Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
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FRAY VICENTE SOLANO MACHUCAESCRITOR.- Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel
Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
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FRAY VICENTE SOLANO MACHUCAESCRITOR.- Nació en Cuenca el 16 de Octubre de 1.791. Hijo legítimo de Tomás Solano y Gutiérrez del Tejo y de María Vargas- Machuca y Cardoso, honrados agricultores dueños de “Tasqui”, en el sitio Bante, Jurisdicción de Paute. Bautizado como Domingo, estudió las primeras letras con su padre en Tarqui.
En 1.800 el Franciscano Fray Antonio Bustamante y Alvarez lo sacó del hogar, condujo a Quito, al Convento de San Pedro y púsole por maestros a los Padres Mariano Vásconez y Narciso Segura. En 1.813 obtuvo por oposición la cátedra de Filosofía y se perfiló como hombre de estudio, tenía 22 años. En 1.814 aprobó sus exámenes y recibió la ordenación sacerdotal con el nombre de Fray Vicente, de manos del Arzobispo José Cuero y Caicedo, que también le instituyó predicador y confesor. Dos años después era catedrático de Teología en San Diego y el superior lo envió a catequizar infieles en el oriente, al poco tiempo estaba en Cuenca de profesor de moral del Colegio Seminario, hasta que en 1.828 vió que “el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores” y abandonó la carrera, dedicando su existencia a la lectura en el retiro y la abstracción en su celda franciscana.
Ya funcionaban 3 imprentas, una de ellas adquiridas por el Gobernador, General Ignacio Torres y Tenorio, quien tuvo la feliz ocurrencia de dársela a Solano para que la dirija. El frayle pasaba por ser uno de los más cultos y ameritados varones de la ciudad, fervoroso admirador de Bolívar e íntimo del Gobernador.
En Enero de 1.828 publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró 6 meses y salió en 26 números; su contenido fue mixtureado, yendo de la política hasta la filosofía y logró interesar a la élite del Pensamiento grancolombiano. Ese año apareció su primer libro y primero en imprimirse en Cuenca, titulado “La Predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” muy influenciado por las ideas del Jesuíta Chileno Lacunza, fallecido en el destierro en Italia y que contiene como tesis que “el número de los predestinados está decretado por Dios. Este número irá disminuyendo con el flujo de los siglos y por una razón inversa se aumentará el libertinaje», teoría ridícula y absurda que sin embargo causó sensación y a las pocas semanas el Dr. José Chica, Fiscal de Quito, pidió al Dr. Calixto Miranda y Suárez, VI Obispo de Cuenca, que lo hiciera recoger y prohibia su lectura. La curia cuencana encargó al Dr. Joaquín Miguel Araujo que emita su dictamen, que fué adverso a Solano y a la obra; entonces se decretó la prohibición de su lectura. Mientras tanto Fray Vicente había publicado en su defensa «Espíritu de Fray Vicente Solano», dándose a conocer como polemista «irónico, mordaz, caústico, agudo y erudito» y en 1.829 editó «El Baturillo» o refutación al juicio crítico de Araujo, pero «La Predestinación» siguió prohibido hasta que en 1.853 su hermano de Orden, Fray José Manuel Plaza de la Tejera, recién designado VII Obispo de Cuenca, más por satisfacerle que por otra consideración, el 22 de Junio de ese año levantó la prohibición dictada por su antecesor. Entonces sus enemigos se movieron en Roma y el 5 de Marzo de 1.857 Pío IX decretó su inclusión en el «índice de Libros prohibidos por la Iglesia», obligándole a firmar un «Acta de Acatamiento», que fue enviada a Roma y aceptado por dicho Papa mediante Decreto del l de Diciembre de 1.861. Así concluyó el escándalo de un libro que hoy sólo causaría aburrimiento pero que entonces produjo 33 años de agrias polémicas, sinsabores a su autor y una exclamación suya, profética y genial. «Mientras los defensores de la religión no reúnan la bella literatura y las ciencias naturales a la teología, es tiempo perdido en escribir fárragos para persuadir a los incrédulos».
En 1.829 fundó «EI Telescopio» y «La Alforja» combatiendo Ia expedición del Mariscal La Mar contra el sur de Colombia y reiteró su admiración por Bolívar. En 1.831 ascendió a Guardián del Convento de Pomasqui y en 1.835 con ocasión del decreto de exclusión de los sacerdotes en la convocatoria de elecciones para Diputados a la Asamblea Constituyente, publicó el «Semanario Eclesiástico». Entonces «El Ecuatoriano del Guayas» en sus Nos. 70 y 71 comentó favorablemente el Decreto y el Provisor y Vicario Capitular de Cuenca, Dr. Mariano Veintimilla, designó un tribunal especial para juzgar dichos impresos -Solano formó parte de éI- y con el informe se expidió el Decreto de Excomunión mayor contra los que leyeran ambos números de «El Ecuatoriano del Guayas».
Así las cosas, el Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, impidió la fijación de carteles en las iglesias de Guayaquil y comunicó al Jefe Supremo, Dr. Vicente Rocafuerte que en seguida decretó el destierro contra Veintimilla y los miembros del Tribunal eclesiástico. Solano pasó a Cajamarca en el Perú y vivió donde un hermano por pocos meses, hasta que la Convención le permitió regresar a Cuenca.
Entonces comienza un período dedicado a rudas polémicas que sucesivamente mantuvo por la prensa: 1) Crnel. Francisco Eugenio Tamariz (1.836-43) Dr. Salvador Jiménez, Obispo de Popayán (1.839-40). 3) Antonio José de Irisarri (1.840-45) y 4) Dr. Mariano Veintimilla (1. 846- 49).
Con Tamariz peleó por varios papeles sueltos que contenían un «Diálogo joco-serio entre el Padre Patisucio y Antonio Naldo o nalgas» aparecido en Guayaquil. A esto replicó Solano con «Carta de Fray Gargajo o anatomía completa de la cabeza del Dr. Chusquito» en 16 págs. fue respondido con «Escopetazo a los pájaros de Safón, inclusive un murciélago» y la pelea terminó con otro escrito de Solano intitulado «Cañonazos de un artillero americano contra un escopetero andaluz» en 125 págs. siendo respondido con «‘Una bomba arrojada sobre la bóveda gótica o sea cráneo molondrón de Fray Gerundio Zampatortas, artillero muy recluta de la escuela práctico testamentario tartúfica» en 25 págs.
Con el Obispo de Popayán litigó porque éste había enseñado que la supresión de ciertos conventos de menores no era contraria a la religión. Entonces Solano escribió «Juicio imparcial sobre la exposición del Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, acerca del Decreto del Congreso Granadino, relativo a la supresión de algunos conventos de Pasto», siendo contestado con una «Carta del Obispo» que replicó con “Dialoguito entre un pastuso y el Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez» en una hoja, que suscribió como si fuera «Un loro del señor Obispo de Popayán que oyó esta disputa», y no contento con esto aun publicó «Contestación a la carta del Ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán, Dr. Salvador Jiménez, dirigida al P. Fr. Vicente Solano, del Orden de San Francisco”.
La polémica con Irisarri fué de igual a igual porque éste era «hombre de estado, literato y autor de “cuestiones Filosóficas, mundano y diplomático”. En 1.839 Irisarri había sido designado «periodista oficial» por el Presidente Juan José Flores y con tal motivo fundó en Guayaquil «La Verdad Desnuda» y en uno de sus nímeros calificó a Solano de loco y este se defendió en «Triunfo del papel institulado juicio Imparcial».
Irisarri ya no publicaba «La Verdad Desnuda» sino «La Balanza» y comenzó a darle a Solano con epítetos más rudos, siendo respondido con «Epístola crítico-balanzario-molóndrica a los editores de la Balanza, flor y nata de los gerundios, con una dedicatoria a las madres de los Balanceros». Después escribirá “Soplamocos literario al editor o editores de la Balnaza, por el Lic. Mala Balanzas” y como la discusión pasó del plano personal al gramatical, por tres años consecutivos le endilgó a Irisarri 19 cartas desde Cuenca, persiguiéndolo de «La Balanza» al «Correo Semanal» y luego a «La Concordia», periódico que fundó Irisarri entre 1.840 y 45, emigrando del Ecuador poco después de la caída de Flores, en Mayo de ese año. De todo esto ha quedado el estilo y la mordacidad de los contrincantes.
La última polémica de Solano fué contra su antiguo amigo el Dr. Veintimilla, porque éste se pronunció en 1.843 por el acatamiento de los eclesiásticos a la constitución floreana. Solano era opuesto a una constitución tan ruín y así lo expresó en «La Luz» y en el púlpito, agitando a la población con el fin de armar una insurrección, pero fue suspendido en sus funciones por Veintimilla y hasta amenazado con una excomunión; después del 6 de Marzo de 1.845 cobró fuerzas y se burló con un papel sin firma titulado ‘Tonterías del Dr. Mantequita», que endilgó a Veintimilla.
En 1.839 había editado «Bosquejo de la Europa y de la América en 1.900» en 67 págs. donde anunciaba los enfrentamientos bélicos que sucederían en el siglo XIX hasta terminar con el predominio de dos potencias por entonces en formación: Rusia y los Estados Unidos. «Genio de la anticipación» le han llamado por esto en Cuenca.
En 1.846 polemizó sobre la constitución del 43 en lo referente a religión con el papel «Los Clérigos de Tandacatu refutados por ellos mismos» en 2 hojas. También refutó a Ignacio Marchán y a los periódicos «El Censor» «El Ecuatoriano» y «El Atalaya» sobre el patronato eclesiástico. El 47 defendió a los jesuítas y atacó a los congresistas encargados de los asuntos religiosos.
En 1.848 se dió tiempo para contestar a «Unos jóvenes periodistas de la Libertad» y trató de buscar camorra a Pedro Moncayo, sin resultados. Ese año fue candidatizado para Arzobispo de Quito, pero resultó electo Francisco Javier de Garaycoa. Entonces aceptó el rectorado del Colegio de Loja y con tal motivo realizó dos viajes a esa ciudad, fruto de los cuales son sus libros científicos denominados: «Viaje a Loja» y «Segundo Viaje a Loja…» que contienen observaciones sobre la fauna, flora y mineralogía. En 1.849 examinó la política religiosa de los Ministros y el Congreso Nacional. En 1.851 publicará “La Guerra Catilinaria” de Salustio, traducida del latín con notas, por ser obra “utilísima para la política y la moral de su tiempo” y su sermón del Santísimo Sacramento predicado en la Catedral en la octava del Corpus en 18 págs.
En 1.852 la Convención Nacional lo designó Obispo Auxiliar de Cuenca y no aceptó, declinando el honor para no distraerse de sus altos empeños intelectuales. En 1.854 fundó «La Escoba» y «atacó a los tontos, donde quiera que estos se encuentren», así como a los periodistas de «la Libertad». El 55 hizo el elogio fúnebre de su amigo el Obispo Manuel Plaza de la Tejera. Su salud se había resentido con agudos ataques de amebiasis que le mantenían constantemente enfermo de disentería. No comía más que una vez al día y sufría de desnutrición general. En 1.857 y por defender a la pena de muerte, atacó por la prensa a la ilustre poetisa Dolores Veintimilla de Galindo, contribuyendo así a su doloroso suicidio (1). En 1.860 -recluido en su celda- dió a la imprenta un folletito «Reflexiones sobre la autoridad temporal del Papa» y en 1.861 «Colección de artículos publicados en el periódico intitulado La República» con Máximas, sentencias, fábulas, pensamientos, en 62 págs. comentó el poema de Juan León Mera «La Vírgen del Sol», leyenda indiana que le agradó mucho. De allí en adelante casi no pudo escribir. Vivía de contínuas dietas, sin dentadura, con interminables cólicos y consumido por la debilidad, apagándose su vida a los 73 años, el 1o. de Abril de 1.865, ante la consternación de su ciudad.
Murió respetadísimo y su deceso fué sentido en la república i tal el prestigio que gozaba! Hernán Rodríguez Castelo ha dicho de Solano que marca una transición entre la prosa colonial de Espejo y la de Montalvo y Calle, en esa edad media literaria que fue nuestra independencia y comienzos de la República. Solano fué hombre de contrastes y tensiones, abierto a toda innovación por natural curiosidad pero receloso y conservador las desechaba. La fuerza de su talento se estrelló casi siempre en la mentalidad y ámbito pequeños que tuvo que habitar y su formación mental -dieciochesca- entorpeció su actuación dentro del siglo XIX.
(1) Solano le dedicó “Graciosa Necrología” en una hoja, suscribiéndola bajo el seudónimo de “Unos Colegiales” y todo porque la poetisa había protestado en una hoja suelta contra la aplicación de la pena de muerte en el Ecuador y el mundo. Después se ha de haber arrepentido pero ya era demasiado tarde, Dolores Veintimilla de Galindo estaba muerta.Fue grande y pequeño al mismo tiempo, científico y naturalista en sus viajes a Loja, cavernario en su pendencia contra Dolores Veintimilla, filósofo en el «Bosquejo de la Europa y de la América y malcriado e hiriente en algunas de sus polémicas. El mismo se describió diciendo; «Soy la quimera de mi siglo».
Sus obras completas aparecieron en Barcelona, en 4 tomos, entre 1.892 y el 95, con prólogo de Antonio Borrero Cortázar. Su Bibliografía en Cuenca, en 1.965, recopilada por Miguel Díaz Cueva, en el Tomo II de la Biblioteca Ecuatoriana, con una lista completa de sus seudónimos, varios índices, etc. Entre sus más destacados biógrafos tenemos a Víctor Manuel Albornóz, con dos tomos en 1.965; Luis Cordero Crespo 1.965 y César Dávila Andrade. Su epistolario al Dr. José María Lasso apareció en 1.902 recopilado por Manuel María Pólit en 336 págs. Su epistolario con Fray Buenaventura Figueroa O. P. en 1.935, con Prólogo de Fray José María Vargas O. P. en 71 págs. y el Epistolario General recopilado por Agustín Cueva Tamariz en 1.953.
Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel
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