco para auxiliarles. Entonces sobrevino la sorpresa de los Cañaris que atacaron a las tropas de Atahualpa y lo tomaron prisionero en su propio palacio; pero él, hábilmente logró escapar y se preparó con Quisquís, Calicuchima, Rumiñahui y Zota Urco y luego de dos sangrientos enfrenta mientos, el último a las orillas del río Naxichi, derrotaron al General cusqueño Atoc y al Cacique Urco Kolla de los Cañaris los hizo matar a flechazos. (4)

La noticia se regó en el imperio y dándose cuenta Huáscar de lo peligroso de su situación, salió del Cusco con su hermano Huanca Auqui y se produjo un enfrentamiento armado en el que llevó la mejor parte Atahualpa, que contaba con el grueso de los generales de su padre – todos ellos guerreros experimentados y hábiles estrategas. Huáscar se retiró al Cusco a rehacer sus fuerzas, mientras Atahualpa ordenaba a Quisquís que tomara cuarenta mil hombres y fuera por la cordillera y a Calicuchima para que con otros tantos fuera por la costa, pacificando a las tribus insurrectas contra su autoridad, pues los Cañaris habían logrado un levantamiento general en todo el norte. El, por su cuenta, con doce mil hombres, atacó por mar a los indómitos punáes y los venció en una batalla muy difícil, en la que fue malamente herido en un muslo.

Después de ello pasó a Túmbez invitado por el Cacique de esa región y de allí siguió a las aguas termales de Cuñug cercanas a Cajamarca. Mas no queriendo seguir adelante con sus conquistas, pues ya había recuperado los territorios que consideraba propios y tenía algunos ajenos, le mandó a proponer a Huáscar la devolución de lo suyo, siempre y cuando se fijaran definitivamente los límites entre ambas regiones, sin ambiciones ni amenazas.(4) Entonces Atahualpa destruyó Tomebamba hasta no dejar piedra sobre piedra, al punto que sus ruinas fueron sepultadas por los siglos y fue recién en el siglo XX, que el arqueólogo alemán Max Uhle pudo descubrirlas, donde hoy se levanta la ciudad de Cuenca, capital de la provincia del Azuay

 

Huáscar, mal aconsejado por su madre, rechazó tan generosa oferta y se aprestó a continuar la lucha, sucediéndose varias acciones militares que favorecieron a su hermano rebelde, hasta que a mediados de 1532 ambos ejércitos se aprestaron a dar la batalla final en Cotapampa, casi a las puertas del Cusco, donde los generales de Atahualpa tomaron hacia la izquierda del camino real para que pudieran pasar las descuidadas tropas de Huáscar, a las que atacaron en forma sorpresiva y con movimiento de tenaza, sin darles tiempo a realizar ninguna maniobra, pues formaban una compacta masa humana y se dejaban acuchillar a mansalva.

Huáscar seguía a la retaguardia con su escolta de honor y apenas opuso resistencia, cayó prisionero y ordenó a los suyos que depusieran las armas. Unos cuantos veteranos del glorioso ejército de Huayna Cápac, casi todos ellos orejones, pretendieron organizarse y resistir, pero al recibir la orden del Inca se abatieron sin ánimos y acabaron por entregarse a la discreción del vencedor.

Mientras eso sucedía en el Cusco, en Cajamarca Atahualpa recibía a los pocos emisarios de Francisco Pizarro, a quienes atendió a sabiendas de las tropelías que venían provocando desde meses atrás cuando habían arribado a las costas de San Mateo, pues era su plan atraer a los barbudos a su campamento, para pedirles cuentas y castigarles como se merecían.

Empero esa confianza le perdió en la tarde del 16 de Noviembre de 1532 cuando fue sorprendido por el ruido de los cañones y mosquetes, la carga mortífera de la caballería y todo lo demás. Los españoles realizaron esa tarde una memorable acción: «Testigos presenciales relatan la actitud altiva de Atahualpa, pues al precipitarse los españoles al ataque, lejos de amilanarse les conminó a depositar en la plaza todo lo que habían robado, con la amenaza de matarlos si no lo hacían de inmediato».

Luego, ya cautivo, fue víctima de las extorsiones de los hermanos Pizarro para que les entregara oro y plata a fin de pagar a sus soldados, pactándose por escritura la entrega de los metales a cambio de la libertad del cautivo; sin embargo, el contrato fue incumplido y hubo notoria mala fe de parte de los españoles, pues luego de recibir grandes cantidades de oro y plata hasta donde señalaba la mano levantada del Inca en una pieza de grandes dimensiones, rodaron la calumnia de que estaba conspirando y le condenaron a sufrir la pena de muerte en la hoguera.

La investigación sumaria se probó con el testimonio de ellos mismos, que pasaron de jueces a testigos y luego actuaron como verdugos. El Inca comprendió que estaba perdido y con gran entereza de ánimo aceptó el bautizo que le ofrecían, que no tenía significado alguno para su mentalidad primitiva y era una forma afrentosa de injuriarlo aún más, pues quería preservar la integridad de su cabeza para que al momento de morir pudiera tocar la tierra y traspasara su espíritu al siguiente Inca, conforme la antigua creencia del mesianismo andino que aún sobrevive en los altos riscos montañosos. Así pues, murió como todo un hombre, el 26 de Julio de 1533, tras ocho meses y diez días de cautiverio, en la plaza pública de Cajamarca y bajo el ridículo nombre de Francisco que le fuera impuesto por sus enemigos, soportando la pena del garrote vil o estrangulamiento.

Tenía como todos los soberanos antiguos muchísimos hijos, unos legítimos y otros ilegítimos según las leyes de esos tiempos, pero la historia solo ha recogido los nombres de los siguientes: Puca Cisa que murió tierno. Hualpa Cápac o Toparca, que llegó a ser coronado por Pizarro y duró un poco más. Diego Hilaquita, Francisco Ninancoro, Juan Quispe Túpac, Francisco Túpac Atauchi que vivió muchos años en Quito conocido y reverenciado por todos como el Auqui o heredero, Carlos Felipe Atahualpa y María Isabel Atahualpa.

El Cronista Francisco de Xeres le describió así: «Hombre de treinta años -posiblemente tenía 37- bien apersonado y dispuesto, algo grueso; el rostro grande, hermoso y feroz; los ojos encarnizados en sangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor, hacía muy vivos razonamientos y entendidos por los españoles conocían ser hombre sabio; era hombre alegre, aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto y no mostraba alegría».

“De ingenio agudo y perpicaz, fácil para comprender todo lo que se le enseñaba, extremado en castigar, severo con sus súbditos, cariñosos y lleno de ternura para con sus hijos, parco en palbras, taciturno y hasta reservado, sabía dar a su continente magestad y señorío, querido de los suyos, respetado y hasta temido de los contrarios.

Durante su cautiverio ordenó el asesinato de su medio hermano Huáscar, a quien mantenía por los caminos, en situación precaria, ya que le habían perforado cerca de las clavículas para traspasarle dos cuerdas para jalarle, pues temía que pudiera fugarse y retomar el mando. Igualmente dispuso el sacrificio de las panakas imperiales del Cusco, esto es, de las familias principales de esa capital que estaban ligadas por la sangre con los Incas, de suerte que la memoria de Atahualpa fue aborrecida en el Perú por esos crímenes y aun hoy, después de más de cuatro siglos, se le continúa odiando. El Inca Garcilaso de la Vega le trató de usurpador y díjole lindezas. Parece, por otra parte, que Atahualpa debió haber recibido algunos desplantes en su juventud debido a su condición de ilegítimo. En el Ecuador se le considera el fundador de nuestra nacionalidad y aunque no fue ni lo uno ni lo otro, sino un hombre de su tiempo, viviendo en una cultura aislada por las moles de los Andes, tuvo la suficiente personalidad para hacerse respetar de sus captores, a algunos de los cuales hizóles sus amigos, demostrando en todo momento un fuerte carácter, la majestad de su rango y una no menor inteligencia, pues se dice que hasta llegó a entender el idioma español y a jugar el ajedrez con notable pericia y todo ello sin maestro, simplemente viendo, oyendo y pensando.(5) En el expediente del Conquistador Juan Arias Maldonado que se conserva en Madrid y es del siglo XVI, se dice que su madre – hermana entera del Inca Atahualpa— habrá nacido en Cusco, lo que abre amplias posibilidades para que el Inca también fuere cusqueño, al igual que ella.

Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel

 

Bolívar y la situación social

Posted in entrevistas, Próceres de la Independencia on octubre 4, 2008 by edmolin657

LA SITUACION SOCIAL

P: Libertador, esta entrevista está a punto de terminar; me gustaría nos dijera en qué estado se encuentran, a su juicio, las masas latinoamericanas. 

 

BOLIVAR: “Probar el estado de esclavitud en que se halla aún el bajo pueblo; probar que está bajó el yugo no sólo de los alcaldes y curas de las parroquias, sino también bajó el de los tres o cuatro magnates que hay en cada una de ellas; que en las ciudades es lo mismo, con la diferencia de que los amos son más numerosos, porque se aumentan con muchos clérigos, frailes y doctores; que la libertad y las garantías son para aquellos hombres y para los ricos y nunca para los pueblos, cuya esclavitud es peor que la de los mismos indios; que esclavos eran bajó la Constitución de Cicuta y esclavos quedarían bajó cualquier otra Constitución, así fuese la más democrática: qué en… hay una aristocracia de rango, de empleó y de riqueza equivalente, por su influjo, pretensiones y peso sobre el pueblo, a la aristocracia de títulos y de nacimiento aun la más despótica de Europa; que en esa aristocracia entran también los clérigos, los frailes, los doctores o abogados, los militares y los ricos, pues aunque hablan de Libertad y de garantías es para ellos solos que las quieren y no para el pueblo, que, según ellos, debe continuar bajó su opresión; quieren también la igualdad, para elevarse y aparearse con los más caracterizados, pero no para nivelarse ellos con los individuos de las clases inferiores de la sociedad: a éstos los quieren considerar siempre como sus siervos a pesar de todo su liberalismo”. (82)P: Quisiera concluir con un mensaje suyo para el pueblo. ¿Qué le gustaría decir?

 

BOLIVAR: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad dónde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mandó cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono”. (83)Al finalizar esta imaginaria entrevista, Bolívar se levantó de su asiento y volvió su penetrante mirada hacia mí cómo queriendo examinar mi conciencia. Pensé en la vigencia de su mensaje, en esta hora difícil por la que atraviesan nuestras Repúblicas. Este Bicentenario es un reto para la joven generación que permanece ajena a la corrupción y está empeñada en seguir los ideales del Padre de la Patria.

Citas

82.-PERU DE LA CROIX, Luis, p. 108, Diario de Bucaramanga, edición acrisolada por Monseñor Nicolás Navarro, publicaciones del Comité Ejecutivo del Bicentenario de Simón Bolívar, Impresora Carvajal S.A., Cali, Colombia, 1982.

83.-BOLIVAR, Simón, OBRAS COMPLETAS, compilación de Vicente Lecuna, última proclama a los pueblos de Colombia, documento 191 de Discursos y Proclamas. Editorial Lex, La Habana, 1947.