José María Egas Miranda


POETA.- Nació en Manta el 28 de Noviembre de 1.897. Hijo legítimo de Carlos Egas Rodríguez y de su segunda esposa Rosalía Miranda Alarcón, de Santa Ana, Provincia de Manabí y fallecidos cuando el futuro poeta tenía 3 y 6 años de edad respectivamente. Entonces sus tías maternas lo trajeron a Guayaquil y estudió la primaria en la escuela fiscal que dirigía el profesor Leonardo R. Aulestia, ubicada en 10 de Agosto y Boyacá, con sus hermanos Miguel Augusto y Lola, después señora de Sandoval.

En 1.909 ingresó al «Vicente Rocafuerte», pocos meses después concursó en un Certamen de Poesía con su composición «Patria» y obtuvo el Primer Premio por tratarse de un soneto perfecto, conforme lo acreditaron los asombrados miembros del jurado.

En 1.912 colaboró en la revista mensual «Letras» de Quito de Isaac J. Barrera. En Octubre de 1.913 escribió en «El Telégrafo Literario» bajo el pseudónimo de «Dorian Gray». Dicha publicación apareció cuatro meses hasta Enero del 14. Ya era amigo de Medardo Angel Silva.

En 1.915 escribió en el diario «El Guante», su poesía «Marina» le abrió las puertas de la fama mientras estudiaba leyes en la Universidad de Guayaquil y hacía una intensa vida intelectual. El 16 fundó con José Antonio Falconí Villagómez la revista literaria «Renacimiento» con el objeto de revelar la poesía moderna en el Ecuador, la publicación sólo duró tres años. El 17 editó en la revista «Patria» numerosas poesías y durante unas vacaciones en Riobamba, compuso «Arias Intimas» en honor a un primer amor. El 19 colaboró en la revista «Juventud Estudiosa». Se reunía con otros jóvenes, por las noches en casa de su compañero Lautaro Aspiazu Carbo en Gral. Córdova y 9 de Octubre, el 11 de Junio pronunció una Oración Fúnebre en el cementerio durante las exequias de su amigo el joven poeta suicida Medardo Angel Silva y triunfó en los juegos florales promovidos por el Centro Universitario de Guayaquil, con motivo del Centenario de la independencia, con «Plegaria Lírica», que recitó en el antiguo teatro Olmedo, arrebatando de entusiasmo a la audiencia, que lo sacó en hombros y paseó por el boulevard hasta la esquina del salón Fortich al grito de «Viva el Poeta». De allí en adelante, considerado el heredero de la Lira de Silva, menudeaban las invitaciones a fiestas y saraos y escribió sus poemas en todos los abanicos «como discípulo del religioso Amado Nervo fundido en la métrica de Darío». «Plegaria Lírica» alcanzó renombre continental y figura en casi todas las Antologías de las cien mejores poesías escritas en lengua castellana. //Tu siglo se muere de un mal imprevisto,/ tu siglo está loco Señor Jesucristo.// Eran los tiempos de la postguerra y Europa vivía los dorados y locos años veinte, divirtiéndose en medio de la peor inflación que registra la historia mundial.

En 1.921 viajó a Quito, a estudiar en la Universidad Central, se relacionó con los círculos modernistas y «Hasta se aproximó a la bohemia aunque sin perder rasgos característicos muy especiales en vida y obra», pues, en esos tiempos, se «exhortaba de misterio y le envolvía un halo de fantasía mística» y escribió su famoso poema «El verso imposible», cantando a las cosas inalcanzables, a los ideales puros y revelando un corazón henchido de amor a Jesús. Junto a Noboa y Caamaño y a Humberto Fierro figuró en la primera línea de la poética modernista del país. Nuevos males de amor le lucieron escribir «Vaso de Lágrimas» y «Estancias de Amor».

En 1.923 publicó en los talleres gráficos nacionales el poemario «Unción» con su hermosísima producción inicial (1). Fue introductor de Embajadores durante la presidencia de José Luis Tamayo y luego Subdirector de Límites de la Cancillería. También publicó un estudio sobre

(1) “Unción” apareció con portada de Carlos Andrade Moscoso, a) Kanela y prólogo de César E. Arroyo titulado “El parfil del poeta”, quien lo calificó de el Amado Nervo ecuatoriano.
el Protocolo Ponce Castro Oyangúren y dictó la Cátedra de Derecho Territorial Ecuatoriano Diplomático y Consular en la U. Central de Quito.

En 1.925 fue enviado por el gobierno de Córdova a la transmisión de mando en Chile. De regreso fue Visitador Escolar. En 1.926 se graduó de Abogado y en la imprenta Municipal de Guayaquil salió su tesis doctoral titulada “El principio del Uti Posidetis americano y nuestro litigio de fronteras con el Perú» que despertó elogios. En 1.927 fue profesor de la Universidad de Guayaquil y colaboró en la revista guayaquileña “Voluntad”. Entre el 27 y el 30 lo hizo para la revista modernista quiteña «Espirales» de Pedro Gómez. En 1.930 instaló su estudio. El 31 contrajo matrimonio en Guayaquil con Lola Rivas Vergara, bellísima, abnegada y leal compañera de su vida, tuvieron siete hijos y fue Miembro fundador del Centro de estudios Literarios de la Universidad de Guayaquil.

Otra faceta interesante de su vida es la musicalización de su producción que se inició en la década de los treinta con el nacimiento de la industria fonográfica en el país. «Arias Intimas», «El Verso imposible», «Vaso de Lágrimas», «Invernal», «Estancia de amor» y el más conocido de todos, el inmortal «Líndica», calificado como la más alta expresión estética popular de la poesía ecuatoriana del siglo XX. Todos ellos aún son escuchados como letras de hermosos pasillos y música de Nicasio Safadi, Segundo Cueva Celi y Miguel Angel Casares, entre otros. (2)

(2) “Arias Intimas” con letra de Miguel Angel Casares, cantado por Carlota Jaramillo, que lo grabó y popularizó en Quito para la marca Rondador, de Fadisa.
“El Verso Imposible” con música de Nicasio Safadi, interpretado por el dúo de Beatriz Parra y Olga Ruiz Estrada en disco de larga duración de la marca Orión, fabricado por Ifesa. Lleva ese mismo título con arreglos, dirección y acompañamiento del maestro Héctor Bonilla.
“Vaso de Lágrimas” con música del lojano Segundo Cueva Celi, interpretado por las hermanas Mendoza Sangurima, grabado en Guayaquil para la marca Onix, fabricado por Fedisco. También ha sido grabado por varios artistas en diferentes épocas para otros sellos disqueros del país y del exterior y en algunos casos con letras diferentes a las del poeta Egas.
Muchas de sus poesías han sido musicalizadas con valses. También consta grabado su Himno a la Escuela de Derecho de la U. de Guayaquil. Otros poemas suyos han sido grabados como simples recitaciones. El declamador Argentino Juan Carlos Pacheco grabó con fondos musicales del pianista manabita Oscar L. Castro Intriago un disco de larga duración fabricado por Ifesa bajo el título de «Vientos de pampa sobre el Guayas» para la marca Orión. La presentación de la contraportada corrió a cargo de Alejandro Román Armendáriz.

Hacia 1.938 se instaló en Lima con su familia. El 40 regresaron a Quito y desplegó una intensa labor profesional hasta el advenimiento de la Revolución del 28 de Mayo de 1.944, al amparo de la amistad del Presidente Arroyo del Río y especializándose en asuntos de visas y pasaportes para los judíos escapados de la barbarie europea. Ganó mucho dinero, dió espléndidas fiestas porque decía que el dinero hacía daño.

El 41 y tras 18 años de prolongado silencio sacó “Unción y otros poemas”, recopilación de «Unción», «Arias Intimas» y «La Senda Florida» en 116 págs. pero el libro despertó agrios comentarios del padre Aurelio Espinosa Pólit S. J. que no aceptó la religiosidad romántica y mundana -más de salón que de interioridades- reflejada en esas composiciones y hasta llegó a calificarlas de adefesios. I no andaba tan desacertado el ortodoxo y católico crítico al rechazar dichos poemas, porque la religiosidad de Egas -Según lo anotó César Andrade y Cordero- era lo morboso de Baudelaire derivando hacia la beatitud.

I pasaron los años y llegó la poda de los profanos vergeles y al fin un día se cumplió la epifanía esplendorosa, el viejo anhelo del poeta, que encontró al Jesús verdadero en su camino, según el propio Espinosa Pólit, en poesía comprimida y no tan bella como la anterior (3). Por eso en 1.951 apareció su poemario «‘El Milagro» con la nueva poesía de Egas y prólogo de Espinosa Pólit, que despertó vivas polémicas. Dicha nueva poesía para Hernán Rodríguez Castelo constituyó un gravísimo error, pues Egas abandonó los campamentos ricos de maravillas estéticas y verbales del modernismo para ir en busca de cosas por simples caminos. «Una nueva plenitud no será ya una plenitud lírica sinó de emoción religiosa. En ese momento se perdió para la lírica ecuatoriana de la segunda mitad del siglo XX, ese gran poeta que José María Egas pudo haber sido. La crítica literaria tuvo en mucho la culpa del infeliz suceso. Sobretodo un critico que en medios católicos del tiempo tenía un peso inmenso. Sólo una valoración del fenómeno, más religiosa que literaria, explica que el Padre Aurelio haya saludado el paso del poeta de Unción a poemas edificantes como Fides, La clave, Confesión, Exhortaciones. Habló el Jesuíta de la mayor verdad ontológica de su nueva poesía y lo que formula tan sonora venía a decir, no era sinó una poesía de más directa y franca ortodoxia católica».

En 1.946 fue abogado de la Caja del Seguro. El 51 miembro del Tribunal Supremo Electoral. Entre el 51 y el 60 el poeta se ofreció al público en la década de la abundancia y facilidad formal, expresividad franca que buscaba caminos más directos y cordiales que los refinados, suntuarios y sutiles del modernismo ambiente».

El 54 volvieron a salir sus poemas principales de la Imprenta Municipal de Guayaquil. El Arzobispo De La Torre le felicitó.

Entonces la izquierda consideró a esa temática como aberrante en las letras nacionales pues se vivían años de denuncia social y hasta de cartel


(3) Un día, por 1.950, me vino trayendo el poeta, el manojo escogido de la nueva cosecha, pidiéndome las palabras que lo bendijeran. Fui duramente franco con él, le dije que prologar sus versos era un compromiso grave para los dos; para mí, porque era hacerme responsable de su verdad; para él, porque sería un rompimiento con su pasado; que para comprometerme necesitaba saber toda su verdad y que no quería averiguarla de boca ajena. Me abrió el corazón como sólo se hace con el sacerdote y para acabar de persuadirme, me recitó a media voz, con ese temblor amoroso típico de él cuando recita, la primera de sus nuevas composiciones, la que debía dar el nombre al nuevo Iibrito: El milagro. (Aurelio Espinosa Pólit).
político, pero el público seguía fielmente al poeta y lo aclamaba, y su producción era materia de estudio en escuelas y colegios confesionales.

Con el ascenso al poder en 1.956 del conservador Camilo Ponce Enríquez conoció nuevas posiciones burocráticas y fue designado Miembro del Tribunal Supremo Electoral con sede en Quito el 56 y luego ascendió a Ministro Juez de la Corte Suprema entre el 58 y el 60, año en que retornó a Guayaquil donde publicó su «Canto a Guayaquil» verso fácil y algo artificial, no por falta de voluntad de cantar o de amor al puerto principal, sinó porque ese tipo de composiciones estaban fuera de su línea religiosa. La municipalidad se lo publicó. El 61 G. Humberto Mata escribió «Revisión del poeta José María Egas».

El 64 fue nombrado Ministro de la Corte de Apelaciones en materia agraria. El 65 recibió la Medalla al Mérito Literario de la Municipalidad de Guayaquil. Los gobiernos de España y Chile le otorgaron sus preseas. De allí en adelante fue encegueciendo paulatinamente y hasta dejó de salir a la calle, optando por la jubilación, con una pensión tan exigua que no le era suficiente para vivir con decencia. Por eso sus últimos años fueron azarosos y tristes pero todo lo aceptó con amor y hasta con alegría, «porque eran pruebas que le mandaba Dios».

En 1.974 1a Junta Cívica de Guayaquil publicó una recopilación de su obra en 274 págs. bajo el título de «Poemas de Ayer y Hoy» obsequiándole la edición como ayuda económica.

El 30 de Mayo de 1.975 se incorporó a la Academia Ecuatoriana de la Lengua con un recital en la casa de Benalcázar, Hernán Rodríguez Castelo, que nunca le había escuchado leer sus propios versos, escribió al día siguiente «A José María Egas resulta muy difícil olvidar después de que se lo ha tenido cerca diciéndonos sus versos; él pertenece a la historia de la lírica ecuatoriana de este siglo como superviviente de su grupo y testigo de su hora lírica». Entonces surgió de todos los confines del país la idea de coronarle con laureles de oro y a la antigua usanza, como había sucedido con Llona, Dolores Sucre, González Tola y Falqués Ampuero. Y en mi condición de Concejal comisionado de Cultura formé un Comité presidido por Antonio Parra Velasco y Violeta lturralde de Orrantia.

El lo. de Octubre de 1.976 se colocó su busto en bronce en el hall de la Biblioteca Municipal y el miércoles 6 a las 8 y 1/2 de la noche, empezó la apoteósica ceremonia de su coronación, que el poeta vivió en toda su intensidad por ser presagio de su muerte y él lo sabía. Aquella noche recitó «Amor y Gloria», hermosísimo testamento lírico compuesto de 13 estrofas.

En su discurso dijo lo siguiente: Laureles de oro sobre mis sienes y yo que soñaba con laureles divinos en mi corazón. Llegará el día del misterio profundo. Hoy me envuelve la gloria humana con solemnidades de belleza y esplendor. Los hombres me enaltecen. La vida se detiene. Siento besos en el alma. Hasta podrían peligrar mis anhelos de perfección con halagos de flaqueza y vanidad. Pero el hecho es que reviven grandezas espirituales. Surge con inefable intensidad el amor de mis padres y la intimidad de mis hermanos. Resalta el encanto y la hermosura de la mujer que me acompaña. Palpita una gracia sin nombre en el corazón de mis hijos que se estremecen ante el misterio del porvenir. I todo es bendición, asombro y maravilla. Devolver tanta belleza no es posible. El hontanar de mi lirismo se desborda pero no alcanza a llenar las grietas profundas que conmueve mi interior. Se queda en los umbrales del cántico. Por eso os traigo un poema con hogueras de amor y sueños de gloria, donde palpitan épocas que afectan el alma y siguen descorriendo velos de un tesoro escondido en el corazón. Oidlo.

De «Amor y Gloria» se copian solamente las últimas cuatro estrofas. // Y lauros en la frente. I musa y flores/ Júbilo, estruendos, vanidades mías// Encanto y esplendores./ Cuando sé que el amor de mis amores/ agoniza en la cruz todos los días./Las grandes ironías/son verdades ignotas/que nadie alcanza a comprender. Teorías/sin fondo ni hilación. Llegan vacías/con las premisas rotas. // Pero me doy para entregarme iluso/ a la voz que me canta y me corona/y es que bendigo, trémulo, confuso, /al corazón de la ciudad que puso/ su estrella refulgente en mi corona./Hay un juez que perdona/y cuando llegue el día/ del misterio profundo. / Ya realizada la esperanza mía/ Se quedará con Dios la poesía/y el eco de mis versos en el mundo.//El beso de gloria se presiente/ Ya hay formas en la nada../ el destino no miente./ La inspiración es ráfaga sagrada./ Y llegará el milagro sorprendente/ cuando después, los laureles de la frente/ reverdezca en mi alma iluminada!.

En 1.977 la Junta Cívica publicó sus Obras Completas en edición de 5.000 ejemplares que se agotaron enseguida y sirvieron para aliviar en algo su situación. Vivía por entonces en una villita alquilada en la ciudadela Miraflores Avda. del Salado No. 404 y la Sexta.

Su muerte ocurrió el l6 de Febrero de 1.982 sin enfermedad visible, pues se fue apagando su alto espíritu en alas de un gran amor a la divinidad. Tenía 84 años y con él terminaba la primera generación poética ecuatoriana del siglo XX.

De pequeña estatura, constitución delgada, blanco, pelo y bigote canos. Acostumbraba hablar muy quedo, con voz susurrante y cantarina que producía un extraño efecto en el auditorio, sobre todo cuando recitaba «Líndica», que escuché muchas veces en distintas reuniones de sociedad.

De profunda religiosidad acentuada al final de su vida, jamás se quejó de nada ni habló mal de nadie. Un santo varón llamado por Dios para la santidad laica. Poeta de infinitos -religioso y no místico- como equivocadamente fuera calificado. Dejó inédito un poemario titulado «El Tesoro escondido».

Sus hijos me han referido que en sus últimos tiempos rezaba mucho y en voz baja y cuando le venía la inspiración recitaba con la vista en alto. Luego dejaba madurar los versos varias semanas en su memoria y finalmente hacía que alguien se los pasara en limpio, pues ya no veía. Por eso se ha dicho que fue un grande y raro poeta religioso, una alma iluminada y desgarrada de amor divino que se expresaba en forma poética, rasgo que le ha colocado en un lugar único en nuestra literatura. (4)

PLEGARIA LIRICA. //Tu siglo se muere de un mal imprevisto. /Tu siglo está loco, Señor Jesucristo! / Ya no hay alma, verso, ni luz, ni oración./ Y por eso elevo mi plegaria santa/que desconsolada llegará a tu planta/ desde el incensario de mi corazón! //Bien sé que el arquero dispara su flecha, / que Ariel se ha dormido, Calibán acecha,/ los cisnes se mueren, se agosta el rosal../ Pero Tú lo puedes, Rabí Narzareno! / (Lo puedes por Grande, por Dulce, por Bueno)/ Ruega por el santo país del ideal! //Ruega por la estirpe de Apolo celeste,/ por la lira santa y el carrizo agreste./ Ruega por el verso, que es eternidad!/ Por los que trajeron un don de armonía/ y bordan con oros de tu fantasía/ los harapos tristes de la realidad.// Ruega por el alma, Señor! a quien diste/ la gracia inefable de sentirse triste/ ante una mirada, un beso, una flor…y por los vedados de toda fortuna/ que en el imposible telar de la luna/ hilvanan su santa quimera de amor.//

 


(4) Numa Pompilio Llona fue coronado en 1.910 en el Olmedo, a instancias de un comité especial fundado por los redactores del diario «El Grito del Pueblo». Dolores Sucre recibió una Lira de Oro de manos de un comité de señoras. Nicolás Augusto González fue despedido en su viaje final a Buenos Aires con un Album y una Lira de Honor en el Colegio Vicente Rocafuerte. Francisco J. Falques Ampuero recibió una Corona de Oro en el Paraninfo de la Universidad de Guayaquil en 1.930. En Cuenca se coronó en 1.930 a Remigio Crespo Toral y con anterioridad se había coronado el busto de Luis Cordero en 1.917. En Quito fueron coronados Remigio Romero y Cordero en la cima del Yavirac en 1.933 y Pablo Haniba Vela Eguez en 1.951 cuando ya estaba ciego, de manos del Alcalde José Ricardo Chiriboga Villagómez
ARIAS INTIMAS.-//Señor!… Si es la inicial de mi destino!/Si no puedo olvidarla!… Si es tan buena/ como el azul de este paisaje andino!/ Si es una hermana que salió al camino/ como una bendición para mi pena!// Hecha de ritmos, aromas y cristales, /ella es quien hace despertar el día… /Por ella hay en la fuente madrigales,/ amanecen con perlas los rosales/ Y tienen las alondras melodías!// Yo quiero hacer en mis ensueños vanos/dos hemistiquios de sus labios rojos, / y traer de mis líricos arcanos/ alburas de marfil para sus manos/ y nostalgias de mar para sus ojos! //Mi vocación azul se la ofreciera. / Le he dado toda mi melancolía, /por ella se agostó mi primavera, /y, sin embargo, en mi dolor quisiera/ tener algo que darle todavía.//

ESTANCIAS DE AMOR.- //Quisiera ser más bueno. Señor! para mirarla/ desde el humilde valle de mi resignación! / Si tu ley es tan dura que condena a olvidarla, / yo no sé lo que haría… Te pediré perdón…/ Mi culpa es la locura de querer engastarla/ como piedra preciosa sobre mi corazón!// Culpa que hace más bueno, debe ser culpa santa. /Ya ves como en silencio, te bendigo. Señor! / Y bendigo la nieve polar de su garganta, / Y bendigo los pétalos de sus labios en flor,/ ese rostro de virgen, esas manos de santa/ y esos ojos nostálgicos, de otro mundo mejor!//

EN EL TEMPLO.- // Cuando va por el templo, tranquila y solitaria,/ y cae ante el prodigio del altar de María,/ y sus ojos románticos, con unción de plegaria,/ se van como dos alas por la nave sombría; // cuando junta sus manos de marfil y de rosa/ y escapa de sus labios una oración furtiva,/ y embriagada en el éxtasis de su fé religiosa/ se recoge, temblando, como una sensitiva,// cuando pliega los lises de su alba aristocracia/ postrada ante la Virgen, toda llena de gracia;/ ¿Dónde habrá más pureza de fontana o de estrella? / en la gracia inefable de la dulzura de ella?/ o en la dulzura triste de la Virgen María?//

OBLACIÓN.- (Poema de Viernes Santo).- // Ya no tengo qué darte, Jesús crucificado! / Mi juventud se ha muerto, mi dolor se ha agostado./ Ya no tengo qué darte, porque todo lo he dado. // Y hoy que quisiera que todo por Tí sea, /el arrepentimiento mi corazón golpea, sensitivo y romántico lirio de Galilea! // Yo tuve un gran amor… Fue una pasión sin nombre/ que no la dije a nadie, para que a nadie asombre.,. / Y queriendo ser niño me olvidé de ser hombre!/ Fue una mujer que vino como un milagro…Bella/ más que toda la euritmia sentimental….Y ella/ complicó mi destino, fatalizó mi estrella.// Le di todas mis rosas una noche de luna…/ En silencio se fueron muriendo una por una…./ Y ves como el rosal ya no tiene ninguna! // Sólo queda una ofrenda: La vida me ha quedado./ (Piensa que todas las veces todo un cielo estrellado/ no vale por la angustia de un corazón gastado). //Te daré, pues, mi pobre sarcófago vacío./ Tú has de poner calor donde hace mucho frío/ Y una flor en sus yermos arenales de hastío.// Tú que en pleno martirio santificaste el llanto, / y a tu padre pediste, con inefable encanto,/ perdón por la tragedia de tu madero santo,// Haz que amor no resista y que mi fe se encienda./ Descorre de mis ojos esta mísera venda/ que todo por Ti sea./ El arrepentimiento mi corazón golpea,/ sensitivo y romántico lirio de Galilea!..

LINDICA.- // Y se llamaba Líndica…. Gitana/ de ojos bandidos y de faz morena,/ que, en el cortejo de su caravana/ pasó por los eriales de mi pena./ / Me dijo frases truncas… de la Muerte,/ del Amor, de la Vida y del Arcano,/ descifrando misterios de la suerte/ en las líneas absurdas de mi mano…/ Quise hablarle de amor. Y de repente/ se estremeció su corazón de Oriente/ con mi devota ingenuidad cristiana.// Y en ese instante, con unción secreta,/ fundí mi raza blanca de poeta/ en su raza maldita de gitana.

CANCION GRIS.- //Lluvia…. ./Melancolía…/ (En el balcón, tu cabecita rubia/ es como el sol de la mañana fría) /……../ Lluvia…. Melancolía!// Las campanas enfermas de langor y dulzura/ ponen su vieja nota gris./ El alma tiene santidad de albura/ como los pétalos de un lys.// El paisaje se duerme en su infinita/ serenidad/ Y la lluvia cae lenta, cae la lluvia infinita/ sobre las cosas, sin piedad.// La Mañana/ pone con dulce languidez de hermana/ la vaguedad de su matriz; / Y al apagar su débil/ tono de luz, su tono rosa/ fluye más larga, febril,/ más dolorosa,/ la canción gris.// Lluvia….. melancolía/ (En el balcón tu cabecita rubia/ es como el sol de la mañana fría)//

EL AMOR. //Deja que venga solo, deja que venga piano,/ alegre doloroso, como quiera venir./ Que arome de silencios tu corazón cristiano/ y pueble de luceros tu noche de zafir./ pero nunca te empeñes en forzar el arcano! Amor es un tesoro que se cae de la mano…../ Es arpa de los cielos que tendrás que oir.// Deja que venga solo…Que llegará en un día/ de sorpresa inefable para tu corazón./ cuando traigas del valle tu melancolía/ humedad en los ojos y en los Labios canción./ Pero nunca te empeñes con inútil porfía!/ Amor vendrá de suyo, como una Ave María./a tu madrugadora campiña de ilusión!//

EL MILAGRO.- /Este don que me embelesa/ sólo de Dios puede ser!/ Amor que canta y que reza! / Amor de Santa Teresa/ que entiende sin entender.// Ya no se siente el camino./ Todo es vida y todo es luz…/ Espíritu! Amor que vino/ con ese efluvio divino/ que hay entre el Padre y Jesús! // Amor seráfico y blando/ que es entraña de mi fé!…./ (Tesoro que voy ganando/ sin saber como ni cuándo,/ ni porqué).// Lo que antes amor creía/ era verso y fatuidad / Hoy es don; es poesía…/ Es luz de sabiduría/ y soplo de eternidad!// Ya no hay espinas ni rosas…/Que todo es cumbre interior!/ Cae un velo de las cosas…/ Y hay rutas maravillosas/ que van a Nuestro Señor!//Siempre temo pero ando/con otro, que es el que ve! (Firmeza que voy ganando/ sin saber cómo ni cuando,/ ni porqué).//

UNCION.- //¡Qué no diera, mi Dios, por merecerte!/ ¡Qué no diera, mi Dios, por alcanzarte! / Y coronar mi dicha de tal suerte/ que ilusiones mi fe para quererte y aguces mi dolor para cantarte./ Si en lengua humana se pudiera hablarte/ y estos ojos -¡Oh Dios!- pudieran verte/ ya me faltara unción para adorarte/ y corazones para aprisionarte/ y vasos de piedad para beberte!// Qué no diera, mi Dios, para que un día/ supiera de tu púrpura mi todo/ de tu música astral mi poesía,/ y embeberme en tu santa Eucaristía/ el don de amar y comprenderlo todo!/ que mientras aparece en mi recodo/ tu luminosa lámpara que guía./ humildemente mis vergeles podo,/ para ver si florece de algún modo/ esta miseria de la carne impía!//

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