Clemente Ballén y Millan


BANQUERO Y HOMBRE PUBLICO.- Nació en Guayaquil el 22 de Marzo de 1828. Hijo legítimo de Clemente Ballén de Guzmán y Soler, nacido en Bogotá en 1807, prócer que peleó muy joven en la batalla de Boyacá, después hizo la campaña del Sur de Colombia y llegó a Teniente en Guayaquil en 1822. El 27 contrajo matrimonio con la guayaquileña María de Jesús Millán y Macías, ocupó varios destinos públicos, se dedicó al comercio y falleció durante la epidemia de fiebre amarilla el 15 de Diciembre de 1842. 
 

 

El mayor de una familia de ocho hermanos y huérfano de padre a los catorce años, maduró a prisa por las exigencias propias del medio y trabajó duramente para ayudar a la crianza de la familia. 
 

 

Hacia 1854 ingresó como bombero en la Compañía «Santay No. 1» cuyo Comandante era el conocido médico Manuel J. Bravo, pero poco después se ausentó a Lima. En 1855 fundó la Compañía «Salamandra No. 2» en junta con 48 jóvenes amigos, utilizando una máquina para combatir incendios del sistema canastilla, que después de algunos años reemplazaron por una de guimbalete de doble mortero movida por fuerza humana y adquirida por Ballén en Europa con dinero proveniente de rifas, donaciones y loterías. El uniforme que implantó Ballén, como novedad, porque jamás antes los bomberos lo habían tenido, era una camisa roja y un pantalón de casimir negro, simbolizando el fuego y el humo. 
 

 

El 57 fue electo primer Comandante de la «Salamandra No. 2» de propiedad de los comerciantes. Allí figuró hasta el 62 que le reemplazaron José Márquez de la Plata Plaza y Clodoveo Alcívar. Era un joven simpático y popular, que figuraba en el comercio y la banca porteña como socio de «Millan Ballén y Cía.» firma que administraba haciendas, compraba y exportaba cacao a Europa y que después amplió su radio de acción dedicándose al comercio en general; también era accionista del Banco Particular y en 1868 se opuso tenazmente a que la firma «Planas, Pérez y Obarrio» estableciera un banco en Guayaquil, golpe de gracia que la hizo liquidar el 1o. de Enero de 1871. Por negocios tuvo necesidad de viajar constantemente a Lima y al Callao con su hermano Leonidas. Allí conoció al banquero francés August Dreyfus, con quien mantuvo relaciones comerciales e hizo buena amistad. Dreyfus estaba casado con la dama peruana Luisa González y vivía desde 1857 en ese país dedicado a la banca y al comercio. 
 

 

En 1868 figuró Ballén entre los firmantes de la escritura de constitución del Banco del Ecuador fundado por Aníbal González Luque en París. El 69 fue electo Director Principal junto a Nicolás Morla de la Vera y Francisco Vivero Garaycoa. En el banco representó los intereses de Ventura Marcó del Pont, Cónsul del Perú en Francia. 
 

 

En 1870 sufrió una fuerte decepción amorosa con Carolina García Antiche que se le fue con Francisco Lecaro y Escartin y entonces se trasladó a Francia con su hija Anita, quien casó con un banquero años después y hubo sucesión. 
 

 

Para educar a esa niña Ballén viajó a Francia con su madre a quien adoró entrañablemente como el más tierno y abnegado de sus hijos, al punto que en cierta ocasión ella exclamó: “El es mi dicha, mi orgullo y mi consuelo. Lo que yo haga por él, por su hija educándola a mi lado ¡Qué significa! ¡Qué puede valer comparado con los sacrificios que él se impuso y sigue imponiéndose por mi!” También fue un verdadero padre para sus hermanas y solamente para que su madre no suspirase por ver a la única hija que aún le quedaba en Guayaquil, la hizo ir a vivir a París con sus tres hijas y le asignó una mensualidad allí. 
 

 

El año de su llegada fue designado Apoderado del Banco Dreyfus, cargo que le convirtió en el agente de los negocios ecuatorianos en esa nación y en el colocador de capitales franceses en nuestra Patria, (1)
(1) El banquero Augusto Dreyfus, cuyas buenas y malos épocas compartió Ballén en París, había nacido en el seno de una familia judía de Alsacia el 28 de Junio de 1827; a los 17 años abrazó el catolicismo y habiendo partido al Perú a los treinta como Interesado en una casa comercial, fue uno de los primeros en comprender cuan prodigiosa riqueza encerraban los depósitos de guano de las islas de Chincha, tanto para el tesoro del Perú como para la agricultura europea. Entonces levantó capitales y fundó la Casa Dreyfus Hnos. de París, que el 5 de Junio de 1869 firmó un contrato con el Ministro de Hacienda peruano Nicolás de Piérola, en la administración presidencial de José Balta, mediante el cual, el estado se comprometía a venderle dos millones de toneladas de guano y Dreyfus Hnos, asumiría de inmediato el servicio de la deuda exterior del Perú. El precio de cada tonelada de guano se fijó en 36,50 libras, Dreyfus renunciaba al cobro de comisiones y entregaría al Perú dos millones cuatrocientas mil libras esterlinas de entrada y mensualmente setecientos mil soles en calidad de prosterno, al cinco por ciento de Interés anual. Dicho contrato representaba un gran progreso en la marcha económica del Perú y fue aprobado el 17 de Agosto. Los consignatorios del guano en dichas islas hicieron todo lo posible por estorbarlo, mas el 11 de Noviembre lo aprobó el Congreso. Por desdicha, el gobierno se lanzó por la vía de las grandes obras públicas, sin contar con al capital para ello, y por eso comenzó a endeudarse más. Uno de los primeros empréstitos que suscribió fue justamente con la misma casa Dreyfus en 1872. Piérola defendió uno y otro empréstito pero la muerte de Balta fue un obstáculo para culminar el segundo. Posteriormente la guerra del 70 en Europa y la del Perú con Chile, dificultaron más las cosas y Dreyfus tuvo que demandar a Chile el 79 que se había apoderado de los depósitos guaneros manu militar. El asunto pasó al Tribunal de Arbitraje de Suiza. Dreyfus había colocado las acciones del empréstito peruano entre los miembros de la Societé Genérale de París, quienes fueron a la larga los más afectados. Dreyfus conocía desde Lima a los hermanos Leonidas y Clemente Ballén, a quienes apreciaba como amigos de toda confianza, por eso en 1869 empleó a Clemente en su Banca de París. Finalmente, a principios de 1897, obtuvo sentencia favorable y se rehabilitó económica y socialmente; pero el 25 de Mayo falleció en su casa de la rué Ruysdaél No. 3. El Oficio religioso fue celebrado el 29 en la parroquia de San Felipe del Roule, con la presencia de su hijo. No hubo flores ni coronas, según su propio deseo, pero el Coro de la iglesia cantó el Agnus Dei. En el cementerio estuvieron presentes Benjamín Constant y Sra. Eduardo Levey, Sra. e hija, el Conde Alberto de Mura, el General Grévy, Alberto Grevey, la Duquesa de Canevaro, Senadores y Diputados del parlamento francés y Clemenceau. Usó de la palabra Waldeck Rousseau; y si en vida le rodeó una leyenda harto injusta, la de haber provocado la crisis financiera y la bancarrota del Perú, todo quedó aclarado en los juicios que ganó ampliamente, probando que había sido perjudicado por la inestabilidad política de esos países sudamericanos y por la ambición chilena. 
 

 

En la casa Dreyfus «realizó labor activa e inteligente. Su delicadeza, especialmente en asuntos de dinero, manifestábase extremada y cuando Dreyfus adquirió un paquete de acciones de una sociedad en formación reciente y las distribuyó entre sus colaboradores y empleados; Ballén, a quienes le fueron ofrecidas antes que a nadie para que se quedara con cuantas quisiera, sólo aceptó tres o cuatro y no tardaron dichas acciones a cotizarse a un precio tan crecido que los poseedores de ellas realizaron pingue utilidad al venderlas». 
 

 

Por eso gozó de la absoluta confianza de su jefe y sus acciones merecían continua aprobación. 
 

 

En Enero del 71 intervino en la constitución del Banco Nacional en Guayaquil, por medio de Crisanto Medina, que salió electo Director Principal; pero el día 10 de Diciembre el banco se refundió con el del Ecuador, que pasó a monopolizar las actividades en el puerto hasta el 85, que se creó el Banco Internacional, donde figuró J. Ribon en la presidencia y Ballén en la Vicepresidencia del Directorio. Entre los principales accionistas estaban su sobrino Sixto Liborio Duran Ballén con 20.000 sucres y su tío político el Dr. Ignacio de Piedrahita Racines. 
 

 

En 1877 y en remplazó del negociante francés Fouquet, que había fallecido, fue agraciado por el General Ignacio de Veintemilla con el nombramiento de Cónsul General del Ecuador en Francia. Primero estableció las oficinas en una pieza del boulevard Haussman y luego en la Avenida de la Opera, dentro del local de la casa Dreyfus. Allí atendía indistintamente a franceses y ecuatorianos, mañana y tarde, sentado a su mesa de trabajo, junto a la cual veíase la cómoda butaca que parecía aguardar al paisano, al amigo, al que jamás obligaba a hacer antesala y a quien tendía la mano cariñoso, aún en las horas en que se le iba a interrumpir el asunto que estaba estudiando o despachando. Cualquier ecuatoriano sabía antes de que abandonara el suelo patrio, la buena fama y el prestigio de que gozaba en París, en todos los círculos sociales, el señor Ballén, de cuya amabilidad hacían lenguas los que regresaban al terruño.
En 1878 fue designado Ministro de Hacienda por el recién electo presidente Veintemilla pero se excusó. 
 

 

Mientras tanto realizaba una notable obra de difusión comercial y cultural de los valores ecuatorianos en París. Era una figura social, un gran señor que solía ser invitado a los principales salones de esa capital y aunque no era rico, gozaba de buenos sueldos y acostumbraba cubrir las necesidades de sus compatriotas. 
 

 

De Guayaquil le vivían haciendo encargos. Los comités de las estatuas de Olmedo y Rocafuerte le designaron para que vigilara sus confecciones. 
 

 

Posteriormente su cuñado, el diplomático nicaragüense Crisanto Medina, indicará que desde su arribo a Europa, Ballén vivió en el barrio de Fontainebleau y «se mantuvo en relaciones constantes de afecto y simpatía con sus conciudadanos, siempre dispuesto a desempeñar cuantas comisiones oficiales recibía, a no economizar ni tiempo ni esfuerzo por servir a su país», por ello su persona era tan querida en su Patria y su nombre tan respetado por todos. 
 

 

En 1885 publicó en “El Telégrafo” de Guayaquil una necrología a la memoria de su amigo el Dr. Francisco X. Aguirre Abad. Desde septiembre de ese año tomó a cargo la manutención de su amigo Juan Montalvo, y cuando éste murió, presidió la lista de invitados a su sepelio. 
 

 

En 1888 declinó aceptar la Legación del Ecuador en Francia que le propuso su amigo el presidente Antonio Flores Jijón. El 89 fue Comisario General de la Exposición Internacional de París, celebrada para conmemorar dignamente el Centenario de la Revolución Francesa, donde el Ecuador obtuvo un éxito sin precedentes con 71 Premios, cifra, la mayor, obtenida por un país latinoamericano en ese evento. Ese año fue condecorado por el gobierno de Francia con la Cruz de la Legión de Honor. 
 

 

En 1890 adquirió en un remate en París parte de las barandas del antiguo Palacio de las Tullerías y las envió al Ecuador para que fueran colocadas en el Palacio Presidencial que se estaba remodelando y recibió plenos poderes para ratificar con Bélgica un tratado general de amistad, comercio y navegación y otro igual con España. Para esta última ratificación se le enviaron credenciales de Ministro Plenipotenciario, porque además estaba encargado de solicitar al Rey Alfonso XIII su arbitraje referente a límites, en nuestra demanda contra el Perú. Por su mal estado de salud no pudo trasladarse a Madrid, no llegó a presentarlas y las gestiones se hicieron por conducto de la Embajada de España en Francia. 
 

 

El 91 publicó unas «Notas Oficiales» sobre el ferrocarril del Sur, firmándolas como Comisionado Fiscal de la República, en 20 páginas y el folleto «El Ferrocarril del Sur» en 16 páginas, con nuevas explicaciones. Ese año le fue ofrecida la candidatura liberal a la presidencia de la República, por un grupo de prestantes guayaquileños pertenecientes a la banca, el comercio, la industria y la prensa. El «Diario de Avisos» sostuvo su candidatura con ahínco y tesón, pero Ballén tuvo que excusarse por enfermedad.

Las cartas de contestación, excusa y agradecimiento que suscribió por entonces, dirigidas a Pedro Aspiazu Coto en Guayaquil y al Dr. Rafael Pólit Cevallos en Quito, así como su folleto de 7 páginas titulado «Candidatura Ballén», explicaron ampliamente su situación.

En los últimos tiempos había estado muy atareado con sus Notas sobre Olmedo. Le faltaba la respiración y él lo sabía, pero se dio tiempo para cumplir con Un encargo del Comité Juan Montalvo de Guayaquil, que compartía con Víctor Manuel Rendón Pérez y con Ezequiel Seminario Marticorena, de dar a la imprenta la obra póstuma del gran escritor y amigo suyo Juan Montalvo, titulada «Capítulos que se le olvidaron a Cervantes».

Para el 92, con motivo de los solemnes actos y festejos públicos de la inauguración de la estatua de Olmedo en Guayaquil, comenzó a trabajar la edición de las poesías «corregidas conforme a los Manuscritos o primeras ediciones con Notas, Documentos y apuntes biográficos» que sin embargo no llegó a ver publicadas, pues falleció en París a causa de su mal asmático, complicado con una deficiencia cardíaca que le venía aquejando durante el largo período final de su vida, el 18 de Julio de 1893, a los 65 años de edad, y fue enterrado en el cementerio del Pére Lachaise.

Fuente: Biblioteca Rodolfo Pérez Pimentel

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